Suelo hablar aquí de lo que me ha acontecido durante la semana, así que hoy no me faltan temas. Podría hablar de la magnífica “The young Victoria” que vi el lunes con T. y que consiguió que me entrasen unas ganas terribles de leer alguna biografía de “la abuela de Europa”.

Me hubiese encantado profundizar en la jornada del martes en Vielha, donde se dio el pistoletazo de salida de la comunidad virtual de práctica clínica @ran@rnau, que tanto y tan bueno promete, solo con contaos por encima lo extraordinariamente bien que se portaron los compañeros, y espero que pronto amigos, de Aran Salut, su atención, su cuidado del sistema, en definitiva, su interés activo en que @ran@rnau funcione, llenaría ese blog hasta aburriros.

Ha coincidido también esta semana, que EndoBlocLleida se ha desencallado, después de un pequeño parón debido a causas técnicas y el miércoles se pusieron todos las pilas y no han parado ni de día ni de noche (siempre hay alguien que aprovecha la guardia nocturna para trabajar).

Tampoco fue mal día el jueves, día en el que me puse de lleno a preparar mi participación en InnovaCamp Mediterránea, que comparto con Jesús Martínez, y en la que queremos comentar de una forma distendida el proceso que va de la teoría a la práctica en este tema de las comunidades, virtuales o no.

Bueno, pues nada, honestamente no puedo destacar nada de ello, porque el jueves por la noche tuvo a bien aparecer esa migraña que de vez en cuando me ataca, y se acabó la semana para mí… y tengo ganas de contarlo, aunque sólo sea para reivindicar a mis compañeros de viaje, esas personas que se ven incapacitadas para todo, incluso para pensar, cuando tienen una de esas crisis tan incomprendidas nuestras.

Y es que es difícil entender este dolor cuando no se ha padecido nunca… te dicen “tómate algo”, como si no fueses hasta arriba de calmantes tan fuertes que no pasarías el más relajado de los controles antidoping; otro clásico es “relájate y verás cómo se te pasa”, sin saber que con migraña ni siquiera el sueño es reparador.

En fin, hasta esta mañana y desde la madrugada del jueves (si, si, te despierta durante la noche), no he sido persona, porque no he podido ni hacer, ni pensar. Hoy estoy como en una nube y, con más miedo que vergüenza, voy a intentar recuperar el tiempo perdido. No la reunión de amigos que me perdí anoche, y que me apetecía un montón, por ejemplo, pero si el trabajo atrasado, que mira por donde, me apetece hacer… esperemos que aparezca la inspiración, porque con tanto desentreno, me va a hacer falta.

¡Hasta la vista socios!