Hoy me he levantado mejor del resfriado que cogí al volver de Ibiza y de los picores alérgicos que me traje de allí (una no soporta el sol –o el sol no la soporta a una- y, a pesar de la sombrilla, tengo pelada la nariz… que curiosamente es de los pocos sitios que no me pica). Me siento incluso energética y no lo digo porque esté tomándome uno de esos tés para pijos, como los define Chris, (aunque lo estoy haciendo 😀)… o también, pero no sólo por ello… me siento energética porque por fin me creo que estamos en otoño y dejaré de arrastrarme desfallecida por el calor húmedo de Barcelona, y sacaré la gabardina y las botas… y soñaré con que me parezco a Lauren Bacall, (aunque el que llevaba la gabardina era Humphrey, yo siempre la he asociado con ella… que igual por casa se la ponía “déjame la gabardina Humph, que me voy a dar una vuelta por el saloncito”… ¡fíjate tú qué asociación de ideas más tonta… tanto estudiar para esto!).
El caso es que refrescará y podré por fin pasear por la ciudad sin buscar una sombra desesperadamente… y habrán días nublados de esos en los que me gusta leer novela negra o ver películas que ya he visto antes (así me aseguro el que me gusten).
Me emociona pensar que pronto comeré castañas (crudas… una es rarita) y empezaré la ronda de reuniones gastronómico-tertulianas con los amigos… y lloverá… Vale, ya lo sé, el tiempo pasa muy deprisa, después llegará la Navidad y me pondré de mal humor, con tanta fraternidad y tanto villancico junto, pero mientras tanto… ¡que me quiten lo bailao!
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