Pocos de vosotros estáis al tanto de que mi primera experiencia universitaria (hace ya muuuucho tiempo), tuvo lugar en la facultad de Ciencias Biológicas; menos todavía sois los que sabéis que una de mis asignaturas preferidas entonces era Botánica (ya sé, ya, mi capacidad como cuidadora de plantas es nula, pero…); de manera que entenderé perfectamente que os extrañe que hoy, para variar (o no tanto, después de todo), os hable de eso, de botánica.
Pues veréis, yo siempre le he tenido especial cariño a la actitud de algunas especies raras de plantas (generalmente -pero no siempre- orquídeas), que han evolucionado juntamente con determinados insectos, estableciendo lo que se llama una asociación mutualista defensiva. La más conocida de estas asociaciones es la que se da entre hormigas y plantas mirmecófitas [myrmica (hormiga) + filia (amistad)].
En esta relación particular, las hormigas defienden a las plantas de los herbívoros que se quieren alimentar de ellas, así como de otras plantas, que intentan enredarse en su tallo, con el mismo nutricio objetivo. ¿Qué hace a cambio la planta por las hormigas? Pues proporcionarles alimento y un lugar seguro donde vivir. Y, lo mejor de todo, se trata de un mutualismo totalmente facultativo y, tanto la orquídea como la hormiga, son libres de establecerlo… o no.
Sin duda estamos ante un comportamiento inteligente, que se da entre individuos valientes y se basa en la confianza mutua (hay que puntualizar que el tipo de hormigas del que hablamos es especialmente agresivo… aquí la planta es la que más pone en lo tocante a valor y entrega sin fisuras) y en una especie de agradecimiento respetuoso (punto aquí para la hormiga, que expresa su fortaleza respetando a quien la cobija).
En realidad, entre personas me gusta casi lo mismo: inteligencia y valentía por supuesto, pero con esa dosis de generosidad y respeto que nos permite establecer relaciones de colaboración y confianza con el otro.
Pero, lo que yo me pregunto, es quién fue la primera en fiarse de la otra, ¿quién dió el primer paso?, ¿la orquídea o la hormiga?, ¿quién se atrevió a meterse en ese lío, que salió bien, pero que tenía todos los números para salir mal?
Y ya veis, en eso entretuve ayer la noche… y después soñé con orquídeas salvajes, brotadas en las ramas de altos árboles, ansiosas de luz… orquídeas habitadas y libres… mucho mejor que en una caja de plástico, con una esponjita húmeda a sus pies.

¡Feliz domingo, socios!

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