Mientras escribo este post me siento sorprendida y un poco desconcertada, porque pensaba contar aquí el júbilo de la velada del viernes pasado, con concierto de Montserrat Caballé y desternillante cena posterior con algunas compañeras… pero no puedo.
Y es que a veces los hijos te descubren maravillas, que has tenido frente a tí un montón de tiempo y en las que no te has fijado o no has querido fijarte. Y va y resulta que yo, que soy tan adicta a la lectura que me da vergüenza que se sepa cuanto llego a leer en algunas épocas, no había reparado en «Nada» de Carmen Laforet. Ves a saber porque extraño motivo la descarté, pensé que sería otra novela de posguerra más, otro estudio de la entrada en la edad adulta de una joven universitaria, otro… ¡yo que sé!. El caso es que mi hijo la acaba de leer «obligado» por su profesora de castellano (tal vez la única que no participa de la confabulación para que los jóvenes NO se aficionen a la lectura, que parecen haber hecho los profesores de literatura de este país; teoría que sostiene Matty y que yo suscribo completamente) y a su vez, me ha «obligado» a leerla a mí… que si es grandiosa, que si parece mentira que tú te la vayas a perder, que si esto, que si lo otro…
Empecé a leerla ayer por la tarde… y casi no he dormido… así que no estoy en condiciones de hacer una gran crítica literaria, pero os confieso que ha habido épocas de mi vida en las que he leído compulsivamente y que mucho y muy bueno ha pasado por mi retina. Desde esa premisa os ruego que, por favor, si no la habéis leído ya, no os la perdáis… recomendarla es lo mejor que puedo hacer hoy por vosotros.
¡Hasta la vista socios!
Ostres, doncs confesso que tot i tenir-la a les mans no fa gaire mesos, per alguna raó em va semblar que no m’agradaria, i va quedar apartada. Me l’apunto per quan torni a Barcelona!