La verdad es que el último viaje a Londres se merece un post por mi parte, aunque sólo sea porque ha sido uno de los mejores que he hecho nunca… y es que todo fue de cara, ¡hasta el tiempo nos acompañó!, lloviznó una mañana, es cierto, pero nos pilló en el Museo de Historia Natural (¡mae’ mía, que peazo’ hall!). Lo único malo es que no os lo puedo resumir, porque fueron 8 días intensos, así que intentaré dar cuatro apuntes que os permitan haceros una idea de cómo ha ido todo:
Viaje con amiga ex residente y visitante asidua (que conoce la ciudad como la palma de su mano, vaya), en el que, para sorpresa mutua, hemos descubierto que todavía tenemos más cosas en común de las que nos pensábamos. 24 horas seguidas con alguien o te unen más o te separan para siempre, y en este caso nos hemos entendido de maravilla. El año que viene (si la crisis lo permite) repetiremos viajecito anual de solteras temporales.
Ciudad cosmopolita, limpia (si, ya sé, incluso a Teresa le extrañó, yo no sé qué decisiones habrá tomado el consistorio estos últimos años, pero no he visto un papel en el suelo… ¡y tengo testigos!), con unos maravillosos museos gratuitos (cobran el acceso a las exposiciones temporales, pero eso me parece lógico)… si es que, para romper tópicos ya del todo, ¡hasta hemos comido bien! (mmmmm… el pastel de riñones en la cafetería de la National Gallery, sencillamente soberbio… «Los girasoles» también, pero vamos, esa ya es otra historia).
Hay que decir que somos mujeres organizadas y fervientes internautas, que nos habíamos informado de sitios “especiales” donde ir, así que hemos hecho todo el recorrido que nos proponíamos: té en la cripta de St. Martin in the Fields, pasteles en la Patisserie Valerie, compras en Fortnum & Mason (esto de viajar sin hombres, es lo que tiene, Matty, que te puedes pasar horas viendo Chaneles y no ves ni una cara de impaciencia alrededor ;D), arte y buenas vistas en la Tate Modern, picnic en Hyde Park, viajecito en el London Eye (indispensable para que te den la “tarjeta de turista”, je, je), risas hasta llorar delante de la estatua del dueño recibiendo a los visitantes en Harrods (por un momento pensé que nos echarían), empujones en Portobello y Camden Town, cenas en la habitación con sushi (reventadas como estábamos de tanto andar) comprado en Selfriges (¡ahí es nada!)… en fin, lo típico y lo no tan típico. ¿Las estadísticas? Pues eso: una media de 14 km. a pie más los desplazamientos en autobús, 12 horas de vida callejera, 2 paradas para café/te/refresco al día… ¡lo normal pa’ un guiri!
La suerte nos acompañó todo el viaje… la única pega, maldita sea, es que al poco de regresar nos abandonó el dueño de los ojos azules más bonitos del planeta… y encima parece ser que fue coherente hasta el final, con sus ideas y con sus afectos. ¡Cachis diez!, ¡con lo que a nosotras nos gustaba Paul Newman!
El post reflecteix perfectament el bon rollo que heu respirat durant aquests dies. Quines ganes de fer una escapada londinenca, la veritat.
Welcome back… i fins a la propera escapada… a Berlin? 😉
T’agraeixo el comentari, Ferran, perquè és justament el que volia, reflectir en conjunt l’experiència positiva que hem viscut! I mira, Berlin no ho descarto… només una pregunteta, tu has ampliat l’excedència, oi?… jo encara no sé què faré… però aquest és un altre tema, ja en parlarem!