La vida está hecha de tiempo y el tiempo de momentos que, para lo bueno y para lo malo, no son eternos.
Esta semana he vivido instantes únicos y preciosos, envueltos en ese desasosiego que indica que todo es posible… y en los que no pasó absolutamente nada. Momentos que pudieron ser mágicos y no lo fueron, que pudieron ser camino y se quedaron en inhóspitas salas de embarque.
También he disfrutado de otros en los que no anhelaba nada y, de repente, un sonido, un olor, el rayo de sol templado por el cristal de una ventana, han hecho que mutaran en agitadores de la pereza, logrando hacerme sentir liviana y capaz de rozar la felicidad con la punta de los dedos.
Días extraños han sido estos, donde lo que esperé no asomó y lo inesperado llamó a mi puerta, con golpes tan suaves que ya no recuerdo cómo ni porqué abrí… así es que no os puedo explicar demasiado bien el origen de esta sensación que tengo ahora, en la que no siento haber perdido la estela del cometa, sino que disfruto viendo el chisporroteo de unas cuantas estrellas fugaces… que no me llevarán a ningún sitio y que tampoco durarán eternamente, lo sé, pero a las que prometo no ser indiferente, para que todo cambie y, si eso es posible, lo esencial permanezca.

Y a todo esto, ayer volví a caer en ese vicio mío de comprar libros (el peor de los pecados, porque me regodeo en él, leyendo luego lo que compro) y no me resistí a “La primavera avanza” de Ángel González… lo hice sólo por tener impresa esta poesía, que ya había leído mil veces en la red, pero que necesitaba tener cerca para soñar que acaricio las palabras … y creerme que es posible… y entenderme… y esperanzarme.

La vida en juego

Donde pongo la vida pongo el fuego
de mi pasión volcada y sin salida.
Donde tengo el amor, toco la herida.
Donde pongo la fe, me pongo en juego.
Pongo en juego mi vida, y pierdo, y luego
vuelvo a empezar, sin vida otra partida.
Perdida la de ayer, la de hoy perdida,
no me doy por vencido, y sigo, y juego
lo que me queda: un resto de esperanza.
Al siempre va. Mantengo mi postura.
Si sale nunca, la esperanza es muerte.
Si sale amor, la primavera avanza.
«La primavera avanza», Ángel González
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