Me gustaría pensar que hubo un tiempo en el que la medicina era un oficio casi humanístico, y el médico escuchaba al paciente y entendía que tanto sus males físicos como los psíquicos, merecían ser atendidos. Pero no es cierto, nunca hubo “un tiempo en el que”, sino que hubo y hay “médicos que”… y uno de esos es Oliver Sacks.
Soy una persona con suerte, es decir, con buenas amistades consolidadas y buenos proyectos de amistad en marcha y una de ellas me regaló “Migraña” de Sacks hace unos meses.
Desconozco cual era la intención de Sacks al escribir el libro, pero os puedo asegurar que, para mí, que como sabéis padezco ataques periódicos de esta enfermedad, es sobre todo un consuelo.
Me he emocionado con algunos párrafos, ¡resulta que no soy una histérica con alucinaciones!, ni tan creativa como creía, porque los dibujos que, desde muy joven, garabateo mientras mi mente (cuando mi cuerpo no puede) se ausenta de una reunión, no son más que representaciones de lo que he “visto” durante las crisis. Ahora sé que los nervios, la disminución de la agudeza visual y auditiva, y (lo que peor llevo) esos segundos de decalage entre el pensamiento y su expresión, que me impide seguir una conversación con la agilidad habitual… todo eso, son síntomas normales en un ataque de migraña.
Pero sobre todo, leer el libro ha hecho que me sienta comprendida y respetada, por primera vez, por un profesional. He sido visitada por neurólogos, alguno de ellos, especialmente dedicados al tema, y siempre he tenido la sensación de que me tomaban por una histérica. No me malinterpretéis, si todo fuera producido por mi mente y la enfermedad no tuviese un componente físico, merecería igualmente mi respeto, pero soy una persona adulta, suficientemente inteligente y valiente, como para afrontar que algunas de las cosas que me pasan, pueden ser autoprovocadas para conseguir algo a cambio, aunque ese algo sea atención. Pero la migraña no es eso, ¡nunca! (aunque sí, Asier, acepto que a veces son «emociones no expresadas», pero no es lo mismo, aunque lo parezca)
Sé que hoy el post puede que sólo me interese a mí y cuatro más que, como yo, necesiten el bálsamo de la lectura de este libro. Pero los demás no descartéis leer a Sacks, porque si bien sentirse comprendido es una sensación maravillosa, aprender a comprender no lo es menos… ¡es tanto como el gérmen del respeto al otro!
Yo no voy a conformarme con Migraña, leeré más libros del autor, los leeré todos si puedo (en este país, desgraciadamente, la reedición no la determina la calidad de la obra sino sus ventas). Y es que, debo confesar que me he enamorado de Oliver Sacks… un amor imposible más… ¿qué le vamos a hacer?, ¡podría haber sido peor!

O. Sacks, Migraña. Editorial Anagrama. Barcelona, 1997.

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