French Flappers. Vintage Lulu
Stormy Weather. Etta James (Spotify)


Para Amalio y Enrique
_______________________________________
Sé que estoy nerviosa porque me sudan un poco las manos y me molesta pensar que, cuando la salude, ella lo va a notar. Dicen que lo nota todo… y que tiene mal genio; para ser justos, también dicen que es una persona cálida, que te da una oportunidad. Tendré que confiar en eso. Repaso las notas: “si me haces preguntas impertinentes no me sentiré obligada a contestarte la verdad…”. No puedo volver a casa con una libreta llena de mentiras.
La veo entrar en la biblioteca, sonriente, viste ropa cómoda y la melena, cuidada, le llega a la altura de los hombros; de su cuello cuelgan unas gafas de lectura. Lleva un libro en una mano y el móvil en la otra. Se acerca y pienso en mi mano sudorosa, pero me da dos besos y me invita a sentarme.
– Vienes por lo de la entrevista, ¿verdad?… ¿un café?
Se aproxima a la cafetera y prepara dos cafés solos, aunque no recuerdo haber contestado que “sí”, ni que ella me preguntase cómo lo prefería. Me acerca el mío, se sienta y no espera a que hable yo.
– A ver, ¿qué quieres saber?, ¿qué crees que sé yo, que tú no sepas?
– Bueno… verá… un poco de todo, me he comprometido con los lectores del blog y ahora…
– Ahora no tienes ni idea de qué les puede interesar, ¿no? En realidad no piensas que ni yo, ni mi vida seamos interesantes…
Sonríe y le devuelvo la sonrisa (aunque no sé si hago bien…). Pues no, no debería haber sonreído, porque ella de pronto se pone seria.
– Tú dirás.
La primera mirada que me dirige es dura, pero supongo que el súbito rubor que hace arder mis mejillas la conmueve, porque cambia el gesto y sonríe abiertamente. Tal vez sólo esté pensando que soy demasiado estúpida como para merecer su enojo.
– ¿Tienes que hacer la entrevista sí o sí, verdad?, eres cabezota, ¿eh?, ¡me gusta la gente que se empeña en cumplir con la palabra dada! A ver qué te parece mi propuesta: dividimos esto en partes, un día nos centramos en hablar de las emociones, otro de las lecturas y el último lo destinamos a las cosas que me gustan. Después lo mezclas a tu gusto, pones cuatro frases sobre lo que te parezco y lo publicas – acaba su café y se levanta para recoger las tazas… ve que no he probado el mío-. Se te va a enfriar el café.
Entonces suena su móvil, hace un gesto de disculpa y sale al porche para atender la llamada mientras señala mi taza, apremiándome para que la tome.
Doy un sorbo y aprovecho para sacar mis notas. La veo regresar, respiro hondo y me dispongo a lanzarle la primera pregunta.
Entra en la sala y me levanto como animada por un resorte. No sabría decir porqué, pero sé que la reunión se ha acabado.
– Lo siento. Vamos a tener que dejarlo aquí por hoy, ha surgido un imprevisto. ¿Por qué no vuelves el domingo, a la misma hora?
Como no me doy prisa, se me adelanta…
– ¿Te parece bien el esquema que te he comentado?
– Sí, sí, pero, si no le importa, también me gustaría tratar algún tema personal…
– Bien, bien, pasado mañana entonces.
Me acompaña hasta la puerta y sonríe condescendiente mientras me alejo. Ahora sí estoy segura: ¡piensa que soy idiota!
Traspaso la puerta del jardín y leo el letrero pintado en una tablilla de madera, “El club de los domingos”. Volveré dentro de dos días y preguntaré, ¡vaya si preguntaré!
…………..
Tanto esta entrada, como las de los próximos domingos, no hubiesen sido posibles sin Amalio, que inoculó la idea, haciéndome creer que sabría y podría, y sin Enrique, que puso una red bajo mis pies para que yo hiciese cabriolas en lo alto, sin miedo a la caída. Quede en este Club constancia de mi agradecimiento y vuele hasta ellos el fuerte abrazo que desde aquí les mando.
Pero tampoco existiría sin vosotros, que habéis enviado un montón de preguntas y le habéis dado a este espacio un sentido que no tenía. Ahora sé que estáis ahí y eso lo cambia todo.
Gracias por querer conocerme un poco más y por vuestras cariñosas frases de ánimo. Gracias también a los que no habéis preguntado, pero visitáis este espacio, comentáis y le decís a los demás que os gusta. Quiero que sepáis que valoro el tiempo que me dedicáis; un minuto de vuestra atención es el mejor regalo que me podéis hacer.
¡Hasta el domingo, socios!
www.elclubdelosdomingos.com