Me alegra que a Joan Margarit le hayan dado el Premio Nacional de Poesía, porque se lo merece, pero también porque vive en el mismo pueblo que yo y, como arquitecto, participó en el cálculo de estructuras de mi edificio… pero, sobre todo, porque ha hecho ese difícil trayecto, de ser un arquitecto que escribía poesía a un poeta que estudió arquitectura, con sencillez y sin sobresaltos. ¡Enhorabuena!
Y, para muestra de que se lo merece más que nadie, aquí dejo este poema:
No tires las cartas de amor
(«Aguafuertes». Sevilla. Ed. Renacimiento, 1998)
Ellas no te abandonarán.
El tiempo pasará, se borrará el deseo
-esta flecha de sombra-
y los sensuales rostros, bellos e inteligentes,
se ocultarán en ti, al fondo de un espejo.
Caerán los años. Te cansarán los libros.
Descenderás aún más
e, incluso, perderás la poesía.
El ruido de ciudad en los cristales
acabará por ser tu única música,
y las cartas de amor que habrás guardado
serán tu última literatura.
Me la llegeixes, sisplau? Tinc un problema amb les poesies: m’agrada que me les llegeixin, però no m’agrada llegir-les?
Algun Freud a la sala?
Tens raó Ferran, la poesia és millor si te la llegeixen, però tampoc tothom ho sap fer bé… una opció (el que jo acostumo a fer quan no em sent ningú :D)és llegir-les en veu alta. Amb el teatre em passa el mateix. Deixa estar al Freud, que segur que culparia de tot a les nostres mares, pobretes!
Leo a Joan Margarit desde hace muchos años, en catalán(mi lengua materna) y en castellano, la lengua que aprendí, mal, en la escuela de los años 50, en Barcelona,la lengua cuya historia empecé a estudiar con entusiasmo en la facultad de Letras de la Universidad de Barcelona, gracias a las clases de Badía Margarit, Blecua, Vilanova, Martín de Riquer, Marsà… y en La U.Complutense de Madrid (inolvidables Rafael Lapesa, Dámaso Alonso, Richard) donde me licencié en Filosofía y Letras (Filología Románica). Y ya nunca más he podido separar mi amor por las dos lenguas que me han constituído y construido como lectora, como profesora de Lengua y Literatura y como enamorada de la poesía de Juan Ramón Jiménez y de la de Mnssen Cinto Verdaguer. la
Hola María, comparto contigo ese amor por las dos lenguas, aunque la materna es en mi caso el castellano y el catalán puede aprenderlo bien, gracias al buen hacer de unos maestros que orientaron mis lecturas para que no pudiese hacer nada más que enamorarme de su musicalidad y su frescura. Siento debilidad por Margarit porque su poesía llega de forma sencilla y directa al alma. No exagera, no miente, solo te recuerda que esas emociones tan íntimas que te doblegan algunas veces y otras te hacen ser feliz, le ocurren a mucha más gente. Margarit hace que no te sientas solo nunca. Eso es bueno ¿no te parece?
Gracias por pasarte por aquí María. Vuelve cuando quieras.