Estaba sentado en las escaleras de la biblioteca cuando la vi. La reconocí antes incluso de verla, o al menos esa es la impresión que me dio porque sentí un temblor por dentro. Llevaba un traje con pantalón y americana de color chocolate y un bolso grande que sujetaba con la mano. Subía las escaleras con paso rápido y sin mirar a los lados. En el mostrador de préstamos le dije que me había recordado a alguien. Ella, bajo la sorpresa del encuentro, parecía no escucharme. Me lanzó una mirada fugaz y se puso a hablar con la bibliotecaria, que le alargó un paquete por encima del mostrador. Estaba más delgada y eso hacía que sus rasgos se hubieran endurecido, pero sus ojos seguían llenos de vida. Se sujetaba el pelo con un pasador en la nuca y lo tenía más rubio de lo que yo recordaba. Me molestó que no hiciera ningún gesto de acercamiento a mí. Quizá no era la mujer que yo pensaba que era y ella solo se esforzaba en no ser descortés con un desconocido.
La acompañé hasta la salida. Al pasar por el buzón de devoluciones, arrojé los dos libros que llevaba. Sigo sin acostumbrarme a devolverlos a tiempo, como si las fechas de entrega no se ajustaran al tiempo de la lectura, le dije, haciendo un guiño a nuestro pasado, cuando tantas veces había tenido que pedirle que me dejara su carné. Ella replicó que eso le parecía una desconsideración. Me dejó que le abriera la puerta y salió a la calle sin detenerse. Se puso las gafas de sol y su rostro se endureció todavía más. Me asusté. ¿Y si nuestra separación no fue tan amistosa como yo recordaba? Guardaba un recuerdo muy grato de nuestro trozo de vida juntos, pero puede que ella ocultara entonces un agravio del que nunca pude defenderme. Le conté lo del puesto de flores de la entrada del parque donde solía sentarme con un café antes de ir al trabajo. Estaba enamorado de una chica rubia que iba allí a comprar plantas, le dije, rozándole el codo para que se detuviera. Ella me regalaba una si lograba sorprenderla con un libro. ¿Te acuerdas?
Imagen: Paul Klee (1879-1940). Flower Myth, 1918.
Artículo publicado el 12 de febrero de 2015 en el periódico La Opinión de Murcia.