Canal “La poesía se hace en los bosques”, escribió André Breton en uno de sus poemas surrealistas. Necesita espacio, pero no un espacio vacío, porque su promesa ya está desplazando el mundo. Necesita algo que esté por hacer o que tenga la apariencia de vida desordenada, de caos a la espera de la imaginación creadora. Así también el amor, que, como la poesía, se hace en “la aurora de las cosas”. Necesita espacio (el poeta menciona, por ejemplo, los surcos del pan, las burbujas del arroyo, los bucles del pelo, las volutas claras del humo) y nace en el tiempo.

Ocurre cuando nos hemos detenido en el umbral del bosque y, llenos de esperanza y de dudas, con demasiadas preguntas para una sola certeza, nos ha parecido que nuestra vida estaba a punto de abrirse, que había llegado el momento. Temiendo que no haya vuelta atrás, deseamos asomarnos al futuro y conocer lo que nos va a ocurrir. Si esa persona que contempla el bosque lleno de temor fuera el personaje de una novela, como lectores podríamos saltarnos páginas y disfrutar del momento culminante ahorrándonos el tedio, los miedos y el suspense… pero en la vida no sabemos saltarnos las páginas. El amor se hace en los bosques, como la poesía. No podemos avanzar para saber si saldrá bien y luego retroceder a la página primera para continuar desde allí una vez calmada la impaciencia. Exige una entrega casi a ciegas, una apuesta basada en poco más que un vago presentimiento. ¿No es una locura? ¿Quién sabe qué nos encontraremos unas páginas después? No hay forma de saberlo cuando ya se ha traspasado el umbral. La última página ha empezado a escribirse y nosotros no somos capaces de leerla. Sin embargo, tenemos el instante que va a empezar, “la aurora de las cosas”. Y aunque solo tracemos surcos o volutas de humo, ese momento es nuestro y las páginas vuelan como si cada una de ellas atesorara un secreto o una promesa. Ya no nos apetece asomarnos al futuro. La belleza está en el comienzo, como un periódico doblado junto al desayuno de los domingos.

Quizá por eso el amor y la poesía solo pueden existir unidos. Cuando es así, se suceden páginas y páginas abiertas al milagro. Confiados en su poder transformador, podemos esperar con paciencia porque somos nosotros quienes escribimos. Como decía Breton, la poesía, mientras dura, “prohibe toda caída en la miseria del mundo”.

Imagen: Canal, 2016, E. A.

Artículo publicado el 5 de mayo de 2016 en el periódico La Opinión de Murcia.