
“Mientras la lectura sea para nosotros la iniciadora cuyas llaves mágicas nos abren en nuestro interior la puerta de estancias a las que no hubiéramos sabido llegar solos, su papel en nuestra vida es saludable…”
Sobre la lectura. Marcel Proust.
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Suelo ser poco de celebraciones preestablecidas. Tan poco que en los últimos años prepandemia ya no acudía a los puestos de libros el día de Sant Jordi, porque eran -salvo escasas excepciones, no siempre honrosas- calcados los unos a los otros. Dicho esto, y como mis circunstancias han cambiado y este año lo pasaré en una ciudad que todavía debo descubrir, he pensado en recorrer las librerías y, si hay suerte, volver a casa con las novelas que busco. Tampoco faltarán las rosas, por los que estamos y por los que se fueron y porque en aquí la naturaleza se te mete en casa sin que te des ni cuenta.
En las recomendaciones de libros para ese día, separaré los que he leído de los que, en principio, deseo comprar, unas veces porque he leído buenas críticas y otras porque me fío del autor o del librero.
De los libros con los que he disfrutado, destaco:
El año del pensamiento mágico, de Joan Didion. En los últimos dos años, son pocas las personas que no han perdido a un ser querido. Este libro es para los que no nos contamos entre ese puñado de privilegiados. No os preocupéis, no se regodea en el dolor, se centra en esa vida que continúa, a pesar de todo, en esos días en los que nos sorprendemos sonriendo, en cómo incorporamos la nostalgia en una cotidianeidad que no perdona. La vida siempre nos sorprende y vale la pena recordarlo, por aquello de conservar la esperanza.
Los días perfectos, de Jacobo Bergareche. Sí, lo sé, lo habéis visto en todas las listas de recomendaciones desde que se publicó, pero tengo que incluirlo también en esta, por si esa unanimidad de criterio os hace sospechar. Si hace años que estáis junto a vuestra pareja, entenderéis a los protagonistas, a todos, a los que hablan y a los que callan pero están ahí, alterando la realidad de muchas cosas.
Un domingo en Ville-d’Avray, de Dominique Barbéris. Es una historia tan intimista, tan de emociones propias, que entiendo que no a todo el mundo le parezca una gran novela. A mí sí me lo pareció y a vosotros estoy segura de que también os lo parecerá.
Las gratitudes, de Delphyne de Vigan. Lo mejor, para el final, como ese trozo del pastel de nata coronado por la guinda que me gusta dejar para el último momento. Todo lo bueno que diga es poco. Me admiré de la autora cuando leí Nada se opone a la noche, pero pensé que no se superaría. Lo ha hecho, con esta maravillosa novela.
Los libros que, a día de hoy, y salvo sorpresas de última hora, quiero comprar en Sant Jordi, son:
Años luz, de James Salter. No he leído nada de este autor, a pesar de haber oído hablar maravillas de sus obras. Esta fue, además, la que lo consagró como escritor.
Brillo, de Raven Leilani. La fama y los premios la preceden. Últimamente los jóvenes escritores me sorprenden para bien y, aunque solo sea para poder opinar con conocimiento de causa, me apetece mucho leer este libro.
Las leyes de la ascensión, de Céline Curiol. Meterme en un libro de casi 1000 páginas era algo que me entusiasmaba cuando era joven y daba por sentado que solo se publicaban historias maravillosas, hoy en día sin embargo me da un poco de miedo, pero el mundo es de los valientes y las críticas no pueden ser mejores, así es que creo que me lanzaré a por él.
Y eso será todo… creo, que en estas cosas nunca se sabe…
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