¿Cómo nos habrá afectado este tiempo excepcional, este paréntesis de nuestras vidas tan intenso y lleno de todo lo que la vida ofrece y quita, a nuestras lecturas? ¿Cómo nos han ayudado los libros? ¿Cuáles hemos necesitado? Si la lectura es algo tan personal, ahora lo ha sido todavía más. La maleta del verano siempre es especial. La preparamos con la mente puesta en el lugar donde nos imaginamos leyendo, en nuestro rincón preferido cerca del mar, en la ciudad que todavía no es más que un sueño, en el tiempo detenido en un presente de calma y abierto hacia el pasado de nuestras adolescencias lectoras… La maleta ya está preparada.
Hay alguna elección involuntaria, esos libros que el hada que habita en las librerías pone en tus manos sin saber por qué. Hay dos que Francesca comentó en el Club y que a ella misma le sorprendieron porque nos sumergen en los secretos de la intimidad y los caminos insólitos del autonocimiento. Y hay clásicos que nunca dejan de iluminar el presente.
Reflexiones sobre una Venus marina, de Lawrence Durrell
Y como va a ser un verano de viajes inciertos, algunos ya definitivamente aplazados, puede ser una buena idea viajar con la imaginación, dejar que sean otros viajeros quienes nos cuenten lo que vieron. El azar, que es el rey en La Mandragora, puso este libro de Lawrence Durrell en mis manos, un viaje a Rodas para quienes, aquejados de islomanía, opten por dejarse llevar hacia esos mundos antiguos rodeados de mar, donde flotan eternamente «conversaciones iniciadas y dejadas en suspenso en el aire, viajes planeados y jamás emprendidos, años dorados cuyos fantasmas todavía surgen y nos acosan». Hay una edición de este año de Edhasa que reúne tres textos relacionados con Grecia: Trilogía del Mediterráneo.
Labios de piedra, de Nancy Huston
Cuenta dos historias paralelas, en una de ellas vemos cómo se construye la personalidad homicida de Pol Pot y en la otra, una joven y rebelde Nancy Huston se muestra, a muchos kilómetros de la sangre que el genocida de Camboya derramó, como la joven revolucionaria de salón que fue herida por la palabrería de gente como él. La autora afronta con valentía su historia personal en un ejercicio de honestidad y de reconciliación consigo misma.
Unas vacaciones en invierno, de Bernard MacLaverty
El milagro no reside en enamorarse, lo realmente sorprendente es haber logrado seguir junto a la otra persona durante tantos años, superando todos y cada uno de los obstáculos -también los felices- que la vida pone en nuestro camino.
Esta es una de esas historias que no se olvidan fácilmente, porque cuenta la intimidad, la vida interior, los pequeños secretos, de dos personas que no se nos parecen, pero que bien podrían ser cualquiera de nosotros.
Territorio de luz, de Yuko Tsushima
La novela capta el momento en el que una mujer, madre de una niña, comprende que debe hacerse cargo ella sola de su propia vida. Para ello tiene que recomponer los trozos dispersos de sueños, sentimientos y sucesos que parecen desconectados entre sí. Irá descubriendo que del vacío puede surgir la paz; de la rabia, la comprensión; de la soledad, la empatía; de la lluvia, la risa; del dolor, un nuevo impulso para vivir; y de todo ello junto, un territorio de luz reconstruido en su imaginación.
Un asunto tenebroso, de Honore de Balzac
Esta obra que el autor de la Comedia humana’ publicó en 1841 es una mezcla de novela histórica, policiaca, política, de espías y de aventuras. Está basada en un hecho real, la detención de los tres secuestradores de un abogado que a su vez serán implicados en un atentado contra Napoleón en medio de un asunto tenebroso de espionaje, venganzas, resentimientos de clase e intrigas políticas. Y en medio de las cloacas de la policía y los secretos de estado, la figura de una mujer, Laurence, arrogante, altiva, ingenua y de corazón noble. «Si, en justicia, la verdad se parece a menudo a una fábula, la fábula también se parece mucho a la verdad».
Al filo de la navaja, de W. Somerset Maugham
¿Qué ha sido de ese chico tan encantador, Larry Durrel? Tenía un gran porvenir, un brillante futuro, pero la guerra le cambió su visión de las cosas y necesitaba volver a encontrar el sentido a la vida. Quería viajar y conocer mundo: primero París, después la India, en busca de la sabiduría más allá de las convenciones del mundo en decadencia de los años 20. «Quizá cuando su vida acabe, no deje de su paso por la tierra señales más profundas que las que un canto arrojado al río deja sobre la superficie del agua. Si así es, y mi libro se lee, lo será por el intrínseco mérito que pueda tener. Pero también puede ser que el modo de vivir de este hombre, su extraña razón y su carácter dulce lleguen a influir sobre los demás hombres, de manera que tras su muerte muchos comprendan que durante esa época vivió un hombre notable».
Ve y pon un centinela, de Harper Lee
Atticus Finch era en matar a un ruiseñor’ la encarnación de la integridad en su defensa de un hombre negro acusado de violar a una mujer blanca en los años 30. Esa novela consagraba el mito de una nación fundada en el principio de que todos los hombres son creados iguales. En ‘Ven y pon un centinela’, el mismo personaje aparece en su vejez, dos décadas después, contagiado de las ideas más racistas de una época llena de prejuicios. Esta puede ser una buena lectura para comprender la nueva ola de fanatismo y odio que recorre nuestra mundo y lo profundas que son sus raíces. «Uno nunca entiende de verdad a una persona hasta que se plantea las cosas desde su punto de vista», decía Atticus.
Retahílas, de Carmen Martín Gaite
Dos personajes que hablan y escuchan. Una mujer y un hombre, ambos solitarios, devanan sus vidas intentando seguir el hilo, abrazándose al «estribillo fundamental». Una noche de agosto por delante para escuchar los recuerdos, experiencias y pensamientos de dos personajes unidos por su búsqueda de un interlocutor. «Nunca se escuchan historias mejor contadas que las que se cuentan a un interlocutor casual».
Los fuegos de otoño, de Irene Nemirovsky
El deseo de recuperar el tiempo perdido o el tiempo robado en una sociedad que no parece reconocer el sacrificio. París, años 20 tras la Gran Guerra. Un mundo en crisis con ganas de olvidar. Un tema que ya ocupó a Balzac y que hoy sigue pendiente: la decadencia de los valores en una sociedad atrapada en el poder, el placer y el dinero. Escrita en 1942, al mismo tiempo que su obra cumbre ‘Suite francesa’, y poco antes de ser detenida y conducida a un campo de exterminio, fue publicada a título póstumo en 1957. Ahora Salamandra la publica por primera vez en español.
Antología poética, de Edna St. Vincent Millay
La biografía que escribió Nancy Milford sobre la poeta Edna St. Vincent Millay (Rockland, USA, 1892) se titulaba ‘Una belleza salvaje’. Independiente, feminista, vital, brillante, ingeniosa, romántica, bohemia, indómita, su poesía fue considerada ‘la voz de la era del jazz’. Lumen publica una antología de su obra.
«No me resigno a que los corazones que aman sean sepultados bajo el duro suelo,
Así es, y así será, porque así ha sido desde tiempo inmemorial:
A la oscuridad se van, los sabios los bondadosos.
Coronados con lirios y laureles se van: pero no me resigno».