Clarissa. Stefan Zweig. “A veces, al evocar su vida, se sentía como si sólo hubiera participado activamente en una pequeña parte de ella, y hubiera vivido el resto sumida en el cansancio o empujada por el vacío sentido del deber”. Melodrama con retrato femenino en tiempos de guerra, como los de ahora, que divide a familias y amigos, pone a prueba el amor y nos obliga a tomar decisiones cruciales.
Desconcierto. Richard Powers. Cuando varios meses después de haber leído una novela, sus personajes todavía regresan a tus pensamientos como si siguieran vivos y la historia no hubiera acabado es que esa novela te ha llegado muy dentro. A mí me pasa con esta.
Un mes en Siena. Hisham Matar. En 1990, cuando el autor era universitario en Londres y acababa de perder a su padre a manos de la policía secreta de Gadafi, iba cada día a la National Gallery de Londres, donde se quedaba mirando un cuadro durante una hora. Los que más le gustaba mirar eran los de la llamada escuela de Siena. Este libro rememora muchos años después esa extraña fascinación en una mezcla de memorias y reflexión sobre el arte y el poder.
Stitch. Richard Stern. La historia de la relación entre un famoso escultor en el final de su vida, una joven poeta y un maduro aspirante a escritor. Lecciones sobre arte y vida en una Venecia retratada con mirada de pintor impresionista.
Memoria del amor. Kristen Throup. Una exploración sobre la amistad y el amor entre madre e hija durante un buen trecho del siglo XX en Dinamarca. Una novela realista que traza un profundo retrato individual y generacional.
Las gratitudes. Delphine de Vigan. Así lo recomienda Francesca: “Es de esas novelas que una lee de ciento en viento y que te dan más alas que ninguna bebida energética. Dicen que deprime un poco, pero a mí me produjo una alegría inmensa leerlo, porque pone en valor el agradecimiento y eso es importante”.
Malentendido en Moscú. Simone de Beauvoir. Otra recomendación de Francesca, que suele equivocarse menos que yo: “Posee una cualidad que solo encuentras en los grandes escritores: sus frases contienen más mensajes que palabras, son puertas abiertas a tus propias emociones. No pude resistirme a atravesarlas. La trama es sencilla, una pareja de intelectuales, jubilados y parisinos, sin más obligaciones que las autoimpuestas, viaja a Moscú para encontrarse con la hija que él tuvo en un primer matrimonio. Para ambos es el segundo viaje a una ciudad que no ceja en su empeño de decepcionarles”.
Los libros de cuentos. Willa Cather. Todos los libros de cuentos que la autora publicó de 1905 hasta 1947 con sus temas preferidos: naturaleza y arte, campo y ciudad, pasado y presente, y las pérdidas que la colisión entre ellos ocasionan. La juventud, las esperanzas, las ilusiones…
Las cuatro plumas. A. E. W. Mason. Novela de aventuras sobre un soldado que tras ser acusado de cobardía se verá sometido a peligrosas pruebas para recuperar su honor. Un clásico sobre esos valores tan anticuados como el honor, la culpa y la lealtad en una historia de acción y sentimientos abordados con complejidad moral.
Yamilia. Chinguiz Aitmátov. “Sucedió en tiempos de mi temprana juventud. Corría el tercer año de la guerra. En los lejanos frentes, en algún lugar cerca de Kursk y de Oriol, combatían nuestros padres y hermanos, y nosotros, todavía unos adolescentes que rondábamos los quince años, trabajábamos en el koljós…” Una delicada historia de amor en la estepa del Kirguistán, en una aldea rodeada de montañas, en tiempos soviéticos.
Un domingo en Ville-d’Avray. Dominique Barbéris. Historia de tono intimista que empieza con dos hermanas que conversan sobre sus vidas un domingo por la tarde en un pueblo a las afueras de París. En la conversación surgirán confidencias que les harán plantearse las grandes preguntas sobre los secretos que encierra cada vida, sobre las verdades y las mentiras, lo que se muestra y lo que se oculta, la necesidad de compartir.
Sinsonte. Walter Tevis. La humanidad ha entrado en fase terminal. Los robots trabajan y el ser humano languidece en un mundo sin libros y sin problemas. Hace tiempo que no nacen niños. De vez en cuando la gente se quema a lo bonzo como último gesto de rebeldía, aunque nadie les presta atención. En este mundo desolado tres personajes sueñan con la posibilidad de un paraíso: Spofforth, un robot que anhela una muerte para la que no está programado, Paul Bentley, el hombre que redescubre la lectura, y Mary Lou, la chica rebelde que experimentará el amor.
Qué hacer con estos pedazos. Piedad Bonnett. Quizá este sea un poco triste, aviso. “Lo que yo quise fue revelar una realidad muy generalizada y de la que se habla muy poco, que se mantiene muy oculta. Mujeres con habitación propia, pero presas de sus casas y de sus relaciones, y esclavas de la culpa”.
Poeta chileno. Alejandro Zambra. Sobre el amor y el consuelo de la poesía, la historia de dos aspirantes a poetas, padre e hijo, de la mano de una periodista neoyorquina que llega a Chile para escribir una historia personal y literaria sobre el universo paralelo de la imaginación.
El trigo tierno. Colette. En la preciosa colección Ediciones Invisibles esta novela sobre adolescencia e iniciación a la vida durante un verano a la orilla del mar. El fin de la infancia y el descubrimiento del amor. «Nadaban hombro con hombro, él, más blanco de piel, la cabeza negra y redonda bajo el pelo mojado, ella, quemada como se queman. las rubias, con un pañuelo azul anudado a la cabeza…”.