Pequeños fuegos por todas partes, de Celeste Ng

Ha sido empezar a ver la serie ‘Little fires everywhere’ y desear leer la novela en la que está basada. Francesca la recomendaba así hace un tiempo en el Club: “Ni siquiera os diré que leáis el libro, porque no sé si os gustará, lo que sí sé, porque me ha pasado, es que al acabarlo, y al día siguiente, y al siguiente del siguiente de haberlo acabado, esos pequeños fuegos permanecerán encendidos en vosotros y con su recuerdo, os sobrevendrá la duda de si realmente estáis viviendo la vida que queréis vivir”.

Imposible, de Erri de Luca

Esta novela de la que ya hablamos en el Club es la confirmación de, al menos, dos cosas: que se puede escribir una novela política sin caer en la simplificación ideológica y que la belleza del estilo se alcanza con la precisión de la palabra justa. La verdad surge cuando se busca sin condiciones, abiertos a las contradicciones, aceptando que no sabemos nada, resignados a encontrar al final solo más preguntas. 

La casa del tiempo, de Laura Mancinelli

Otro libro pequeño en extensión, pero muy profundo por la mirada sosegada con la que se cuenta la desorientación de un hombre que, en la mitad de su vida, también se pregunta qué camino tomar. Sorprende la forma en que se transmite la vida en suspenso, como si nos lo estuviéramos jugando todo sin saberlo. Lo percibe el lector, sin que el protagonista se dé  cuenta. Melancolía, bellas descripciones y misterios cotidianos que llevarán a un pintor en crisis a descubrir que la vida es una búsqueda sin fin cuando nos atrevemos a entrar por las puertas que va abriendo el tiempo.

Reflejos en un ojo dorado, de Carson McCullers

Un clásico que me llevo solo por la bella portada de la nueva edición de bolsillo de Austral. Siempre es una buena ocasión para descubrir o volver a Carson McCullers con sus historias de corazones solitarios, secretos ocultos en los lugares más insospechados, rebeldes incomprendidos que chocarán con el mundo para encontrar el amor en otras almas igualmente heridas. 

Agathe, de Anne Cathrine Bomann

Esta es una apuesta. Su autora es una psicóloga danesa excampeona de tenis de mesa. La novela ocurre en París, tras la Segunda Guerra Mundial. Un psiquiatra a punto de jubilarse recibe en su consulta a una mujer alemana llamada Agathe, con una vida envuelta en misterio. Con ella, lo imprevisible entrará en la vida del psiquiatra.

El retorno del Buda, de Gaito Gazdánov

Un descubrimiento. Su editorial lo califica de intriga metafísica. En el París de los años 30, un estudiante ruso ofrece una limosna a un vagabundo que tiempo después se convierte en millonario por una herencia. Cuando un día aparece asesinado, el estudiante es detenido como principal sospechoso. Su salvación dependerá de una estatuilla de Buda que desapareció de la escena del crimen. Como el narrador, Gazdanov también vivió en el exilio desde los años 20, donde escribió diez novelas, todas ellas prohibidas en la URSS.

Todo lo que vale, de Tim Gautreaux

Repetimos con este autor norteamericano de nombre difícil de memorizar. Muy bien editado por La Huerta Grande, como su novela ‘El paso siguiente en el baile’, este libro recoge once relatos que son, como explica la solapa, “pequeñas piezas maestras llenas de humor y de ternura que narran las vidas anónimas de los entrañables personajes que componen el tejido social y emocional del entorno rural de Luisiana”.

Jack, de Marilynne Robinson

Esta es una autora favorita del Club. Forma parte del ciclo compuesto por las tres que la preceden: Gilead, Home y Lila. Cuenta la historia de amor entre un hombre de vida poco edificante y con impulsos autodestructivos y una maestra de secundara independiente y de espíritu generoso.

Narraciones románticas alemanas, de varios autores

Las leyendas, la infancia, los secretos, el miedo, el espíritu de la naturaleza, la melancolía, la rebeldía, el genio, la poesía, la música. Seis cuentos del primer romanticismo alemán (finales del S. XVIII): Ludwig Tieck (‘El rubio Eckbert’), Novalis (‘Los discípulos en Sais’), Heinrich von Kleist (‘Michael Kohlhaas’, ‘Los esponsales de Santo Domingo’), Adelbert von Chamisso (‘La historia maravillosa de Peter Schlemihl’) y Hoffmann (‘Kreisleriana’).

Y como siempre, poesía para terminar…

Cartas de amor a Susan, de Emily Dickinson

“Querida Amiga. Siento informarte de que ayer a las tres en punto mi mente se detuvo, y desde entonces ha permanecido inmóvil. Antes de que te llegue esta información, probablemente seré un caracol. Por esta providencia desfavorable un ser mental y moral ha sido barrido despiadadamente de su esfera. Sin embargo no deberíamos quejarnos – “Dios se mueve de manera misteriosa, para hacer sus maravillas, planta su pie sobre el mar y cabalga sobre la tormenta”, y si fuera su voluntad, que me convirtiera en una osa y mordiera a mis semejantes, será por el bien supremo de este mundo pecador y perecedero”

Tengo que esperar algunos Días
antes de verte –
Túeres
demasiado trascendental. Pero recuerda

es idolatría,
no indiferencia.

Emily.