biblioteca de verano  mary ann clrak Estos son los cinco libros a los que haré hueco en la maleta cuando en agosto me vaya de vacaciones. Hubo primero una lista de once y al final me he decidido por estos. Como hay tantos títulos que entran y salen de la libreta donde anoto posibles lecturas, la elección tiene mucho de azar y de inconsciencia. Creo que al final son los libros quienes eligen a sus lectores. Y así, casualmente, algunas de estas novelas están muy relacionadas con el verano. Menos una, que es muy reciente, todas fueron escritas hace mucho tiempo. Y como esta lista está pensada para los socios del Club, espero que sea una propuesta que no defraude a quien se deje llevar por ella hacia lugares maravillosos como París, el lago de Como, Manhattan, Londres, Ginebra…

Cuando asedien tu faz cuarenta inviernos, de Mary Ann Clark Bremer
‘Una biblioteca de verano’ se titula una de las novelas cortas de Mary Ann Clark Bremer (1928-1996) que Periférica ha reunido en este tomo junto a ‘Cuando acabe el invierno’, ‘El librero de París y la princesa rusa’ y ‘Una pasión parecida al miedo’. Se trata de una autora desconocida hasta hace poco en España. Aunque es neoyorquina de nacimiento, pasó su vida entre Inglaterra, Alemania, Francia y Suiza. Sus novelas, muy breves y con aroma a película romántica en blanco y negro, están llenas de poesía, como se puede apreciar en los títulos, y en ellas siempre están muy presentes los escritores y novelas que ella admiraba. (La imagen de este post es la fotografía que ilustra la cubierta de ‘Una biblioteca de verano‘).

Lugares, pequeñas cosas amadas. ¿La alegría pequeña o la pequeña felicidad? Un tocado, dos guantes, esa pieza que suena en la estancia con un volumen embriagador….

Tantos días felices, de Laurie Colwin
“Cortejos, celos, rupturas y reconciliaciones en el Nueva York de finales de los setenta”. Así resume Libros del Asteroide la trama de esta novela que fue publicada por primera vez en Estados Unidos en 1978, pero que estaba inédita en España hasta ahora. Su autora, nacida en Manhattan en 1944, escribió otras cuatro novelas además de esta. Aunque al parecer todas tratan sobre los conflictos de pareja, aquí el amor va unido a la felicidad, como debe ser, aunque a veces sea difícil de reconocer:

Una noche, cuando el deseo ya lo tenía absolutamente confundido, Holly se acercó al escritorio y, con un bolígrafo dorado, escribió una lista que luego le entregó. Era, le dijo, una lista de las cosas que le gustaban de él. Decía así: ojos, manos, hombros, ropa y altura. Guido insistió para que le diera más información.

El mono blanco, de John Galsworthy
Un clásico indiscutible ideal para leer en verano porque si nos gusta podemos seguir con la otras dos partes con las que forma la trilogía ‘Una comedia moderna’, que narra la evolución de la sociedad británica tras la guerra de 1914. Lo ha recuperado Reino de Cordelia, aunque también hay una edición de bolsillo. Galsworthy obtuvo el premio Nobel en 1932 y fue muy popular en Inglaterra gracias a la adaptación televisiva de sus obras. Por su estilo se le coloca en compañía de George Eliot, Turgueniev y Thomas Hardy, lo que debería ser suficiente para desear conocerlo.

[…] —Imagina que tus amigos llegan al poder, Michael, en
cierto modo no sería mala cosa porque les ayudaría a madu- rar, ¿qué podrían hacer? ¿Podrían mejorar el gusto nacional? ¿Abolir el cine? ¿Enseñar a los ingleses a cocinar? ¿Evitar que otros países amenacen con la guerra? ¿Obligarnos a cul- tivar nuestro propio alimento? ¿Detener el aumento de la vida en la ciudad? ¿Colgarán a los que se entretienen con el gas tóxico? ¿Podrían evitar que despeguen los aviones en tiempo de guerra? ¿Serían capaces de debilitar el instinto posesivo… en todas partes? ¿O, en definitiva, podrían hacer cualquier otra cosa que no fuese alterar un poco el índice de posesión? La política de cualquier partido sólo es un fertilizante super- ficial. Nos gobiernan los creadores y la naturaleza humana, por eso estamos con la soga al cuello, señor Desert.

El año del verano que nunca llegó, de William Ospina
Una novela en español escrita por un escritor colombiano que rinde homenaje al Romanticismo con una de sus historias míticas: el origen de Frankenstein durante los dos días de junio que Lord Byron, Percy B. Shelley, Mary Shelley y John William Polidori compartieron en la Villa Diodati, junto al lago Lemán, en Suiza. Mezclando ficción, ensayo, diario de viajes y memorias, el narrador investiga lo ocurrido en aquellos tres días oscuros del «falso verano de 1816»

Pocas cosas me entusiasman tanto como viajar, pero en cuanto llego a una ciudad desconocida, e incluso a alguna que conozco y donde tengo a quién visitar, es frecuente que no se me ocurra nada mejor que permanecer leyendo en la habitación del hotel, escribiendo, o investigando alguna cosa. Ahora me encontraba en el estado perfecto, preñado de una historia casi inagotable.

Madame Solario, de Gladys Huntington
Ambientada en un hotel a orillas del lago Como, Madame Solario recrea el mundo de la belle époque antes de la Primera Guerra Mundial. La norteamericana Gladys Huntington (1887-1959) publicó esta novela de forma anónima en 1956, aunque había sido escrita mucho tiempo antes, y solo se conoció su verdadera autoría treinta años después. En España no se tradujo hasta el año pasado, cuando la publicó Acantilado. Así empieza:

En los primeros años del siglo xx, antes de la Primera Gue­ rra Mundial, Cadenabbia, en el lago de Como, era un lugar de veraneo elegante donde ir a pasar el mes de septiembre. Su popularidad era fácil de explicar. Contaba con la belle­ za casi excesiva del serpenteante lago rodeado de montañas y de márgenes enjoyadas con aldeas de color amarillo dora­ do y con villas de estilo clásico entre cipreses; además, la ca­ becera del lago se hallaba cerca de las rutas que conectaban Italia con todas las capitales del este y del centro de Europa.