Casualmente varios de los libros que llevamos en la maleta de este extraño invierno tratan sobre el resgreso al hogar. Si miramos la lectura como un viaje, también hay huidas y encierros y la sensación de estar en el lugar equivocado. Hay encierros, pero también ventanas hacia lo posible, la pista que siempre nos deja el Espíritu de la Belleza…
Una educación. Tara Westover. Puede que este haya sido el libro que más nos haya impresionado y conmovido este año. Es una novela asombrosa tanto por la historia que cuenta como por cómo está contada. ¿A quién pueden interesar las penurias de una chica de las montañas de Idaho? A cualquiera que haya tenido sus propias montañas que atravesar.
Padres e hijos. Iván Turguénev. Esta es la novela más melancólica del mundo. La nueva edición de Alba nos ofrece otra oportunidad de recuperar este clásico que cuenta con delicadeza, profundidad y emoción contenida lo que ocurre cuando un joven que empieza a descubrirse a sí mismo regresa a su hogar.


Una jaula en un jardín de verano. Margaret Drabble. Aquí también se trata del regreso a casa. En esta ocasión es Sarah quien se reencuentra con su familia por la boda de su hermana mayor mientras decide qué hacer con su vida. Londres, años sesenta.
El fantasma y la señora Muir. R. A. Dick. Una joven viuda se muda a una casa en un pueblecito costero inglés que tendrá que compartir con el espíritu del capitán Daniel Gregg, su antiguo dueño, que vaga por el lugar. El amor rompe todas las fronteras en esta historia que fue llevada al cine por Joseph L. Mankiewicz en los años cuarenta.
Exhalación. Ted Chiang. «La ciencia ficción es un género poderoso porque nos abre caminos, explora la inevitabilidad del cambio», dice el autor de esta recopilación de cuentos. En tiempos de cambios, nada mejor que la ciencia ficción para comprender la realidad.
Un caballero en Moscú. Amor Towles. Condenado a muerte por los bolcheviques en 1922, al conde Rostov se le conmuta la pena por un arresto domiliario en el hotel Metropol, microcosmos de la sociedad rusa y claro exponente del lujo y la decadencia que el nuevo régimen se ha propuesto erradicar. Esta novela parece escrita para estos días: un hombre que se adapta al mundo cambiante que ve desde su ventana e imagina una forma de vivir distinta de la que la sociedad decide que viva…


El consentimiento. Vanesa Springora. Otra vez estamos ante una historia real contada con los recursos de la ficción, tal vez para facilitar al lector avanzar en la lectura de unos hechos muy dolorosos. Debe leerse porque está bien escrito, porque agita nuestras conciencias y, sobre todo, porque es justo que se escuche a las víctimas y se las comprenda. Enorme.
Americanah. Chimamanda Ngozi. Cuando se lee mucho y afortunadamente bueno, se tienden a olvidar esas historias impresionantes que leímos hace tiempo, pero si 2020 empezó bien fue en buena parte gracias a Ngozi y la historia de su desarraigo. Una novela que nos ayuda a comprender el mundo.
El despertar. Kate Chopin. «Uno de estos días voy a decidir qué tipo de mujer soy porque, la verdad, no tengo la menor idea…», dice la protagonista, en busca de su libertad e independencia frente a la mediocre sociedad burguesa de finales del siglo XIX. Aparte de este relato, disponible en Cátedra, la editorial Páginas de la Espuma acaba de publicar sus Cuentos Completos.
Imposible. Erri de Luca. Un juez se enfrenta a un viejo revolucionario a quien acusa del asesinato del hombre que lo delató. Una novela corta que plantea grandes interrogantes sobre el compromiso social y la justicia. En una entrevista, el autor, veterano militante como el personaje de la novela, dice: «Si yo atravieso un bosque en otoño y no conozco los nombres de los árboles, el bosque es solo una masa de vegetación. Pero si conozco los árboles, soy capaz de leer el bosque. La literatura te hace leer la realidad».

Poemas de convivencia. Percy & Mary Shelley. Y para terminar, poesía, la de dos poetas que compartieron sueños, amor y escritura. Y que sirvan estos versos para desearles felices lecturas, feliz Navidad:
«Espíritu de la Belleza, ¿tú que consagras / con tus sutiles tonos cuando iluminas cualquier / pensamiento o forma humana: adónde has ido?»
