El protagonista de esta novela es Martin Edelweiss, un joven ruso de padre suizo que huye de San Petersburgo con su madre al comienzo de la revolución bolchevique. Gran parte de la novela se centra en sus años de universitario en Cambridge, escenario principal junto a Londres y Berlín, ciudades a las que viaja para encontrarse con la joven de la que está enamorado, y Suiza, donde vive su madre, con quien pasa los periodos de vacaciones. A lo largo de breves capítulos seguimos los pasos de Martin en su despertar a las maravillas de la vida y en la aceptación de sus sinsabores. Como suele ocurrir con Nabokov, no es la trama lo más importante, sino la sutil relación entre experiencias corrientes y la comprensión que de ellas tienen los personajes a través de un complejo entramado de consciencia, sueño e imaginación.
Detrás de esa delgada trama hay, sin embargo, un fondo de descripciones detalladas tanto de paisajes como de cosas o personas cuyos más pequeños movimientos transmiten la vibración interior de los sentimientos, de tal forma que el lector puede compartir con el protagonista la ansiedad, la confusión y el asombro de su percepción.
Como ‘Ada o el ardor’, también esta es una novela para sentirla y vivirla, al menos esa es la sensación que a mí me produce. En esta novela hay tan poco argumento e incluso tan poca información con respecto a algunos personajes que asombra la impresión de vida que desprende. Aunque la historia está contada en tercera persona, el punto de vista siempre es el de Martin, lo cual permite que nos adentremos en un viaje interior a través de un tiempo vital en el que se mezclan, con idéntica realidad, los sueños, la imaginación y acontecimientos cotidianos para experimentar, junto al protagonista, toda la angustia de la inexperiencia y la ansiedad del destino.
La ‘Gloria’ del título se refiere a la plenitud vital a la que está llamado el protagonista, por la pureza de sus intenciones y por la sensibilidad en la observación de lo que le rodea. Sin embargo, como dice el autor en el prólogo, “tal plenitud se halla invariablemente impregnada de punzante añoranza”, de modo que la proeza a su alcance se torna inútil por algún tipo de desajuste entre la belleza de la naturaleza, un mundo lleno de peligros y la impotencia de la conciencia individual para ver con claridad.
La relación con su madre, su amor por Sonia y la amistad de sus compañeros de universidad componen los sucesos sobre los que Martin va abriéndose a la vida, pero, como el personaje romántico que es, su destino se forjará en su imaginación, en la fuerza de sus sueños y en la búsqueda de un sentido que se revela de forma intermitente, siempre en confrontación con la naturaleza, en soledad: en un viaje nocturno en tren, ante una hoguera frente al mar de Crimea, en un baño en la playa…
Diferentes visiones de una belleza y una verdad oculta se irán enredando a través del tiempo, trazando caminos de significado en un entramado de vivencias y extrañas asociaciones entre los detalles y los recuerdos que evocan momentos de plenitud y oscuros presagios.
Finalmente, ¿dónde está la proeza? No en su destino, pues nada tiene de glorioso. Tampoco en la clarividencia, pues Nabokov le niega a Martín sensibilidad artística para aliviar su angustia. Quizá en la pureza para seguir las luces que vislumbra en sus sueños.”.
“Y en lo alto de la negra estepa subalpina, en lo alto del sedoso mar, el cielo, esa enormidad que todo lo envuelve, gris perla y con estrellas, que hace que la cabeza te dé vueltas, y que hizo que Martín volviera a experimentar un sentimiento que había experimentado de niño en más de una ocasión: una insufrible intensificación de todos los sentidos, un impulso mágico e imperativo, la presencia de algo por lo cual –solo por ello– merecía la pena vivir”.
SOBRE EL AUTOR
‘Gloria’ (recientemente publicada por Anagrama con traducción de Jesús Zulaika) es una de las nueve novelas rusas que escribió Vladimir Nabokov entre 1925 y 1937, antes de adoptar el idioma inglés en sus obras. Escrita en 1930, está considerada por algunos críticos su primera obra maestra, y él mismo considera, en el prólogo, que, pese a sus imperfecciones, esta novela “se eleva a alturas de pureza y melancolía que solo me sería dado alcanzar mucho más tarde en ‘Ada o el ardor’.
Aquí están ya algunos de los rasgos esenciales de su estilo, como el desarrollo sucesivo de descripciones visuales que van intensificando una emoción, o la acumulación de sentido en detalles observados con mirada poética en instantes mágicos de inspiración en los que la memoria inconsciente juega un papel esencial. “El pasado, el presente y el futuro se unen en un fogonazo repentino; de este modo percibimos el círculo entero del tiempo, que es otra forma de decir que el tiempo deja de existir”.
Cuando escribió ‘Gloria’, Nabokov vivía en Berlín, aunque pronto sufriría su segundo exilio para trasladarse a Estados Unidos y adoptar el inglés. Antes, durante su primer exilio, pudo estudiar en Cambridge en los años 20, igual que su héroe Martin Edelweis, a quien consideraba “el más amable, honrado y conmovedor de todos mis hombres jóvenes… más amable que yo, pero también mucho más ingenuo de lo que yo fui nunca”.
En 1937 se trasladó a Paris, y en el 1940 se mudó a Estados Unidos huyendo del nazismo. Tras 21 años de residencia en América, se fue a vivir a un hotel en Montreux (Suiza), donde falleció en el verano de 1977, a los 78 años..