
Tras releer “Orgullo y prejuicio” empecé varias novelas de mi pila de pendientes y ninguna fue capaz de captar mi atención, hasta que abrí este libro que había comprado no hace mucho, confiando en la editorial y seducida por su título. Había leído críticas magníficas de la anterior novela de Edurne Portela y no quise saber más. Evito conocer el argumento antes de empezar una novela.
Hice bien, porque la historia empieza por el final, de forma que lo primero que conocemos es el futuro de la protagonista y a medida que avanzamos en la narración de unas vidas y un amor aparentemente comunes, vamos descifrando las claves que nos permiten ir siempre un poco por delante de Alicia, la protagonista. Sospechamos y nos asustamos antes que ella, nos irrita que no vea lo que vemos nosotros, comprendemos finalmente que no somos más perspicaces, ni más valientes, lo que ocurre es que nosotros ya sabemos cómo acabará todo, mientras que Alicia -como todas las víctimas- todavía confía en su propia torpeza y se culpa a sí misma, todavía se aferra a la ingenuidad idea de que todos amamos de la misma forma.
Es cierto, que esta construcción de un lector que sabe más que los personajes, es un truco narrativo que no ha descubierto Portela, pero también lo es que lo maneja con maestría, consiguiendo que hagamos una inmersión en la novela, que seamos espectadores privilegiados y resignados, sí, pero también esperanzados, confiados en que esa mujer fuerte, inteligente, exitosa, que se mete de cabeza en una relación que la engulle como si de arenas movedizas se tratase, conseguirá salir de la bruma que la envuelve.
Pero es que lo importante en esta novela no es lo que ocurre -eso nos lo ha explicado mucha gente- sino esa disección casi anatómica que hace la autora sobre la forma en la que, poco a poco, una persona es capaz de fagocitar a otra.
Portela logra que Alicia sea real para el lector y por eso no solo la juzgamos, sino que la comprendemos. El amor es ingenuo por naturaleza.
Es esta una novela en la que el amor, además de ingenuo, es rápido; va tan deprisa que cuesta seguirle los pasos, pero es tan socialmente correcto el camino que recorre, que impide sospechar de los desencuentros, de los reproches, de las exigencias veladas.
Formas de estar lejos empieza con un capítulo que nos pasamos media novela intentando olvidar. No queremos que ocurra lo que nos cuentan y tal vez porque Edurne Portela sabía eso, en un ejercicio de profundo respeto hacia el lector, nos obliga a abrir los ojos y hace que sea Alicia quien nos cuente su historia, “así es como me siento y estas son las razones que me han llevado donde estoy” parece decirnos.
«He cerrado la puerta de la calle con llave y echado los dos cerrojos. He comprobado la puerta corredera de la cocina y colocado el listón de madera en el raíl para trancarla. también he cerrado por dentro la habitación. no he dejado de repetir este ritual ni una noche. Me encierro como lo hacía entonces, cuando él vivía aquí, cuando dormía en la habitación al otro lado de la escalera de caracol y creía oír sus pasos por la noche acercándose a mi puerta».
Entonces, ese ser temeroso y débil del principio, se nos muestra sin pudor, para que sepamos cómo era antes y cómo su vida se dirigió hacia el horror, siguiendo siempre el camino “correcto”.
Cuando la violencia se ejerce dentro de los modelos establecidos nadie se da cuenta de lo que está pasando, tampoco la víctima, solo nosotros podemos ver la maldad es gestos y miradas encerradas en pequeños actos cotidianos y aparentemente inocentes.
Muchas veces he dicho aquí que me cuesta leer a mis coetáneos, que más de una novela exitosa se me resiste, porque hay una cierta tendencia a ensimismarse y tratar como si fuesen transcendentes, lo que solo son modas y modos pasajeros. No es eso lo que hace Edurne Portela, que sitúa en la superficialidad de la sociedad en la que vivimos, una historia eterna, que podrá leerse dentro de muchos años y seguirá obligándonos a reflexionar sobre algo importante.
Formas de estar lejos es una novela enorme, en la que sigues pensando mucho después de leer la última página, en la confianza de que Alicia recupere una vida plena, aunque sepamos que su dicha recuperada, no nos la contará nunca a nosotros.
Imagen: Yellow. A.I.

- Título: Formas de estar lejos
- Autor: Edurne Portela
- Editorial: Galaxia Gutenberg. Año: 2019