Annadriel. Vampire season. Con licencia CC.

Con cada libro mantenemos una relación, que se inicia con el primer contacto que establecemos con él. Normalmente nos acercamos nosotros, a veces son ellos los que se cruzan en nuestro camino, obligándonos casi a tropezar. Carmilla llegó hasta mí de la mano de uno de sus incondicionales, “sé que lo dejo en buenas manos», dijo. Lo recogí como lo que sabía era para él, un tesoro, y como eso he abierto esta noche sus páginas. Sólo ahora, fascinada ya por su lectura, el libro me pertenece en parte. Un auténtico regalo consiste en poner en contacto cosas y personas que crees que deben conocerse, de manera que nunca es del todo tuyo, siempre sigue justamente asociado a la persona que vio la afinidad y forzó el encuentro. 
Después de lo que he dicho, comprenderéis que haya querido ser respetuosa con Carmilla y me haya parecido que, a una novela de vampiros, debía dedicarle una noche de luna llena, como la de hoy. Se trata, además, de una bonita edición, con una tapa suave, que pide ser acariciada. Merecía el silencio, la luz tenue de una lamparita y lo que creo es un buen vino, rojo como la sangre. La soledad completó la liturgia. Y así fue como, hace apenas 2 horas, Carmilla y yo empezamos nuestra común historia.
Desconozco cuando leyó Stoker esta novela, pero no me cabe la menor duda de que su Drácula se inspiró en la historia de Le Fanu. Quizás deba decir, antes de meterme en más vericuetos, que estoy hablando de una novela de apenas 61 páginas. Literatura fantástica y novela corta, dos géneros estigmatizados… dos dificilísimas y respetables formas de abordar un relato. Os parecerá una osadía que diga que Drácula ha podido surgir de una historia tan reducida. Y no, Carmilla contiene todo lo que Stoker necesitaba para armar una gran novela de vampiros, es incluso más valiente y toma a una mujer como artífice de esa maldad que raya en el paroxismo y se transforma, a veces, en amor.
Una mujer que hunde sus colmillos en la yugular de otras mujeres, bebe con placer su sangre y les quita, unas veces con la urgencia de la necesidad, otras con el deleite reposado del deseo, la vida. La alusión al lesbianismo no puede ser más clara. Yo diría que aquí queda patente algo que vengo constatando una y otra vez, el género de terror se permite (o le permiten) una relación más abierta, más franca, con el sexo. En el caso de la literatura de vampiros el erotismo está siempre presente, pero tal vez por ser la sangre, y no el semen, el fluido otorgador de esa otra vida en el territorio que sólo a la muerte corresponde, se crea enmascarado y no se suela asociar con la literatura erótica, de la que sinceramente creo que forma, también, parte (aunque en realidad, lo mejor sería dejar de hablar de géneros de una vez y limitarnos a hablar de temáticas y de calidad).
De esta novela me ha seducido todo: la grandeza de los personajes femeninos sobre los que recae el peso de la historia, el exquisito trato que la novela gótica da siempre a los escenarios, al sonido y a la luz, la narración en primera persona, los saltos temporales de una acción iniciada y retomada al cabo de los años, la fascinación por esa mezcla de sentimientos que se dan en una de las protagonistas (Laura) y que acepta, como se hace con la propia vida, sin pretender entenderlos…
Pero lo que más me ha gustado de Carmilla es que (a diferencia de lo que les ocurre a las vampiras de Stoker), es ella la que, transformando la crueldad en una suerte de amor entregado, vive dos auténticas vidas, con tal intensidad y pasión que las de los que habitan a su alrededor nos parecen anodinas. Una, al leer el libro, debería desear ser Laura… pero desea ser Carmilla.
No voy a contar el argumento, sabéis que conmigo tenéis que hacer un acto de fe… y me duele comprobar que, a veces, lo intentáis, y no os gusta igual que a mí. Lo siento. Probablemente la manera como me entrego, más que me enfrento, a los libros, me predisponga a ver cualidades en ellos de las que en realidad carecen. No lo sé. En todo caso somos únicos y también nuestras circunstancias lo son, así que en el fracaso de las relaciones lectoras tampoco debemos buscar un culpable: unas veces funcionan y otras no. No hay más.
Pronto amanecerá y esta vez no pienso repasar la lectura por la mañana. Sé que, probablemente, mejoraría la sintaxis y que tal vez cuando despierte del corto sueño que iniciaré en breve, al releerlo, lamente no haber retocado algún párrafo, pero será un pequeño gesto de amor hacia Le Fanu: lo que él ha suscitado se publicará tal cual ha surgido, de un tirón, arrastrada todavía por el sonido de los carruajes en la noche, por el viento frío y la luz del amanecer junto al castillo.
¡Feliz domingo!
(Ojalá quien me regaló este libro lea estas líneas, porque es ahora y no entonces, cuando realmente puedo agradecérselo. Entonces le di las gracias por el tiempo que dedicó a pensar en mí y escoger el libro, o a pensar en el libro y escogerme a mí para disfrutarlo, tanto da. Ahora se las doy por regalarme la experiencia vital de enfrentarme al amanecer, bajo el influjo de una lectura deliciosa.
Gracias también por ponerme frente a esa puerta, tras la que tanto bueno se esconde. Soy consciente de que esta lectura y no Drácula, ha constituido mi viaje iniciático… ahora sólo espero saber encontrar las pistas, que seguiré dócilmente, para adentrarme lentamente en ese mundo vampírico, que tan afín me resulta… ¡y yo, todos estos años, sin saberlo!)
……
Joseph Sheridan Le Fanu. Carmilla. Ediciones Obelisco. Barcelona, 2005.
Post de A. Cabañas en VampiriaDeProfundis, donde habla de este libro y que sin duda os dará una visión más objetiva y contextualizada, que os ayude a decidir si emprender o no su lectura.
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