Slipknot. Dead memories. En Flickr, con licencia CC.
Memoria
No tomes muy en serio
lo que te dice la memoria.
A lo mejor no hubo esa tarde.
Quizá todo fue autoengaño.
La gran pasión
sólo existió en tu deseo.
Quién te dice que no te está contando ficciones
para alargar la prórroga del fin
y sugerir que todo esto
tuvo al menos algún sentido.
La memoria es traicionera, lo dicen los expertos: nos inventamos recuerdos, sin mala intención, por puro instinto de conservación, modificando un poco cada día la intensidad con la que nos amaron, lo bien que se nos daba aquella asignatura, lo ricos que estaban los dulces que comimos de niños… O al revés, agriamos el pasado, para poder así sostener nuestro rechazo o justificar nuestro abandono.
Yo soy de la opinión de que situamos siempre los recuerdos en los extremos del sentimiento, para que nos quede un espacio donde vivir, en medio; porque instalarse permanentemente en el lugar del bueno/malo, blanco/negro, gozo/tristeza, sería destructivo, además de agotador.
Pero para habitar ese bondadoso territorio, debemos engañarnos, falseando los recuerdos: vernos frívolos donde fuimos intrigantes y puros donde mojigatos. También es obligado darle al otro el papel de amigo o enemigo aunque fuese justo lo contrario (o nada de eso) o el de simple compañía, cuando en realidad removió sentimientos en nuestro interior, que nosotros no supimos agitar en él.
Sobrevivir es eso. Vivir, seguramente, es otra cosa.
A mí me encanta hablar, pero me gusta sobre todo, aprender, y para eso hay que escuchar al otro. Cuando conozco a alguien con quien creo que puedo tener alguna afinidad, suelo empezar con aquello de “háblame de ti”. El secreto está en que las personas no esperamos despertar interés y no vamos armadas con un discurso previo para soltar en estos casos, así que, afortunadamente, improvisamos y decimos lo que más tarde pensaremos que debimos o que no debimos contar, pero desde luego, nos mostramos a nosotros mismos sin tapujos, sobre todo en esos detalles que se nos escapan, en ese tema que después te preguntas a ti mismo “¿y esto por qué se lo habré dicho?”.
Nunca he descartado a nadie por lo que me contó en esa primera conversación en la que, más que hablar, escuché y observé. Al contrario, siempre escojo, de entre las posibles, la mejor interpretación de ambas cosas: de lo que oigo y de lo que veo… no intento juzgar, sino comprender al otro, porque el paso del tiempo hace que todos acarreemos viejas heridas y puede pasar que, sin querer, hurguemos en un antiguo dolor y hagamos daño. Yo no quiero eso e intento ver las cicatrices antes de posar mi mano y mi palabra en la otra persona. No siempre lo consigo, claro está… los amigos son un bien escaso, pero aunque sólo sirviese para detectar uno, creo que valdría la pena intentarlo.
Luego, recuerdo esas charlas, en las que alguien se me abrió sin reservas (y me sedujo, porque a mí la entrega sin temor me seduce) y siempre me parecen dulces, pero debo sin duda distorsionarlas, porque la realidad de los hechos posteriores no concuerda, muchas veces, con la emoción con la que recuerdo haber vivido aquel encuentro… eso me desconcierta y me coloca en situación de peligro, corriendo el riesgo de ser incauta o de ser injusta, aún sin gustarme ninguna de las dos opciones, por simplistas… y por extremas.
Tampoco me acojo al recurso de “el tiempo lo dirá”, porque el tiempo nunca dice absolutamente nada. Las cosas pasan en un momento determinado y después, ni el uno ni el otro seremos los mismos y podremos decidir hacer cosas diferentes a las que queríamos hacer entonces. Así que la clave está solo en si debemos o no hacerle caso a la memoria de aquel preciso instante, y en si vale más el acto en sí o lo que sentimos al rememorarlo.
Y en esas estoy, mientras espero que aparezca un libro sublime, que me libere de tanta reflexión, de tanta búsqueda (tal vez inútil) de “porqués”, de tanta tentación de soledad…
……..
Escribo esto en una noche que se revela lenta, en la que el tiempo está como detenido. Y siento, dentro de mí, la certeza de que todo gira, de que el mundo vibra a cada instante y nosotros con él… y, aún despojada de cualquier razonamiento que lo avale, estoy absolutamente segura de que el amor, silenciosamente, se está propagando.
www.elclubdelosdomingos.com
Sólo se me ocurre 1 palabra para comentar tu entrada: bonito
Recuerdos emocionales almacenados en la amigdala del cerebro ..quedan registrados más o menos profundamente segun la intensidad emotiva
Pura supervivencia..
Muy buena tu reflexión
A mí también me parece una entrada muy reflexiva. Una entrada lanzada para hacerte pensar.
Pero ¿de verdad que cuando conoces a alguien le dices: «háblame de ti»? jajajaja, yo te respondería: No. háblame tú de ti si quieres, que yo así no funciono, para mí eso es casi ¡agresivo!
@Gerineldo. Gracias por pasarte por aquí, echaba de menos representantes de la blogosfera sanitaria 🙂 . Me alegro de que te haya gustado. Nos leemos! Un saludo.
@Carmen. Hola Carmen, me alegra que dejes aquí tu rastro. Pues sí, ya ves, dicen que todo depende de la amígdala… al final somos una madeja de reacciones químicas :-). Gracias por leerme. Un abrazo.
@Icíar. ¡¿Agresivo?!, ¡pues yo sólo lo hago con la gente que me parece interesante!… ya veo que igual me lo tengo que replantear… en fin, soy poco intuitiva, eso seguro… reflexionaré sobre ello. Gracias por ser fiel a los domingos en ese club. Besos.
Toques moltes tecles avui, Francesca. Coincidim força. Jo també tinc costum de dir, explica'm! quan conec alguna persona que em resulta interessant d'entrada.
Crec que no tinc costum de deformar massa els records, però ja dic crec, ves a saber…
M'has fet reflexionar avui, m'ha agradat aquesta entrada!
Petons i bona setmana!
@Rita. Em sembla (diuen) que no és res voluntari, això de modificar els records. Si mires el vídeo del link, veuràs que no sóc la única :-).
Bona setmana, maca. Petons!
bonica reflexió!
però… vols dir que no ens ho vam passar tan malament amb la Clàssica II? Hem deformat el record? 😉
I no vull ni pensar que aquella Sachertorte no era tan bona com la recordo! De tant en tant ja està bé que t'enganyin els records.
Vet aquí el grossen problemen, maca… jo només recordo la part bona de la Clàssica II (el temari era interessantíssim), del profe ja ni sé com es deia 🙂
Però vaja, que no està ni bé ni malament, és un fet i s'ha d'acceptar, el que passa es que servidora és de resignació difícil! :-))
Ens veiem, wapa!