Es tan corto el amor, y es tan largo el olvido.

Pablo Neruda, Poema 20

♫ Send In The Clowns

 
 

Para I. porque ya es tiempo de volver a construir

 

Os seguís viendo, pero ya solo habláis de otros y hay momentos en los que las cucharillas con las que removéis vuestros cafés suenan como campanas que tocasen a muerto. Días primero, luego semanas, más tarde meses, separan las llamadas, y el saber cómo está el otro ya es solo una fórmula de cortesía. Vuestras cartas son cada vez más cortas y huérfanas de adjetivos.

Hay relaciones que se acaban sin alboroto. Simplemente se van llenando poco a poco de silencio. No duelen como cuando alguien te arranca un esparadrapo lentamente, puede que ni siquiera interpretes los pequeños signos que indican que algo está pasando, pero un día, de repente, miras dentro y notas el hueco que ha dejado la otra persona. Esa que siempre creíste que no te importaba demasiado, que era únicamente alguien conocido, que su presencia en tu vida significaba poca cosa, que estaba de paso…

A veces el amor o la amistad se apagan como una vela. Otras, sin embargo, se rompen como un dique bajo la furia del rayo y dejan correr un descontrolado torrente que, al pasar sobre nosotros, arranca de raiz todo lo que en su día construimos juntos. Nada queda en pie, hasta los mismísimos cimientos saltan en pedazos.

Pero, en mi opinión, esa, aunque al principio uno crea que puede morir de puro dolor, es la mejor forma de que lo que ha de terminar, termine. Una ciudad arrasada invita a ser reconstruida. Con personas distintas, haciendo nuevos planes, edificando un nosotros más generoso o construyendo un yo más sereno ¡eso poco importa! Lo que cuenta es que, aunque la tierra parezca desolada, al llegar la primavera, las flores, milagrosamente, vuelven a brotar. Siempre.

De un pueblo abandonado, sin embargo, solo dan ganas de huir…


 

Transito dos caminos. Uno serpentea atravesando un bosque que parecía impenetrable, pero al que he ido despojando de maleza, hasta conseguir que la tesis por fin tenga forma y peso. El otro está lleno de sirenas y lo mece la espuma de olas mansas, de esas que te arrastran hacia la tranquila playa de un afecto antiguo y revivido.

Yo nunca he escogido las metas en función del premio que recibiría al llegar, sino del goce que me proporcionaría el camino que había que recorrer hasta alcanzarlas. En el trabajo como en la vida, no me ha importado llegar la primera, sino llegar sonriendo y, a ser posible, con ganas de seguir adelante, en la misma compañía. ¿Soy una ilusa? no creo, miro a mi alrededor y me gusta lo que veo.

Es tan corto el amor…

¡Feliz domingo, socios!

 
Fotografía: Wind by Adrian Sommeling