Lola

Nada mejor que el sueño para engendrar el porvenir. La utopía de hoy es carne y hueso mañana.

Los miserables. Víctor Hugo

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Es una sensación extraña que hoy sea verbena y yo no tenga que comprar ni preparar nada. Esta noche, en casa comeremos coca de pastelería por primera vez en mucho tiempo y oiremos, aunque no queramos, las canciones chabacanas de la fiesta del pueblo, que el ayuntamiento insiste, un año tras otro, en celebrar bajo nuestras ventanas, pero no bailaremos. No me molesta quedarme en casa en esta ocasión, porque, tal vez debido a los malos momentos que vivimos, noto en la gente una necesidad de evadirse casi melancólica y demasiado parecida, en algunos casos, a la desesperación.

Yo, como los perros, detesto el sobresalto de los petardos y desconfío de los poderes purificadores del fuego. Me gusta, sin embargo, el rito del baño a la luz de la luna del solsticio, y ese sí que lo realizaré (aunque temo que el agua esté fría, es este un verano extraño), porque lo tengo fácil y no me distraerá demasiado de mis ocupaciones; puede que incluso me ayude a concentrarme más.

Y es que eso es lo que estoy haciendo, en estas semanas en las que ni siquiera me acerco por aquí: concentrarme en realizar una defensa digna de la que ha sido mi principal ocupación durante los últimos cinco años. Ya hay fecha para la lectura de la tesis y está al caer. Los miembros del tribunal tienen la memoria en su poder desde hace días y a estas horas soy consciente de que la suerte está echada en lo fundamental, pero las personas que me han ayudado a llegar hasta aquí, merecen sentirse orgullosas de haberme acompañado y por eso debo intentar que la presentación sea excelente, es mi deber para con ellos (que conste que digo intentarlo, el éxito nunca es una obligación, el empeño sí).

Para no complicarme demasiado pensando, leo, casi exclusivamente, novela negra, más en concreto, Dennis Lehane. He empezado ya el cuarto libro de la saga de Kenzie y Gennaro, sin duda con menos calidad literaria que otras novelas suyas, pero bien escritas y con ese tono de humor negro e ironía, que en las de más calado no se permite. Me encanta Lehane desde que leí Mystic River y, además, es de los pocos escritores que nunca me ha defraudado.

¡Pero bueno, qué es esto! llevo mucho rato escribiendo y yo hoy ni siquiera iba a aparecer por aquí, porque venir es una tentación para quedarme, y ahora no puedo… Esto ha sido culpa de Rafa, que lo sepáis, él ha escrito en una nube que me echaba de menos y yo, al ver el mensaje, no he podido resistirme y he acudido a donde tanto deseaba venir.

A pesar de que, precisamente hoy, no tenía nada interesante que decir. Bueno, sí, sí que tenía:

 

¡Feliz verbena, socios!

 

Fotografía: Lola. Amanda Irigoyen