Ayer, antes de coger el tren de regreso a Barcelona, A. y yo paramos a comer en el self-service de la estación Valencia-Norte.
Al poco de sentarnos a la mesa se nos acercó una mujer, diciéndonos que tenía hambre y pidiéndonos que le pagásemos un plato caliente.
Una hace tiempo que decidió ser crédula. Prefiero que me engañen diez veces que arriesgarme a comportarme una sola como un gusano. La acompañe mientras cogía su comida y pagué en la caja.
Me agradecía lo que estaba haciendo y se humillaba ante mí mientras la vergüenza (afortunadamente, todavía tengo) me invadía, porque si no soy parte de la solución, entonces es que soy parte del problema y lo cierto es que permito que haya gente a mi alrededor que pasa hambre. No lo descubrí ayer, lo sabía, ¡pero es tan fácil vivir sin mirar en torno nuestro!.
Y, aún a sabiendas de que una generación se pierde en el intento, pensé que una revolución se está gestando y que la perderemos nosotros… porque somos los malos y es justo que salgamos vencidos.
Me dijo “usted debe ser madre, usted debe ser una buena madre”… puede, pero lo que no puedo ser es una buena persona si consiento que (vete a saber cuanta gente) no tenga lo mínimo para sobrevivir. No conozco la solución, pero algo deberíamos hacer, porque no me cabe la menor duda de que tengo la culpa. De que todos la tenemos… y eso no la diluye, sino que la magnifica.
Y, a todo esto, estábamos en Valencia, primer mundo, siglo XXI.
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En fin, te entiendo, pero la culpa precisamente no la tienes tú.
La culpa anda por ahí, mucho más arriba. Que nosotros, culposos, andamos cada vez más cerca de esta señora.
Jo tampoc crec que tinguis cap culpa. Al contrari! aquesta dona va tenir la sort de topar amb tu.
Bon capde, Francesca!
@Icíar, @Rita. Gracias por vuestros ánimos, pero yo creo que sí que tengo culpa… como todos nosotros, porque no deberíamos consentir esto. Y no solucioné nada, excepto tranquilizar mi conciencia, porque la comida de hoy también habrá tenido que mendigarla. No sé de ninguna tribu en la historia, por muy salvaje que sea, que haya dejado pasar hambre a ninguno de los miembros: ¡la comida se reparte!
Formamos parte de una sociedad cruel y algo debe poder hacerse para cambiarla. No sé el qué, pero algo debe hacerse.
Un beso a las dos… y gracias, de verdad, pero lo que es, es! 🙁
Bueno… me dejas mudo. Creo que voy a tomar un café para espabilarme, y reflexionar sobre tu entrada. Eso son los blogs para mi: en unos aprendo y en otros disfruto leyendo o me hacen reflexionar.
Bueno, y luego está mi cutre-blog, que es una cosa extraña…
@Gerineldo. Esto pasó volviendo del congreso de la SEMFYC, después de ver a gente de primaria que sin recursos (ni económicos ni formativos) intenta innovar y mejorar las cosas en un ámbito socialmente muy ninguneado. Me gustó ver a tus compañer@s montar grupos con Google docs y poco más. Tuvimos, además, cierto éxito, porque ibamos con un proyecto consolidado e hicimos contactos… a mí me pierde colaborar con gente que tiene ganas de hacer cosas y araña el tiempo de donde puede…
Pues ya venía yo sufriendo por el tema de que el dinero esté donde no debe y me encuentro con la realidad del mundo del que formo parte.
Insisto: ¡LA COMIDA SE REPARTE, C***!
El que em surt dir-te, d'entrada, és el mateix que ja t'han dit: que la culpa no és «teva», o «meva» o de cadascun de nosaltres.
Però després reflexiono una mica i penso que, ni que sigui en part, sí que tenim una mica de culpa. Què no podriem canviar si tots tinguéssim consciència del que podem canviar? Que potser no van canviar els apestats de la França del XVIII tot un senyor règim establert de feia segles? perquè no hauriem de poder canviar nosaltres les coses?
Potser el problema és que no tenim consciència de societat, de grup; només la tenim de cadascun de nosaltres, i mentre nosaltres anem fent…
En qualsevol cas, no totes les culpes són iguals, i a tu et toca una porció petita del pastís. D'altres se n'endurien unitats senceres.
@Ferran, jo vaig pensar també en la França del s. XVIII!!!! Gràcies per donar-me una porció petita del pastís de la culpa… de veritat, ara estic millor, però dijous vaig arribar a casa feta pols. Un petó, maco!