Soy la que soy.
Casualidad inconcebible
como todas las casualidades.Una del montón. Wislawa Szymborska
El azar me ha obligado hoy a recorrer una parte de mi interior (aunque en realidad era algo que podría haber hecho cualquier otro día, he sido yo quien ha elegido el domingo, tal vez porque en sus mañanas me siento cómodamente a dialogar con la mejor parte de mí, que es con la que escribo) y he recordado un poema de Szymborska, en el que cuenta el por qué nadie puede ser igual a otra persona. Ella lo titula irónicamente «Una del montón», pero nos viene a decir que «el montón» no existe y si existe está vacío.
El paseo interno me ha llevado a pensar en el destino y en cómo siempre hay más de una posibilidad de vivir lo que nos va sucediendo. Por supuesto están quienes solo ven la parte mala y quienes de todo sacan algo positivo; y en medio, los que vamos trampeando, intentando salir de esta dignamente y sin demasiados moratones. A mí me parece que el mundo se divide en los que se esfuerzan por aprenden de sus errores y los que ni siquiera se plantean el hacerlo, con independencia de que uno, pese a saber dónde está y cómo evitarla, acabe tropezando siempre con la misma piedra; no por azar, sino por decisión propia. No es que yo crea que a una piedra puede cogérsele cariño, sino que la opción de sospechar de todos y de todo no me interesa lo más mínimo.
El caso es que yo soy de las que intenta comprender y, sin embargo, seguir siendo yo misma aunque, como dice Wislawa en su poema, muchas veces -muchísimas- me sorprenda.
Pude haber sido yo misma, pero sin que me sorprendiera,
lo que habría significado
ser alguien completamente diferente.Una del montón. Wislawa Szymborska
¡Feliz domingo, socios!
Yo soy de los que siempre intentan aprender de todo lo que pasa, aunque creo que a veces voy tan deprisa que no sé si lo consigo …
¡Feliz semana!
Hola Juana… y perdona, esta vez me excedido en mi ausencia de este espacio, aún sabiendo que tenía pendiente corresponder a tu visita con un saludo al menos.
Yo también voy deprisa en estos tiempos, pero lo que uno aprende no es algo que deba coger de una estantería y llevárselo, es más bien una semilla de diente de león que se clava en uno y a la que solo hay que dejar germinar. Luego, con poco, va creciendo hasta que un día, de repente, descubrimos que sabemos algo que antes no sabíamos.
O eso creo yo.
¡Un abrazo muy fuerte!