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La pequeña luz acompaña el aroma de un té. Carmen R. When I Fall In Love. Carmen McRae |
«El corazón de los sabios habita la casa del duelo,
pero el de los locos habita la casa de la alegría»
pero el de los locos habita la casa de la alegría»
Eclesiastés, 7:4
Todavía es de noche. Me acerco a la ventana y observo las luces de la ciudad, como un cielo terrestre sembrado de luceros.
Ayer volví a comprar iris y el rincón de lectura tiene un brillo especial. Junto a las flores más bonitas del mundo, me espera “La casa de la Alegría”, esa novela que tanto me está gustando, donde Edith Wharton me cuenta la vida de Lily Bart. Siempre refresca al amanecer y reposando en el respaldo del sillón, está el chal blanco que me regaló X. en uno de mis últimos cumpleaños.
El calentador de agua silva y avisa de que ya puedo prepararme el té con canela con el que recibiré el día.
Me sumerjo en el ceremonial de preparar la bebida que me ha de situar en el mundo y el aroma me transporta a un lugar mágico y en calma. Una haz de luz parte en dos el cielo de Barcelona.
La infusión sigue su ritmo lento y, mientras espero, enciendo una pequeña vela y la coloco junto a la novela que leeré, para que su reflejo la acaricie. Entonces recuerdo porqué el amanecer está hoy cuajado de silencios. Me he despertado en medio de la noche y he sabido, porque estaba ahí, frente a mí, como un libro que necesita ser entendido, que tal vez nunca haya renunciado a nada, porque guardaba las fuerzas para esta renuncia de ahora.
¿Era eso lo que la vida me tenía preparado? ¿saber dónde habita la alegría y alejarme voluntariamente? ¿sonreírle y seguir hacia delante?
Parece que ha pasado un instante, pero el té ya está frío.
Ningún otro relámpago a la vista.
Hoy tampoco lloverá.
………..
Estos días he estado construyendo un lugar, donde ir dejando las cosas que se cruzan en mi camino y yo recojo, como piedrecitas de colores que necesito conservar para recordar quien soy. Quiero que estén ahí, en un desván al que subir de tarde en tarde para pasar las horas entre recuerdos, míos o de otros…y he dejado la puerta entreabierta, por si alguno de vosotros, buscándome, la encuentra y desea almacenar allí, también, sus cachivaches.
Al final el día ha amanecido radiante…
¡Feliz domingo!
www.elclubdelosdomingos.com
«¿saber dónde habita la alegría y alejarme voluntariamente? ¿sonreírle y seguir hacia delante?»
UF!!! Me produce una melancolía extraña. Pero, es cierto, al final vuelven los días radiantes.
Feliz domingo Francesca!
Hola, Franceca, acabo de tomar el café que permitirá enfrentarme al día, y comienzo tranquilamente las lecturas del domingo, ya abordaré después las tareas del hogar -qué pereza!!!-. Sabes, la frase del Eclesiastés es de esas frases intencionadas, como la del «el que bien te quiere te hará llorar..», no me gustan mucho, porque fíjate, así de golpe y como quien no quiere la cosa te aleja de la alegría, bueno a no ser que seas loca y sabia, jajaja.
Yo también voy a comprar flores para la semana, que disfrutes de este domingo radiante:-)
Hay casos en que está demostrado que ser sabio no es condición sine qua non para habitar la casa del duelo, así que renunciar a un poco de locura (renunciar a toda es de locos) no tiene por qué ser un impedimento para habitar la casa de la alegría.
Feliz domingo!
@Isabel. La capacidad de renuncia es algo que produce algo que yo también describiría como una extraña melancolía…
Pero creo que tienes razón, Isabel, los días radiantes siempre vuelven, porque la alegría habita en más de un sitio y además ¿quién nos dice que no es nuestra propia presencia la que convierte aquel lugar en una «fiesta emocional»?… al menos en parte 🙂
Feliz domingo, Isabel. Un abrazo.
@fvernalte. Pues ya ves, a mí me gustó mucho esa frase cuando la leí, porque en mi opinión no hay sabiduría sin una dosis de locura… Pero Edith Wharton, curiosamente, no quiso que apareciera impresa la frase en la primera edición de la novela… le inspiró primero y luego (por alguna razón que todavía desconozco, llevo apenas 60 páginas leídas) se distanció de ella…
Que, por cierto, pinta muy bien el libro, Lily puede ser uno de esos personajes dignos de pasearse por la Literaria ¡me está gustando mucho la madeja de contradicciones que es esa mujer!… parece real 🙂
Me alegra saber que te provees de flores para la semana, ¿cuáles te gustan a ti más? yo soy muy de iris, pero ahora que se acerca ya el verano, empiezo a mirar con buenos ojos a las margaritas…
Un abrazo fuerte.
@JoanKa. Yo creo que el auténtico sabio tiene la obligación de estar como una cabra… no hay sabiduría sin cierta dosis de locura y solo desde la capacidad de ver las cosas de distinta forma a los demás, se puede alcanzar la sabiduría… Hay días en los que uno es solo sabio… y otros en los que está solo loco, pero lo mejor es hacer de esas dos casas una y ser feliz… que aquí se habla de alegría, pero la felicidad, para mí, es saber y, a pesar o gracias a eso, estar contento…
Feliz domingo… aunque aquí parece sábado… o una mañana de domingo muy larga… 😉
Un abrazo Joanka. Nos vemos pronto (si ¿no?).
Francesca, me gusta esto de la contribución de nuestra propia presencia a la «fiesta emocional». Además de situarte en el centro de tus acciones y decisiones, preserva tu capacidad «festiva». Realmente me gusta 😉
@Isabel. Y a mí, Isabel, tenemos que responsabilizarnos de nuestra vida y también, ¿por qué no?, asumir que en la parte mejor, también intervenimos activamente… 🙂
Los budistas dicen «sin risa no hay iluminación» …. estoy totalmente de acuerdo.
He estado el fin de semana meditando son Sesha, es uno de mis Maestros favoritos, tiene un estupendo sentido del humor, nos hemos reido muchisimo.
La alegría es un camino, y hacer que el mundo que nos rodea sea más alegre, también forma parte de ese camino ….
Leer en silencio y en soledad es una necesidad ….
@Juana. ¡Anda, mira, resulta que soy budista! =)) Yo también pienso que sin alegría no hay sabiduría, pero también creo que el duelo es necesario… cuando toca, que a veces es lo que hay… no me gusta nada la gente que reprime las emociones. Estar triste es saludable cuando tienes motivos, de la misma manera que reír es fantástico… aunque no los tengas.
Lo que me da miedo es la ausencia de deseo, no el duelo.
Y sí, Juana, totalmente de acuerdo, leer en silencio y en soledad es una necesidad…
Un abrazo, guapa, gracias por pasarte por aquí hoy.