Diego SevillaLonely Playground. CC
Into My Arms. Nick Cave and The Bad Seeds (Spotify) 



El olvido

No es tu final como una copa vana
que hay que apurar. Arroja el casco, y muere.

Por eso lentamente levantas en tu mano
un brillo o su mención, y arden tus dedos,
como una nieve súbita.
Está y no estuvo, pero estuvo y calla.
El frío quema y en tus ojos nace
su memoria. Recordar es obsceno,
peor: es triste. Olvidar es morir.

Con dignidad murió. Su sombra cruza.

Vicente Aleixandre. Poemas de la consumación (1968)

Estos días, sin poder leer demasiado rato seguido, ha habido momentos en los que he pensado (otra vez) que debería alejarme de la lectura, odio depender demasiado de nada, de nadie… pero puestos a ello ¿por qué no escoger de quién depender y hacerlo de alguien sensible a la palabra?
Para calmarme he leído poesía, porque genera más emoción que texto contiene y aunque el espíritu se agota, los ojos se cansan menos.
«Poemas de la consumación» de Aleixandre estaba ahí, esperando ser releído (aunque el libro es el mismo… pero no la lectora, que ya poco o nada se parece a la que lo disfrutó por primera vez). Me dí de bruces con varios poemas, que al leerlos me han revelado que el tiempo pasa y que (quizás, con suerte, si la lucidez me acompaña entonces y la vida me permite preverlo) esta será mi emoción cuando sienta que es «mi» tiempo el que termina. 
De entre todas las maravillas que esconde este libro, os dejo una, por el mérito de su brevedad (no prolonguemos el sangrado innecesariamente) y porque el tema del olvido y el recuerdo lo siento hoy más vivo que nunca.
¡Qué difícil es escoger! Recordar es triste, olvidar es morir… entonces Aleixandre me salva, casi con un grito: «Murió con dignidad».
Puede que la buena elección sea esa, recordar, manifestar respeto al ver cruzar las sombras… ¡y que duela siempre!

A Aleixandre le debo (recuerdo) el descubrimiento, años ha, de Novalis, al incluir una frase de este, asombrosamente joven, filósofo, escritor y poeta romántico en la cabecera de uno de sus poemas («A ti viva»).

«Es tocar el cielo, poner el dedo sobre un cuerpo humano» dijo Novalis y esa frase me condujo a la lectura de sus «Himnos a la noche» que tanto contribuyeron a convertirme en lo que soy.

Y, signifique eso lo que signifique, Aleixandre tiene parte de culpa (no olvido).

…………….

En la semana que hoy acaba he perdido a una amiga. Lo he hecho además de una forma extraña, no estar pero no acabar de irse (algo sólo posible en los tiempos que corren). Últimamente, cuando nos veíamos (lo hicimos por última vez justo antes de sus, siempre exóticas, vacaciones estivales), repetíamos aquello de «tenemos que quedar para comer»… pero esta vida agitada y ese actuar, a veces, como si creyéramos que nos vamos de este mundo de forma correlativa, siguiendo escrupulosamente el orden de llegada, ha hecho que se queden muchas cosas por decir…

El único consuelo es que siempre nos despedíamos con un abrazo y ese será, no el mejor, pero sí el último recuerdo que tendré de ella: junto a mí, apretadas, diciéndonos la una a la otra, con los rostros iluminados por sendas sonrisas: «tenemos que quedar para comer».

Hoy es su sombra la que cruza… ¡y duele!

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