Queen Anne Tea

No dejes que termine el día sin haber crecido un poco, sin haber sido feliz, sin haber aumentado tus sueños. No te dejes vencer por el desaliento. No permitas que nadie te quite el derecho a expresarte, que es casi un deber. No abandones las ansias de hacer de tu vida algo extraordinario. No dejes de creer que las palabras y las poesías sí pueden cambiar el mundo. Pase lo que pase nuestra esencia está intacta. Somos seres llenos de pasión. La vida es desierto y oasis. Nos derriba, nos lastima, nos enseña, nos convierte en protagonistas de nuestra propia historia. Aunque el viento sople en contra, la poderosa obra continúa: tú puedes aportar una estrofa. No dejes nunca de soñar, porque en sueños es libre el hombre…

Walt Whitman

♫ When Christmas Comes

 
Este año, por fin, no me sentía demasiado perezosa para afrontar ese río de celebraciones con las que en casa festejamos no sé muy bien si la Navidad, tres o cuatro cumpleaños, el año que se acaba o el que empieza, pero una gripe malvada me ha mantenido clavada a la cama, con fiebre y casi sin alimento. Ni siquiera aparecí por aquí, porque las palabras según se producían se veían sometidas a una extraña efervescencia que estallaba antes de que yo pudiera construir una sola frase. Era tan evidente mi incapacidad que ni siquiera lo intenté, aunque sé que de haberme sentido algo mejor me habría arrastrado hasta el ordenador para estar aquí el domingo pasado.

Pero todo lo que parece malo acostumbra a traer de la mano una ventaja y gracias a los festejos anulados en el último momento, me encontré de repente con la nevera llena y con ganas de cocinar, así que en casa hemos comido de fiesta justo los días que no debíamos. Y hemos brindado: «Por nosotros y los que nos quieren. Sean ellos quienes sean».

Salí el viernes por primera vez de casa tras una larga semana para ir a comer con amigas y luego al cine, donde acabamos viendo “Las sesiones”, una película que me pareció valiente pero que al recordarla en el viaje de regreso a casa, me trajo a la memoria otra mejor construida, más emotiva y divertida. No me gusta tanto el cine como para disfrutar con los matices de una misma historia e inconscientemente elegí recomendar “Intocable” y no esta otra, más explícita y sin embargo más descafeinada.

Regresé cargada de libros (aunque al final alguno viajó hacía otra casa, donde será leído de nuevo) y de un té desconocido; también de un delicado y británico chocolate con fresas. El té resultó ser un clásico, ideal para las sesiones de Downton Abbey que hemos reservado para estos días y que os recomiendo, no por la originalidad de la historia, ni siquiera por su verosimilitud (como casi siempre en estos casos, peca de optimista: las relaciones entre clases sociales me temo que no estaban resueltas como muestra la serie, sino que eran mucho más escasas e insinceras), pero sí por la calidad de las interpretaciones y de la ambientación… y qué sé yo, porque en el fondo nos gusta pensar que la vida es amable.

También me traje el Dickens con el que despediré el año. Ma soeur Thérèse ha decidido que sea «La tienda de antigüedades«, en una bonita edición de Nocturna con ilustraciones de George Cattermole y Hablot K. Browne. Hacía mucho tiempo que no leía un libro ilustrado y eso le añade encanto al empeño.

Estos días pasados, en las horas sin fiebre, retomé la escritura de unos cuentos lejanos y ando ahora buscando cuadernillos donde apuntar ideas… cosa en la que no me entretendría si realmente las tuviera, pero ya decía Einstein que las buenas ideas escasean y solo se presentan de forma intermitente. Eso me consuela.

Y todavía me sorprende que mis dos pasiones sean compatibles, siendo como son la escritura acción y la lectura detenimiento…


 

He recibido muchos mensajes de buenos deseos para este año y todos procedían de personas que han creído necesario que yo sepa que están dispuestas a seguir a mi lado un año más y eso me gusta. También una bonita felicitación de no cumpleaños, que ha venido de la mano de alguien que más se parece al sabio y burlón gato de Cheshire que al indescifrable sombrerero loco.

Hoy he entrado a este Club con la intención de deseaos lo mejor en este nuevo año que se aproxima en medio de predicciones apocalípticas y de una crisis que se extiende ya por todas partes e insiste en que todo lo traduzcamos a la moneda del imperio. Pero ¿qué os puedo decir yo, si para mí un buen año es el que no me quita nada ni a nadie y pedir eso ya me parece mucho pedir a estas alturas?

Que en 2013 no nos arrebaten la palabra ni la nobleza. Que vivamos cada día lentamente, disfrutando de la tibieza de un amor tranquilo y la dulce algarabía de una amistad confiada. Y, como dijo Whitman, que no dejemos nunca de soñar. Ni siquiera cuando el viento sople en contra.

¡Feliz 2013, socios!