Y a todo esto siente uno como las criaturas viven: lo que se llama vivir, vivir de veras y despierto, y ve uno que su vida no obedece a su voluntad, que su vida no se moldea como un sueño, que eternamente se renueva y es eternamente joven, y en ella ninguna hora es igual a la siguiente, mientras la horrible fantasía, osea nuestra fuerza de imaginación, resulta desconsolada y pusilánime y monótona hasta la vulgaridad, esclava de la sombra de la pura idea, esclava de las primera nubecillas que de pronto cubren el sol y nos oprimen con acre dolor el Corazón, que al sol tanto ama.

Noches blancas. Fedor Dostoyevski.

Estos días apenas leo. Eso es extraño en mí y a veces me sucede porque no encuentro un libro capaz de atraer mi atención por encima de la vida, pero estas semanas el motivo es diferente. Transporto de un lado a otro una novela que podría alejarme del mundo cuando yo quisiera y sin embargo no la abro porque, como al conejo blanco, me falta tiempo y temo llegar tarde a todas partes.

Tampoco hago Pilates y siento el cuerpo detenido en una especie de letargo invernal, ahora que el verano acaba de caer sobre nosotros.

Y el calor traerá la temida pereza.

– ¿Cuánto es para siempre?
– A veces, solo un segundo.

Alicia en el país de las maravillas, Lewis Carroll


 

Solía pensar que si me encontraba alguna vez en una situación en la que nada pudiera hacer yo sola, en la que dependiese de la voluntad, el esfuerzo y el trabajo de otros, para solucionar un problema propio, por pequeño que fuese, sería un ser desdichado. Sin embargo, estos últimos días solo puedo sentirme agradecida y he descubierto en la gratitud una fuente inesperada de felicidad.

A veces hay que entregarse a la generosidad de los demás y confiar en merecerla, o empeñarnos en ganárnosla cuando todo pase.

Proust decía que cada persona lee un libro distinto, porque pone la lupa sobre un lugar diferente de la historia y eso le impide fijarse en el resto. Por eso cada relectura es diferente. Hacemos lo mismo con la vida; según nos va, nos detenemos en aquello que nos resulta más plácido ver y pasamos por alto lo demás. Yo intento, pese a las prisas, fijarme en todo lo que sucede a mi alrededor, por si al final resulta que lo más importante acaba siendo no quién es, sino quién está. Como ma soeur Thérèse para la que he preparado una tarta especial, hecha con una de esas rarezas exquisitas que tanto le gustan y que tomaremos hoy, con A. y la bella Lola.  O como esos amigos a los que no les vence la distancia y hacen que les sienta aunque no pueda verlos. O como esos otros afectos, antiguos y rescatados, que están siempre donde deben.

Todavía queda mucho bueno por vivir y será con ellos.

¡Feliz domingo, socios!

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