«Se sentaron en un banco del que se había levantado un anciano con mucha diplomacia al ver que ellos dos se aproximaban.– Oye, Frank, ¿tú sabes mucho de mujeres?Él seguía impertérrito.– Creo que podemos decir que sé lo necesario, Nellie.»El inicio de la primavera, Penélope Fitzgerald
La madurez es a la literatura lo que la adolescencia a la vida: un factor desestabilizador. Uno no sabe nunca qué esperar de un escritor que ha empezado a publicar sus novelas cuando ya ha vivido lo suficiente como para explicarlo. Si os paráis a pensarlo veréis que a pesar de la lógica, no es habitual que las personas esperen tanto para dar su opinión; pero es el caso de Penélope Fitzgerald y solo sabiendo que publicó por primera vez a los 58 años, puedo entender que sus libros sean no solo de temática, sino de tratamiento, tan dispares y sin embargo tan absolutamente magníficos todos ellos.
¿Exagero? puede ser, pero solo porque ese “todos” encierra muy pocos… todavía.
Leí “La librería” y llamó mi atención la falta de dramatismo con la que trataba el fracaso, la relatividad con la que afrontaba la ruina social y económica, la sensatez ante la derrota de la protagonista. “La flor azul” me desconcertó, ni siquiera sabía si estaba leyendo una novela o una biografía, pero nunca pensé que se trataba de “ficción histórica”, aunque inventado ¡aquello era sin duda verdad! Y era excepcionalmente bello. Supe que estaba ante una obra maestra y sospeché que ya había explorado todo lo necesario de la bibliografía de la autora.
Pero, tras tenerlo muchas veces en mis manos y devolverlo a la estantería siempre que leía “dotada de un humor nada convencional” (quién escribe las solapas ¿eh, quién?), decidí que “El inicio de la primavera” sería uno de los libros de mi lista de Sant Jordi.
La novela no tiene nada que ver con las anteriores. Situada en la Rusia que precedió a la revolución de 1917, Fitgerald (ese apellido debe ser una suerte de amuleto) utiliza una historia de amor como hilo conductor para mostrarnos una sociedad corrupta y una ciudad caótica, pero sobre todo, para que veamos que la vida normal continúa incluso en ese lugar convulso por la represión y el terrorismo.
El texto también encierra un misterio que la autora resuelve pero no explica, dejándonos a nosotros ese trabajo. Y nos lo cuenta todo a través de una protagonista ausente, un inglés que se aferra a su pragmatismo, un devoto de Tolstóy, una mujer sensata y una multitud de rusos románticos.
«- Es casi primavera…
Esperaba que no empezara a llevarle la contraria tan pronto, y también que le sonriera de vez en cuando. Como no podía imaginársela era hecha un mar de lágrimas, ni en la Muirka ni en ningún otro lugar. El mundo exterior no parecía afectarla tanto como para llegar a eso.»
También nos cuenta la historia de una chica que se corta las trenzas… el porqué hace eso es mejor que lo averigueis vosotros mismos. Solo entonces podréis decir que sabéis lo necesario.
Cada vez estoy más convencida de que la felicidad depende, en muchas ocasiones, de algo tan sencillo como que alguien nos acompañe en los momentos difíciles… A veces es al revés y somos nosotros los que debemos reconfortar y, si no es felicidad lo que sentimos evitando que la soledad agudice el dolor de alguien a quien amamos, se le parece bastante.
No siempre eso implica estar cerca de la otra persona, ni siquiera estar de acuerdo con los porqués de su tristeza o su dolor. Basta con quererle lo suficiente como para ayudarle a soportar la carga que no puede llevar solo.
Entonces uno se siente como si amaneciera por dentro.
Desayunando aquí. Me gusta venir cada domingo a tomar el café en tu blog.
Ánimos con esos momentos difíciles.
Hola Judith, a mí también me gusta mucho saber que te tomas el café del domingo aquí contigo 🙂 En esta ocasión es a mí a quien toca reconfortar a otros, así que me irán bien tus ánimos para reponer fuerzas y seguir ayudando con los míos, en una especie de circuito de retroalimentación…
Gracias y un abrazo!
“Solo entonces podréis decir que sabéis lo necesario”… La frase se las trae, y no estoy pensando ya en la chica que se corta las trenzas. ¿Lo necesario para qué? ¿Para decir a quién? ¿Por qué es necesario decirlo? No he podido dejar de pensar en esta sociedad tan bocazas y amiga del titular que tenemos. Además, enlaza bien con lo que dices antes “no es habitual que las personas esperen tanto para dar su opinión”.
Es cierto que a medida que vamos viviendo se da una contradicción curiosa, por un lado es más fácil entender las penas ajenas pero por otro, el saber que la vida sigue, siempre y a pesar de todo, nos empuja hacia esa relatividad que da lo vivido, lo observado y reflexionado. Un estado deseable por lo que aporta de serenidad pero mirando siempre con pasión hacia el futuro. Aceptar con sensatez es sabiduría… para actuar y Vivir el resto del camino.
Me gusta la recomendación :), estoy deseando poder hacer un paréntesis en los temas de trabajo para sumergirme de nuevo en la literatura.
Un abrazo Francesca! Feliz domingo!
Tienes toda la razón, vivimos en una sociedad bocazas (y mirona, todo hay que decirlo, ya puestos…), pero la frase no iba por ahí, sino más bien al contrario, no hay que saberlo todo, con saber lo suficiente para sobrevivir basta. Tenemos demasiada ansia por conocer hasta el último detalle, y observamos a las personas como si fuesen especímenes de laboratorio y eso no es justo, nadie resiste ese análisis, porque el alma tiene motivos que ninguna lupa es capaz de ver.
A mí la lectura me sirve para limpiar la mente, contra más trabajo tengo, más necesito pasar un par de horas al día en Moscú o donde las letras me lleven… ahora creo que voy a empezar una novela negra… me está tentando y tengo una por aquí interesante… Tú no dejes de leer este libro, sospecho que te va a gustar, mira tú por donde 🙂
Un abrazo Isabel!
Y a mi! Me encanta. Beso dominical.
Rafa, no te pierdas este libro, que me da a mí que te va a caer bien Frank Reid, ya verás, ya… Lo lees y luego nos cuentas, que tengo ganas de saber qué ve un hombre en esa novela; para empezar puede que ni siquiera estemos de acuerdo en quién es la protagonista… Es un libro muy, muy interesante.
Besos y gracias por la fidelidad dominguera!
La soledad interior, esa imperceptible que sólo necesita saberse acompañada…a veces los más cercanos son y suelen ser los más lejanos a nosotros. La distancia no se mide en metros, sino en gestos.
Magnífico, como cada domingo…me llevo tus frases al G+. Un abrazo.
Ah, Begoña, la soledad interior… Lo más difícil es ponerle remedio, porque el ruido de los que se acercan cuando vivimos alegres no nos deja escuchar a veces a los otros, a los que nos quieren, sobre todo cuando aman sin armar alboroto… Pero la vida al final te enseña y vas seleccionando: este para esto, esta para aquello, esos para todo 🙂
Sí, la distancia se mide en gestos… ¡eso me gusta!
Un abrazo fuerte, poetisa!
Esa sensación de tener a alguien al lado, siempre la he tenido con mis hermanos y muchos de mis amigos, tenemos temporadas que apenas nos vemos, pero cuando vienen «mal dadas» siempre corren en tu ayuda, siempre …. cuando el suelo empieza a temblar, aparecen por todos los flancos para que no te caigas …. parece magia.
No parece magia Juana ¡lo es! No hay forma científica de explicar porqué algunas personas nos quieren hasta esos extremos (ni porqué queremos nosotros de esa manera a veces) ¿nos lo merecemos? pues no sé, no siempre es el que más nos debe el que acude. Que en tu caso sean tus hermanos ¿lo explican los genes? pues tampoco, los genes no saben de eso, bastante tienen con lo que tienen… Es magia pura. El amor es eso ¿no?
Un abrazo, Juana. Hay que ver que acertada estás siempre, hija… 🙂
El otro día en una conversación con un compañero éste dijo aceptar que se sentía solo, a lo que yo respondí; «la soledad no siempre es algo negativo, puede ser buena y necesaria», a lo que él, después de sonreír levemente me dijo: «sólo si te conoces». Llevo días dándole vueltas a esta frase. Y me parece de una agudeza genial. Sólo podemos no sentir dolor al estar solos si nos conocemos lo suficiente para estar en paz con nosotros mismos.
Me ha hecho recordar tu escrito dominguero esta anécdota.
Que pases una buena semana. Un saludo.
Tu amigo tiene razón, si te conoces la soledad es algo así como “estar contigo” y puede ser buena. ¿Necesaria? pues mira tú por donde yo creo que es necesaria precisamente para conocer esa parte de nosotros que los demás no nos descubren, porque no la se mostramos… para descifrar nuestro propio enigma…
Bienvenido al Club Àlex, gracias por pasarte por aquí y comentar, espero que vuelvas a menudo, no conoce una todos los días a gente que compra libros de Dostoyevski el día de Sant Jordi 😉
Un saludo!!!
Buenos días bonita, si una persona está atravesando una situación que le causa dolor y además las circunstancias la obligan a estar sola, a mi modo de ver, además de superar la situación con las cicatrices que le tocará llevar toda la vida, si sabe aprovechar para conocerse interiormente, sus debilidades, virtudes,puntos fuertes y aprende a quererse, valorarse,etc. ese crecimiento personal le ayudará a sacar una conclusión positiva de sus experiencias a desarrollar su empatía con los otros y en definitiva a ser mejor persona, por lo tanto a tener una capacidad mayor de ser feliz y ayudar a ser felices a los que le rodean.
El dolor en nuestro paso por la vida es inevitable,(rara vez podemos elegir) al igual que la soledad,la tristeza,la alegría o el amor,pero si somos libres para elegir como vivir y «administrar estos sentimientos».
Me encanta tomar el café de los domingos por la mañana contigo,hace años creía que los escritores jovenes rezumaban frescura y entusiasmo;es verdad, pero los «mayores» también, y me encanta aprender con ellos, sus historias están enriquecidas con la sabiduría que les da su paso por la vida.
Bueno me despido que me estoy poniendo muy pesada, es que hoy el tema me apasiona 🙂
Un bico.
Buenas tardes ya 🙂
No me gusta pensar que el dolor nos convierte en mejores personas, yo creo más bien que gestionándolo podemos mejorar «a pesar» de él.
¿Inevitable? el dolor es subjetivo, es una vivencia que resulta de nuestra reacción a determinados sucesos. Por eso a veces no encontramos la comprensión en otros que no entienden que suframos por algo que a ellos no les provoca dolor. Desde ese punto de vista la administración de los sentimientos a la que te refieres es muy importante.
Yo encantada de que te tomes el café conmigo las mañanas de domingo, ya sabes… me acabo de tomar otro yo mientras te contestaba y son las 6 de la tarde (el reloj de los comentarios se ha vuelto loco y no sé cómo arreglarlo… tendré que mirar)
Un bico 🙂