Moon (F.C., 2014)

La enfermedad y la debilidad son egoístas y vuelven nuestra mirada y nuestra simpatía hacia nosotros mismos, mientras que la salud y la fuerza dan riendas al amor, el cual tiene pensamiento y voluntad para vagar por donde quiera.

Drácula. Bram Stoker.

Por fin parece que me he liberado del virus que me tenía presa en mi propio cuerpo, haciendo vida de superviviente, sin lecturas, ni pilates, ni salidas con amigas; pendiente siempre de los horarios de las medicinas y obediente a lo que el termómetro me decía cada tarde. Mis días han consistido en trabajar y descansar, lo cual, dicho así, parece un ciclo lógico de actuación entre semana. Aunque no para mí, a quien lo mejor le sucede siempre mientras ni trabaja ni descansa, sino cuando habita en una especie de zona mágica, donde se es más vulnerable pero, a cambio, no se sufre la prisa, ni la irritación de los actos programados.

Esta semana no ha habido en mi vida ni siquiera espacio para la escritura, a pesar de vivir rodeada de dolor, que es una de las cosas que genera más necesidad de trascendencia en las personas y, por consiguiente, en mi caso, más ganas de escribir. Pero, aunque cercano, era dolor ajeno y le debo el respeto de no contarlo.

Pero el tiempo pasa y envuelve la pena en una especie de tejido traslúcido, como las alas de las libélulas, que nos deja saber que está localizada y aislada, y a la vez nos recuerda que la barrera que impide que se propague y se vuelva rabiosa y lacerante, es frágil. Queda prohibido estos días hurgar en las cajas de fotografías antiguas, o llamar a viejos amigos y practicar el arte del buen recuerdo. Debo pasar por las horas (y por aquí) casi de puntillas, con cuidado de no despertar al monstruo de la melancolía y provocar que se abran las heridas. El tiempo todo lo cura, aunque quedarán cicatrices y serán feas. Feísimas.


 

Todos los edificios (los virtuales también) necesitan mantenimiento. Yo ando estos días dándole un repaso de pintura al Club y paso aquí más tiempo del que parece a simple vista. En realidad, lo único que he hecho hasta ahora ha sido mover unos enlaces, crear un par de páginas, cambiar algunos iconos, probar formatos… Nada importante; lo que mi madre llamaría «refrescar la casa».

Y ahí (aquí) sigo…

¡Feliz domingo, socios!

 

 

FRANCESCA. Todos los días deberíamos oír un poco de música, leer una buena poesía, contemplar un cuadro hermoso y si es posible, decir algunas palabras sensatas. J.W. Goethe.