
“[…] nada hay que tranquilice tanto la mente como un propósito claro, una meta en la cual el alma pueda fiar su aliento intelectual. «
Frankenstein o el moderno Prometeo, Mary Shelley
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No sé qué me pasa, pero yo siempre empiezo antes de tiempo los propósitos para el próximo año. Todavía recuerdo cuando mi objetivo era dejar de fumar el año siguiente y el día de San Esteban, con la casa llena de gente, descubrí que se me había acabado el tabaco, 9 días antes de que se cumpliera el plazo (yo los años los empiezo el día 4, cosas mías); el caso es que pensé que total, qué más daba ese último paquete. Ayudó que tenía un capón de casi 4 quilos en el horno y el puré de manzanas todavía sin hacer, eso también es verdad.
Bueno, pues este año lo mismo, me he puesto firme con la meditación diaria, que los últimos dos años he sido como el Guadiana, un sube y baja continuo, un ahora me apetece, ahora me da pereza de no acabar.
Como siempre, tengo una pequeña ayuda. La primera es que A. empezó porque yo se lo recomendé y ya nota los resultados, porque ella sí se lo tomó en serio. Su ejemplo y el rincón de meditación que tengo en el estudio de la nueva casa, espero que sean el último empujoncito que me falta para dar el paso definitivo. Sí, ese que dí el día 15, pero que consideraré una especie de entrenamiento hasta que llegue el día “oficial” y ya no me permita a mí misma fallar ninguna mañana.
En el rincón de meditación he puesto una mesita con una vela de cera de soja (aspirar humo de parafina no es una opción) y la muñeca kimmidoll Yoshi que me regaló ma soeur Thérèse hace años y representa la buena suerte. Hace tiempo que lo de la “suerte” me da mala espina, no compro nada que tenga que ver con el azar, prefiero que el dedo de la fortuna no me señale, porque me temo que es el mismo que señala el infortunio, así es que, con que se olvide de mí quien quiera que reparta esas cosas, me conformo. Pero la muñeca me provoca cierta ternura y la función que se le adjudicó fue la de ayudarme en unos exámenes que ya hace muchos años que aprobé, así es que, desprovista ya de sus «poderes», la veo más bien como el regalo de una amiga.
La amistad es algo que merece estar en un altar y que le pongan una vela, ¿sí o no?
¡Feliz Navidad, socios!