Fabio Trifoni. Màscara. En Flickr con licencia CC.
Monetini. Daniele Silvestri (Spotify)
O lo que es lo mismo: lo primero, no hacer daño.
Y después, todo lo demás. Pero lo primero debe ser siempre no herir sin necesidad (nunca la hay, sólo la falta de recursos discursivos nos hace creer que sí). 
Hay veces en que las formas son la esencia misma del mensaje y marcan la diferencia entre un espíritu libre y otro que no lo es. Nadie que esté contento consigo mismo y con la opción de vida tomada, se regodea haciendo daño a otros.
No hace mucho yo misma me oía decir (en realidad, escribir… uno de vosotros va a sonreír al leer esto) que la mezquindad no era el defecto que más me molestaba de las personas… hoy sé que era mentira, es el peor, porque ni siquiera te da la oportunidad de quitarte el regusto amargo perdonando (ellos no piden perdón nunca). Personalmente tengo suerte, porque sólo me golpean levemente (a veces pienso que tengo una especie de ángel protector que los aparta de mi camino :-D), pero no todos pueden decir lo mismo.
Y ahora no sé por qué os digo todo esto… ¡vete a saber!… el caso es que os lo cuento justo antes de tomarme una limonada y seguir con un artículo que por fin, esta mañana, parece que ha dejado de resistírseme.
Pues nada, eso, ¡qué ustedes lo pasen bien y hasta el domingo!
www.elclubdelosdomingos.com