The flying trilobite. Darwin took steps. En Flickr con licencia CC.
Aunque parezca mentira, no había leído el libro de Moorehead sobre la expedición del Beagle, en la que Darwin (ese hombre que todavía hoy produce urticaria en algunos sectores… llámalos sectores, llámalos grupúsculos-meapilistas…) participó como naturalista y que cambió su vida (y la nuestra, de paso) para siempre.
Me han regalado el libro y espero empezar hoy este viaje, en compañía de un Darwin de 22 años, con esa mente abierta y lúcida que le permitió deducir lo que nadie se atrevió a sospechar… y que a mí me tuvo de psiquiatra unos años (ahora lo estoy superando… espero no recaer :-D), enamorada perdida de tal calidad (o tal vez cantidad) neuronal.
Ya estoy planificando el ambiente que requiere esta lectura… caída del sol (no parece lectura de madrugada…), bebida (¿refrescante, alcohólica, zumo…?), silencio (pena no saber suficiente para maridar la música clásica y la lectura, el silencio se me empieza a quedar pequeño…), lugar (¿aire libre, sillón de lectura, suelo…? ¡me encanta leer sentada en el suelo!) … En fin, que hoy ando con la maquinaria lectora en marcha, como ruido de fondo, mientras me ocupo de los trabajos que me alimentan (y me nutren, porque me gustan).
Con un poco de suerte, este domingo hablaremos de Darwin. 
Lo siento, pero es un libro tan bonito y admiro tanto a Charles D., que os lo tenía que contar… ahora solo falta que me guste mucho, pero mucho, mucho :-).
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