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Cómo llenarte, soledad,
sino contigo misma…

Cómo llenarte soledad. Luis Cernuda.

 

A veces la vida nos sorprende y hace que ocurran cosas que parecen imposibles, como un encuentro inesperado con alguien que te devuelve a tu pasado más joven e inocente en un microsegundo. ¿Qué digo un encuentro? Apenas una visión de su figura al otro lado de la calle, esperando a que cambie el semáforo para cruzar el asfalto y el tiempo -y a ti, sin siquiera saberlo-.

No estaba solo y sin embargo ¿cómo os diría yo? era como si lo estuviese, porque iban cogidos de la mano, pero no se miraban y, aunque pude ver cómo ella movía los labios, no me pareció que la escuchase tampoco. O era yo, que solo me fijé en él, todavía atlético pero completamente calvo, con la cara más afilada que antes, pero con el mismo aire, como de aburrimiento perpetuo, que siempre tuvo.

Le reconocí enseguida y recordé el momento en el que todo empezó a desmoronarse. Estábamos en una terraza de la zona alta de Barcelona, que abría por las noches y a la que a los pocos años acudí con un pequeño grupo para tomar la última copa tras la fiesta con la que celebré mi boda -por supuesto, con otro hombre-. Yo debía estar dándole un sorbo a la tónica con hielo y limón que acostumbraba a beber en aquella época, cuando él me preguntó sin darle demasiada importancia, “tú, que lees tanto, ¿podrías decirme para qué sirve la literatura, aparte de para que el escritor pague sus facturas o se ahorre el gasto en psiquiatras?” Me molestó que me preguntase algo así, aunque no recuerdo si llegué a contestarle. Supongo que entonces llegó el camarero o algún conocido, o simplemente ocurrió que cambiamos de tema sin más, pero al poco tiempo, solo quedaba de él esa pregunta que he seguido haciéndome de manera recurrente a lo largo de los años, hasta que hace unos días, cuando esperando el verde del semáforo, se me ocurrió de repente qué contestarle.

A los demás, no sé, pero a mí la literatura me sirve para saber que hay otra gente en el mundo que se hace las mismas preguntas que me hago yo y que, como yo, se pasa la vida buscando las respuestas.

Y sentirme acompañada en esa búsqueda hace que todo tenga sentido.

¡Feliz domingo, socios!

Imagen: Shutterstock