Diagonal Steps, R. Doisneau (Paris, 1953)

El 31 de diciembre, San Silvestre trae de la mano las listas de los buenos propósitos para el nuevo año; sí, esos que en su mayoría se olvidan antes de empezar la primavera.

Por eso me gusta hacer también la lista de las cosas buenas que me han sucedido durante el año que termina y para ello solo me autoimpongo una condición: que sea corta y que se centre en aquello que, por una cosa u otra, me ha llegado al corazón.

Quedáis avisados: las cosas aparentemente importantes se mezclan con las que aparentemente no lo son. Conclusión: No os fiéis de las apariencias.

Esta es mi lista de grandes éxitos:

  1. Presentar “Después del diluvio”, en Murcia y entre amigos. Ni mi corazón ni mi cabeza olvidarán jamás aquellos días.
  2. Descubrir, al cabo de unos meses, todo lo que había aprendido mientras escribía la novela y que tenía razón cuando sospechaba que no estaría terminada hasta que no la completaran los lectores, leyéndola.
  3. Disfrutar de mi familia, avanzar compartiendo con mis amigos y ver a mi hijo perseguir sus sueños con tenacidad y valentía.
  4. El descubrimiento del minimalismo que me acerca más y más a una vida sencilla y sostenible. Sé que el próximo año puede ser decisivo para dejar de cometer algunos errores y consolidar lo que espero sea mi nueva manera de vivir.
  5. Las personas maravillosas con las que he tenido la oportunidad de trabajar este año. Algunos eran antiguos conocidos, con los que hemos retomado el trato en el mismo punto en el que lo dejamos, otros son nuevos descubrimientos, generosos donde los haya, con los que espero seguir colaborando.
  6. Detectar mi ritmo vital, personal e intransferible.
  7. Retomar los consejos de mi dermatólogo y respetar más mi piel, que responde agradecida.
  8. Encontrar, por fin, mi perfume.

Y tras las cosas con las que me quedo del año que hoy se cierra, justo es que ahora haga la lista de las grandes esperanzas que, mira tú por donde, suelen ir asociadas a cada una de las cosas buenas que me pasaron en 2018, porque la vida es un continuum.

  1. Terminar de escribir la nueva novela (con Enrique, por supuesto). Sé que será mejor que la anterior, porque hemos aprendido de los errores y distinguido los aciertos, para evitar unos y repetir los otros.
  2. Contemplar el nuevo año con los ojos de un aprendiz, mantener viva la curiosidad y la capacidad de entusiasmo, consciente de que con el paso de los años, cada vez resulta más difícil. La ética, la serenidad y el deseo de aprender nos hacen libres.
  3. Que mis seres queridos sientan que tienen mi apoyo incondicional para acompañarlos en los momentos difíciles y, sobre todo, para compartir los éxitos, porque en los buenos momentos también es importante no estar solo.
  4. Seguir buceando en la filosofía del “menos es más” y ampliar su aplicación a mi día a día.
  5. Conseguir un acuerdo que me permita aumentar mi tiempo de ocio poco a poco y reorientar mi vida hacia el disfrute de mis aficiones, sin dejar de entusiasmarme por mi trabajo.
  6. Adaptar mi cotidianidad a mis ritmos vitales, una vez detectados, con respeto y alterando lo menos posible las costumbres de los que me rodean (y aumentar el círculo, aunque implique correr riesgos).
  7. Retomar el hábito del ejercicio ligero y constante. Cuidarme para cuidar.
  8. Educar la mirada e investigar las muchas oportunidades que me brinda vivir en un pueblo. Pasearlo e indagar en sus misterios ¡descubrir su perfume!

Y esto es todo. Si habéis tenido la paciencia de leer hasta aquí, que sepáis que os deseo un año maravilloso, en el que todo lo que os conviene (aunque no lo deseéis) se cumpla y todo lo que no os conviene (aunque lo deseéis) pase de largo.

¡Feliz 2019, socios!