
Coged las rosas mientras podáis;
veloz el tiempo vuela.
La misma flor que hoy admiráis,
mañana estará muerta.
Robert Herrick, «A las vírgenes, para que aprovechen el tiempo»
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Cada duelo tiene sus reglas y cada duelista sus tiempos. Alguien que sabía de esas cosas me lo dijo un día y ahora he tenido ocasión de comprobarlo. El dolor de perder a las personas invencibles e inmortales de nuestra infancia nos lleva a un lugar muy oscuro, donde, sin embargo, podemos encontrar la serenidad y la paz. Debemos darnos el permiso y el tiempo necesarios para aceptar, entender y perdonar. A eso es a lo que me he dedicado estos últimos meses.
Me ha tocado vivir el vértigo de la orfandad en un tiempo extraño, en el que nos enfrentamos con perplejidad a nuestra fragilidad como especie. Sabíamos que no éramos los más fuertes, lo que no sabíamos era que tampoco éramos los más listos. El no-pensar, la incapacidad de establecer conexiones, pero, sobre todo, la negación de nuestra naturaleza de animales sociales, es lo que en buena parte nos está matando. Nos aferramos al “sálvese quien pueda” a pesar de que ha quedado claro que eso no funciona. Temo que el problema no sea falta de solidaridad, sino exceso de estupidez, cosa que sería horrible, porque lo primero tiene solución a corto-medio plazo, pero para resolver lo segundo vamos a necesitar generaciones.
Llegado un momento hui de las noticias, que me provocaban una angustia sin alternativas y cerré mis ventanas al mundo. Para sanar necesitaba ese tiempo de recogimiento que me ha proporcionado la amenaza invisible, al parecer era preciso que la vida empezase y terminase en mi pequeño mundo durante unas semanas.
Vuelvo hoy aquí con las heridas cerradas, aunque todavía ardan unas cicatrices que el tiempo no borrará. No importa, un cuerpo sin mácula es un cuerpo que no ha vivido, las cicatrices dicen más de quienes somos que la piel inmaculada.
Vuelvo hoy aquí, también, con una especie de voracidad vital, con ansia de sentir cada instante con la intensidad que la vida se merece, con la voluntad de no descuidar nunca la oportunidad de disfrutar las flores de hoy, esas mismas flores que mañana estarán marchitas.
Foto de Maria Tyutina en Pexels
Que bien describes todo, Gracias
Si sirve para que te pases por aquí, bien descrito está 🙂 Gracias a ti siempre. Un abrazo muy fuerte.