¿Sabéis en qué consiste la individualidad?
En la voluntad consciente. En la consciencia de que uno posee una voluntad y que es capaz de actuar. Sí, esto es, dicho de un modo maravilloso.Katherine Mansfield, Diarios
Dijo Blasco Ibañez que las dos cosas que nos ayudaban a vivir eran el olvido y la esperanza. Me gusta mucho esa frase, que de tan poco me sirve, porque tengo memoria de elefante y siempre me ha dado miedo esperar demasiado.
¿Qué es lo que me ayuda a mí entonces? he pensado últimamente en eso y creo que una de esas cosas es algo que aprendí trabajando en un hospital: la seguridad de la inevitabilidad de la muerte. La belleza y la emoción son finitas, zambullámonos en ellas si podemos permitírnoslo o veámoslas pasar serenamente, pero en ambos casos ¡disfrutemos de su presencia mientras duren!
La otra es la voluntad consciente, el querer algo y esforzarme por conseguirlo, aunque sea renunciando temporalmente a otros empeños. Por eso vivo en los últimos tiempos recluída, con un montón de ideas bullendo en mi cabeza y varios proyectos que caminan de la mano y esperan que me libere de esta tesis que ahora me tiene abducida. Y es que escribir la tesis doctoral está siendo, a nivel personal, la mayor cura de humildad que conozco. Cuando alguien se mete en estos berenjenales, supongo que es porque su trayectoria académica hasta ese momento, le anima a pensar que será menos duro de lo que luego resulta ser. Creer que lo ya hecho te allanará el camino es un error, pero un error bendito, porque sin cometerlo pocos nos lanzaríamos a ello y sé que, si finalmente lo consigo, hará que me sienta bien.
¡Ah! también me ayuda mucho a vivir el que siempre haya procurado no enamorarme del poder. Y es que eso me deja un montón de tiempo libre, para dedicarlo a lo que me gusta… a pasarme por aquí, por ejemplo.
¡Feliz domingo, socios!
Fotografía: Amanda Irigoyen (2013).
«Al entrar en el Infierno, contaba Dante, se le decía a los condenados que abandonasen la esperanza. Diabólica mentira. La esperanza no se pierde por entrar en el infierno. Se entra en el infierno por haber perdido la esperanza.»
Siempre me gustó esta frase, hace años que la tengo en mi cartera …
¡Feliz domingo!
La frase es bonita, sí, pero a mí la esperanza me da cierto miedo, porque muchas veces implica querer convertir los espejismos en realidades posibles y luego pasa lo que pasa…
La esperanza nos hace confiar en que sucederá un milagro y yo prefiero creer en los logros de la voluntad. Luego, si sucede lo largamente soñado, entonces sí, me siento en el cielo, pero mientras tanto no quiero esperar nada que no dependa de mi esfuerzo. Por si acaso… ya me gustaría, ya, pero es que cuando no pasa lo que esperas ¡duele tanto!
Un abrazo, Juana. ¡Que tengas una magnífica semana!
Querida Francesca:
Me ha encantado este post, que es bastante distinto a los que sueles publicar en el Club. No hablas de libros, pero me regalas varias toneladas de sensatez y sentido común. Eso que llaman «sabiduría», y que tanto he aprendido a apreciar con los años.
Hay algunas frases y citas que has puesto aquí que han ido directo (vía copy-paste) a mi fichero de ideas-delicatessen, que después me dedico a rumiar y mezclar con otros ingredientes que están dando vueltas en mi cabeza desde hace algún tiempo. Lo que dices de la Tesis es así, tal cual. Yo pasé por eso, y me parece que la cura de humildad fue tan dura para mi ego, que por eso abandoné. Esa idea de que «no enamorarse del poder ayuda mucho a vivir» me parece soberbia, estupenda, y la voy a retuitear con tu permiso.
Pues nada, Francesca, me alegra ver tanta armonía en lo que escribes, y que destiles un estado vital tan saludable.
Un fuerte abrazo..
Querido Amalio:
Hoy no hablo de libros porque mi ritmo de lectura ha ido descendiendo hasta convertirse casi en inexistente, pero lo último que leí fue una novela del que ahora es mi segundo cubano preferido: Leonardo Padura. Me gustó su forma valiente de contar una historia que muchos no quieren oír. Estoy segura de que él tampoco se ha enamorado del poder. Y sé que tú también huyes de eso. No es fácil en la sociedad en la que vivimos, pero pocas cosas que merezcan la pena lo son ¿verdad?
Ayer mandé a imprenta un borrador de la tesis a modo de prueba, quiero comprobar no solo el formato, sino la intensidad de la tinta y hasta el brillo del papel, necesito que el volumen esté a la altura del esfuerzo que me está costando… que no es moco de pavo ¡lo que hay que ver, yo que me creía tan listilla! Pero eso está bien, uno necesita que le recuerden de vez en cuando su condición de hormiga cósmica 🙂
Que me menciones tú donde sea, no sé si decir que es un honor, Amalio, porque la expresión queda un tanto decadente… pero te aseguro, con la mano en el corazón, que es un gustazo.
Un abrazo, amigo.
Buenas noches, Francesca.
Tremenda frase que comparto: «la seguridad de la inevitabilidad de la muerte. »
En mi caso, lo efímero del instante me ayuda especialmente en los momentos duros en los que algún hecho hace que desee no existir; entonces intento pensar que, por experiencia, más adelante las cosas cambiarán o dejaré de sentirme así gracias al olvido.
Un abrazo.
Hola Begoña, perdona, he pasado la semana abducida por el mundo laboral y no he visto tu comentario.
¿Sabes que eso también lo hago yo? ¡además desde muy pequeña! pensar en que todo pasa y ¡tal día, hará un año!
A mí me anima. Lo de olvidar lo tengo peor, justo hoy hablo de eso… el olvido es tan largo…
Un abrazo.
No había visto tu respuesta…no te preocupes, yo también llevo semanas de locura en el trabajo, sin tiempo:D.
Creo que estamos pasando por momentos similares; en mi caso es a nivel interior emocional. Escribir me afecta interiormente, hace muchos años que lo sé porque no es la primera ni la segunda vez que escribo online. Siento que todo lo que he escrito en mi último retorno, no tiene sentido. Tanto amor para verlo yacer y con él, yo adentro. Complicado:-). Me compensa leer en estas épocas, actualmente leo a Carver.
un abrazo. Que la senda del bosque siga su curso:xPP.