¿Sabéis en qué consiste la individualidad?
En la voluntad consciente. En la consciencia de que uno posee una voluntad y que es capaz de actuar. Sí, esto es, dicho de un modo maravilloso.

Katherine Mansfield, Diarios

♫ April Come She Will

 
 
 

Dijo Blasco Ibañez que las dos cosas que nos ayudaban a vivir eran el olvido y la esperanza. Me gusta mucho esa frase, que de tan poco me sirve, porque tengo memoria de elefante y siempre me ha dado miedo esperar demasiado.

¿Qué es lo que me ayuda a mí entonces? he pensado últimamente en eso y creo que una de esas cosas es algo que aprendí trabajando en un hospital: la seguridad de la inevitabilidad de la muerte. La belleza y la emoción son finitas, zambullámonos en ellas si podemos permitírnoslo o veámoslas pasar serenamente, pero en ambos casos ¡disfrutemos de su presencia mientras duren!

La otra es la voluntad consciente, el querer algo y esforzarme por conseguirlo, aunque sea renunciando temporalmente a otros empeños. Por eso vivo en los últimos tiempos recluída, con un montón de ideas bullendo en mi cabeza y varios proyectos que caminan de la mano y esperan que me libere de esta tesis que ahora me tiene abducida. Y es que escribir la tesis doctoral está siendo, a nivel personal, la mayor cura de humildad que conozco. Cuando alguien se mete en estos berenjenales, supongo que es porque su trayectoria académica hasta ese momento, le anima a pensar que será menos duro de lo que luego resulta ser. Creer que lo ya hecho te allanará el camino es un error, pero un error bendito, porque sin cometerlo pocos nos lanzaríamos a ello y sé que, si finalmente lo consigo, hará que me sienta bien.

¡Ah! también me ayuda mucho a vivir el que siempre haya procurado no enamorarme del poder. Y es que eso me deja un montón de tiempo libre, para dedicarlo a lo que me gusta… a pasarme por aquí, por ejemplo.

 

¡Feliz domingo, socios!

 
Fotografía: Amanda Irigoyen (2013).