Annie_c_2. A very fun panel. Con licencia CC
Acabo de terminar “El camino blanco”, cuarto libro de la saga de Charlie Parker, de John Connolly.
Creo que en su día ya dije porqué no me gusta demasiado adentrarme en la literatura fantástica: yo creo en esas cosas.
Me aproximé pues a las novelas de Connolly pensando, inocentemente, que escribía novela negra pura y dura… y lo hace, pero no se queda ahí. En sus historias la presencia de la “esencia” de los muertos es muy importante (la palabra “alma” tiene demasiadas connotaciones religiosas y seguro que me perdonáis si no la empleo). Yo también creo que, algunos, nos acompañan y, a veces, nos rescatan. O tal vez no sea eso, quizá somos nosotros los que nos obstinamos en recordarlos y la constatación de que lo amado puede perderse en un instante, nos hace ser conscientes de lo absurdo que es limitarse a esperar… cuando nuestra historia biológica siempre acaba de la misma manera… es decir, mal, ¡para que engañarnos!
Estos días de obligado aislamiento pienso en las veces que yo misma he sido rescatada de la mediocridad a la que iba derechita… algo hubo que me obligó a vivir la vida con plenitud. Yo sé muy bien qué fue.
Y ahora que me he tropezado con Connolly (¿por casualidad?) recuerdo esos momentos de reflexión e inflexión y noto como si alguien abriera una puerta para volver a hacerse presente, recordándome lo que nunca debí olvidar. Tal vez sea sólo sugestión… yo soy impresionable… pero no temo a los muertos, sólo los vivos tienen la capacidad de hacer daño.
No temo tampoco recordar, ni aprender. Pero es erróneo hacer predicciones en base a experiencias pasadas, así que me aventuro a escuchar sin saber si esta vez haré caso.
¡Mira que si fuera verdad que las casualidades no existen! :-S
Voy a empezar el siguiente. “El ángel negro” se llama. Me apetece.
Nota: Otro día hablaré aquí de la calidad literaria de este irlandés y de la evolución de sus novelas –he leído 4 y la siguiente siempre es mejor que la predecesora-, pero esperaré a leer todo lo que tiene publicado hasta el momento, antes de animaros a leerlo. Por ahora, lo único que dejo aquí es una reflexión vital de las sensaciones que me provoca… que son muchas y desconcertantes…
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