GlamourJunkie. Peter Pan en Kensington Gardens. En Flickr con licencia CC
«I won’t grow up» (Spotify)

Para los padres que se preocupan por las lecturas de sus hijos.
Y para los niños que no saben que lo son.
 Todavía hay tiempo… ¡siempre lo hay!
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«– No puedo ir -dijo en tono de excusa-. Se me ha olvidado cómo volar.

– No tardo nada en volver a enseñarte.
– Oh, Peter, no malgastes el polvillo de las hadas en mí. Se había levantado y por fin lo asaltó un temor.
– ¿Qué pasa? -exclamó, encogiéndose.
– Voy a encender la luz -dijo ella-, y entonces lo verás.
Casi por única vez en su vida, que yo sepa, Peter se sintió asustado.
– No enciendas la luz -gritó.
Ella revolvió con las manos el pelo de aquel niño trágico. Ya no era una niña desolada por él: era una mujer adulta que sonreía por todo ello, pero con una sonrisa llorosa.«
J.M. Barrie. Peter Pan.
Fragmento
A veces preguntan mi opinión sobre cómo animar a los niños a leer y siempre contesto que es fundamental revisar la lista de libros obligatorios de la escuela. Es difícil convencerles de que la lectura puede ser ese rincón en el que refugiarse, cuando el mundo te pesa demasiado, si lo único que les hacen leer en el colegio son libros mediocres, que (afortunadamente) muchas veces, ni entienden… o grandes obras de la literatura (léase El Quijote o el Tirant) que creo deben abordarse con un bagaje lector a las espaldas que nos permita comprender su valor y disfrutarlas, pero nunca como lecturas de iniciación y jamás como lecturas obligatorias (ningún libro debería serlo; las historias se recomiendan, se regalan, se comparten; nadie puede obligarte a disfrutar de algo, los placeres no se imponen… ¿a quién se le ocurrió tamaño disparate?). 
Una de las lecturas que puede acercar a un niño a la literatura es Peter Pan, de J.M. Barrie. Para mí el auténtico estandarte de la literatura infantil: fantasía, aventuras, ternura, ilusión, sueños, piratas, hadas… y muchas lecturas diferentes (¡ay, esa madre con su «dulce boca burlona» donde «guardaba un beso que Wendy nunca pudo conseguir, aunque allí estaba, bien visible en la comisura derecha«!).
Hay libros que parecen hilos invisibles que me mantienen unida a momentos secretos y preciosos de mi vida. Este es uno de ellos. Yo tampoco quería crecer y una parte de mí lo ha conseguido, quedándose con Peter para siempre. Por eso todavía tengo algo de Campanilla… aunque sea (como todas, no he podido evitarlo) más Wendy que otra cosa.

Sé lo que pensaréis algunos: Peter Pan no existe, es sólo el nombre de un síndrome que se atribuye despectivamente a las personas que no quieren ser adultas (¡qué miedo les damos a la «gente de bien»!… ¡cómo se defienden de nuestra mala influencia!). Estaría dispuesta a aceptarlo, pero lo cierto es que las calles están llenas de Wendys, Janes, Margarets y Niños Extraviados… y si ellos son reales, ¿por qué Peter no?.

Crecer, al menos a mí, no me daba miedo… me daba pena. ¡Tantas preocupaciones, tantos nervios, tanto perder el tiempo persiguiendo cosas absurdas!. Lo sabía, miraba a mi alrededor y lo sabía… ¡ser adulto era eso!, justo lo que yo no quería. Porque yo deseaba otro futuro, uno en el que estuviese permitido «morirse de la risa» por tonterías, tener sueños locos, saltar hasta desfallecer, desahogarse con una buena rabieta, dejarse consolar con besos y abrazos tiernos (aunque seamos nosotros los que hayamos roto el jarrón y el «abrazador» lo sepa). No siempre. No únicamente. Pero, a veces, son esas las cosas que me rescatan del desastre y me devuelven a la vida. 

¡Adoro este libro! y creo que ningún niño debería abandonar ese refugio cálido que es la infancia, sin leerlo antes… mejor todavía: sin que se lo lea alguien que le quiera mucho, pero mucho, mucho; cómo sólo se puede querer a un niño. Eso les servirá, al menos, para que estén alerta y mantengan algún reducto de su espíritu a resguardo de la implacable madurez.
Y es que no me imagino lo que debe ser convertirse en adulto sin haber estado, una primavera al menos, en tu propio País de Nunca Jamás.

¡Feliz domingo!

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Por cierto, que si hay por aquí alguien que no lo haya leído todavía, le recomiendo que lo haga, para alimentar y/o despertar al niño que todos llevamos en nuestro interior… todos… también aquellos que no lo saben… ¡sobre todo, aquellos que no lo saben!

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