Hoy publico más tarde lo habitual; en parte ha sido porque este fin de semana -que había de ser tranquilo- se ha vuelto de pronto alegremente ajetreado pero, sobre todo, porque he tenido muchas dudas a la hora de afrontar la que será la última entrada del año y, solo cuando he decidido que lo importante hoy es que os quede claro que os deseo lo mejor para el futuro, he sido capaz de abrir el ordenador y ponerme a escribir.
Yo quería hablar sobre mis propósitos para el 2015, pero todavía los estoy rumiando y además, quiero que sean sencillos y factibles, y esos son los más difíciles de redactar, porque los deseos que contienen son como el extracto de perfume: concentrados, depurados, únicos. Necesitaré más tiempo, todavía no están listos, pero son proyectos para todo un año, así que bien podríamos empezar con ellos nuestras conversaciones tras las vacaciones.
Otra opción que barajaba era contar aquí lo que mi familia espera vivir estas fiestas, que tanto van a recordarnos la Navidad de hace 35 años, cuando, tras una Nochebuena en la UCI, celebramos el día 25 con la emoción que provoca el saber que eres responsable de la alegría del otro y nos esforzamos como nunca antes por ser felices. Entonces lo logramos ¡y este año también lo lograremos!
Y, finalmente, podía haber hablado de cualquiera de las listas que llevo entre manos estos días: la de los libros que deseo leer el próximo año, la de las comidas que debo preparar estos días, la de los regalos y las personas a las que quiero obsequiar, la de las compras en las rebajas que se avecinan…, pero el interés que puedan tener para vosotros es del todo dudoso y además las tengo a medias todavía.
Eso, como os he dicho, me bloqueaba, pero era absurdo, porque para decir lo más importante no debo prepararme demasiado: cerraré el blog unos días y en enero volverá con pequeños cambios en la forma y una novedad -que me hace especial ilusión- en el fondo. Apenas serán unos días, pero no quiero irme sin asegurarme antes de que sabéis que os -nos- deseo lo mejor: que en 2015 seamos solidarios, que intentemos ver el lado positivo de las cosas, que disfrutemos de lo bueno y aprendamos de lo malo, en resumidas cuentas, que todos y cada uno de los días del nuevo año sean Navidad.
Un abrazo.
¡Feliz Navidad y próspero año 2015!