Temía que Sarah fuese una de esas mujeres que en vez de reírse decían «qué gracia», que en vez de sonreír decían «es curioso», o que en vez de decir «eres tonta del culo» decían «bueno, creo que es un poco más complicado que eso…». Nunca sabía qué hacer frente a ese tipo de personas, sobre todo si además eran de las que, después de que uno hablara, tendían a decir, de forma algo enigmática: «Ya veo». Este comentario por lo general me hacía enmudecer.Al pie de la escalera, Lorrie Moore
Aunque normalmente disfruto del optimismo del corredor de fondo, cada día me resulta más difícil abstraerme de una realidad que insiste machaconamente en recordarme que vamos caminando hacia el abismo, atravesando lugares comunes, donde habita la incertidumbre y todo lo decente está prohibido. Siento que vivo en una sociedad decadente y que esos individuos que exhiben con obscenidad indemnizaciones millonarias, ganadas gracias a su habilidad en el engaño, son producto de nuestra propia desidia, de esa absurda tolerancia con lo chusco y lo rastrero que insistimos en defender en aras de una supuesta libertad.
Pero lo peor de todo es que ya ni siquiera mantenemos el orgullo del perdedor, ni la resignación intelectual del que sabe que tiene que optar entre el histrionismo de la tragedia griega (que no es banal, ni debería sernos ajena) o dejarse arrastrar por una historia que nos decepciona por lo que vaticina: el fin de un ciclo y el nacimiento de otro, que tal vez nosotros no veamos, porque son fenómenos que se solapan y en ese solapamiento cabe una vida.
Los imperios caen de forma estrepitosa, pero lenta.
Cuando uno empieza una novela lo hace siempre sin garantías. Yo compré esta gracias a un error, que me llevó a confundir un comentario hecho al azar con una recomendación encarecida, pero los libros conocen trucos para llegar hasta nosotros y además ¿no es vivir en el engaño lo que uno busca al leer? Por eso suelo decir que todo buen lector debe ser consciente de dónde se encuentra en cada momento la línea que separa la vida de la literatura. Cuanto mejor escrito está un libro, más delgado es ese límite y cuanto más lúcido es el autor, más peligroso se vuelve olvidar su existencia.
Pero ese es otro tema, que requerirá otras líneas. El caso es que empecé Al pie de la escalera y supe que me iba a gustar en cuanto llegué a ese párrafo. Conozco la existencia de ese tipo de personas, tibias y ladinas, que tratan a los demás con un deje de superioridad y grandes dosis de miedo teñido de desprecio. Gente que intenta desesperadamente que donde solo hay vacuidad parezca que hay misterio y calla para ocultar esa mentira. El lenguaje es traidor y acaba por mostrarnos como somos.
Sí, las conozco, es gente que no ríe, porque la risa (sobre todo la risa) es una forma más de compromiso.
De momento, solo puedo adelantaros que Sarah no es así…
La libertad que defendemos, y que nos vuelve tan modositos y pusilánimes, es una parodia de sí misma. Claro que vivimos en una sociedad decadente. Eso de que “España es grande y fuerte” es un autoengaño colectivo (capitalizado desde arriba) que nos lleva por el camino de la amargura. El fin de ciclo se está produciendo, pero es como la historia de la rana, el agua se ha ido calentando poco a poco y le pilla dentro cuando hierve. Si hubiera subido de golpe, espabilaba y saltaba, pero lo nuestro viene de largo.
Me gusta esto de que “Los libros conocen trucos para llegar hasta nosotros”. Tienes más razón que una santa. Vaya: “Conozco la existencia de ese tipo de personas, tibias y ladinas, que tratan a los demás con un deje de superioridad”. Me suena, me suena. Pero dentro de ese registro, Francesca, hay variedad. Hay alguno/as que ríen, incluso como una forma de compromiso, pero consigo mismos… porque el ego lo llena todo. No les cabe nada más. Pienso además que eso puede ocurrir por un exceso de complejidad. Es gente demasiado sofisticada, que es incapaz de simplificar. Porque para reír, comprometerse o decir “eres tonto del culo”… hay que simplificar, y salirse del bucle infinito de los pensamientos recursivos. Hay un poco de superávit intelectual(oide) en esas posturitas. Eso me recuerda una frase que se usa mucho en España: “no me importaría que”… cuando lo que había que decir era: “no quiero hacerlo” o “la verdad, no me apetece”. Un abrazo
“Porque para reír, comprometerse o decir “eres tonto del culo”… hay que simplificar, y salirse del bucle infinito de los pensamientos recursivos.”
:))
Hola Amalio, me encanta esa historia de la rana, tan cierta… y no la había escuchado nunca. ¿Todo ha pasado poco a poco y cuando nos hemos querido dar cuenta el agua quemaba? tal vez, pero hemos tenido avisos, si no en lo económico, sí en el deterioro de la ética. Y esa es la gran crisis, a veces me da miedo ver la naturalidad con la que contemplamos determinadas cosas…
Con respecto a la risa, lo cierto es que he generalizado (y eso bueno no es nunca, lo sé), uno ríe como vive, de muchas maneras, pero haciendo eso, generalizando, reírse ante alguien no deja de ser una forma de dejarse ir, de quitarse la máscara y siempre queda algo de verdad. La risa es de las cosas más difíciles de fingir (aunque hay quien sabe, pero eso bueno tampoco es).
Y si pensamos en esos egos que todo lo absorben… hmmm… lo curioso es que suelen darse en personas que tenían mucho potencial y lo desaprovecharon mirándose el ombligo… Y al final uno siempre acaba descubriendo al ser patético en el que se convierten… es triste.
Oye, me gusta mucho verte por aquí, ya sabes. Un abrazo.
buenos días, Francesca.
No sé qué me ha gustado más, si tu post o el comentario de Amalio. Por la tangente, todo el paquete:D.
Ofrecería todos los ahorros que he recibido por herencia afectados por la conversión en acciones de Bankia, todos (a fin de cuentas a fecha de hoy si los rescato ya he perdido el 80%), si en lugar de indemnizar a esos pendejos les hubiesen inhabilitado de por vida en sus oficios y les hubiésemos forzado a pasar como poco 20 años de cárcel, sin indultos. Pero hasta las cárceles se las decoran a todo lujo (por cierto, un tema a debatir que pocos conocemos, el coste de una plaza en la cárcel nos cuesta mucho dinero).
Pero no, aquí premiamos al malo y amonestamos al bobo. Al final, sólo me queda pensar que deben ser nuestros genes.
Para superar la tristeza y la rabia de estos días, voy a consolarme buscando la irrealidad de un libro, que al menos me haga fantasear. Me has recordado Walden 2, quizá no sea mala idea volver a releerlo.
Feliz domingo.
Hola Begoña, ya sabes lo que suelo decir: vuestros comentarios completan mis entradas. Cuento con ellos para mejorar el post y nunca me falláis. El comentario de Amalio es genial, pero es que a vosotros solo hace falta provocaros un poquito para que dejéis aquí alguna perla 🙂
Sobre lo que dices, pues sí, aquí parece que nos gusta premiar al malo y, lo que personalmente me da más miedo: admirarlo. Hay una generación que espera y escucha lo que decimos. No debemos olvidarnos de eso.
¡Qué bueno haberte recordado el Walden de Skinner!… aunque yo prefiero al de Thoreau, soy un poco ermitaña, supongo.
¡Feliz domingo para ti también!
Magnífico post! Y el párrafo que seleccionaste, y la foto (tengo debilidad por fotografiar escaleras).
Yo también creo que la risa es una forma de compromiso y, aunque es cierto que hay personas que ríen en base a su propio ego, se distinguen perfectamente. Poco se me ocurre añadir, después de los comentarios de Amalio y Begoña. Si acaso que sustituiría la cárcel por trabajos pesados, que los hay.
Yo también estoy harta de que con el argumento del cambio de ciclo se sigan permitiendo y justificando robos y maltrato a la ciudadanía. Pero tú lo has expresado con bellas palabras, a mí a veces me tira el “simplificar” que dice Amalio. Aunque procuro contenerme y ocuparme en “hacer”.
Feliz domingo! Un abrazo!
Gracias Isabel, por lo de las «bellas palabras», a veces pienso que eso, las bellas palabras, se han convertido en una nueva forma de protesta, ante tanta vulgaridad como nos rodea. Aunque yo soy mucho de simplificar, te lo aseguro. También de hacer. Me gusta pensar, pero el gran placer es plasmar en algo concreto lo ideado… no sé…. quizás es extraño, pero creo que lo ideal es la combinación de las dos cosas, y puestos a pedir ¡pidámoslo todo! 🙂
¡¡¡Un abrazo de domingo!!!
Bon dia Francesca!
Estic totalment d'acord amb la descripció d'aquest tipus de persones. A vegades quan hi parles tens la sensació que delaten la seva façana amb el llenguatge que utilitzen, però en ocasions, aquesta superioritat en la que creuen estar acaba per fer riure a l'altre.
Petons i bon diumenge!
Hola Carla!
Em va encantar com es descrivia a la novel·la, una situació que he viscut força vegades. Aquesta gent que pensa que el seu silenci s'interpretarà com a saviesa. Sí, qui no parla no s'equivoca i qui no es compromet no s'arrisca a ser un perdedor, però això no és viure, és sobreviure… què és molt diferent!
És a dir, que a més a més de fer riure, molts cops també fan pena…
Gràcies per passar-te pel club avui, per mi és una alegria veure't per aquí, ja ho saps. Petons!
Me ha gustado particularmente esta frase: «El lenguaje es traidor». Creo que pocas cosas son más ciertas. Los que escribimos y/o leemos amamos el lenguaje, pero el mismo no nos corresponde, es inmutable. Puede llegar a herirnos o a hacernos reír hasta la saciedad. El lenguaje lo parece todo y no es nada.
Un saludo. ¡Feliz semana!
Sí, lo parece todo y no es nada… o parece que no es nada y lo es todo… no sé Àlex, a veces nos protege como una máscara de palabras y luego, cuando cae, nos hace sentir desnudos.
Puede que sea como la niebla, que sin ser nada pero puede ocultarlo todo, o revelarlo, depende…
Las palabras nos emocionan y nos dan la vida. Ese es su gran poder.
¡Un saludo y feliz semana!