«No tengas miedo; la isla está llena de ruidos, sonidos y aires dulces, que dan deleite y no dañan. A veces, mil instrumentos vibrantes zumbarán sobre mis oídos; y a veces voces, que, si entonces he despertado tras un largo sueño, me harán dormir de nuevo: y entonces, en sueños, las nubes me parece que se abren, y muestran riquezas listas para caer sobre mí; que, cuando despierto, pido llorando soñar de nuevo.»
La tempestad. William Shakespeare.
Esta semana no tengo palabras. Las he dejado todas en la novela. Los personajes parecen haber decidido de repente que desean ser dueños de su destino y empezamos a tener dificultades para controlar su crecimiento. La vida imaginaria se expande a su antojo, se agita, se desborda… ¡por fin!
Mientras, en la otra –la de la salud, el dinero y el amor-, como en el mar, incluso cuando todo parece estar en calma, las tormentas se suceden bajo la superficie. Tormentas que dan miedo al principio, pero que limpian y purifican nuestro mundo, para que podamos seguir hacia delante.
Los días que preceden al verano suelen ser de esos en los que la vida parece detenida… eppur si muove.
¡Feliz domingo, socios!
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«Tormentas que dan miedo al principio, pero que limpian y purifican nuestro mundo, para que podamos seguir hacia delante.»
Mi entorno está como la primavera, con grandes cambios, siempre me gustó esa manera que tiene la Naturaleza de transformarse, a saltos, unos más grandes y otros algo más pausados …
¡Feliz domingo!
Pues sí, Juana, así es la vida. Cambios bruscos seguidos de pequeñas modificaciones de la trayectoria. Lo importante es avanzar y, a ser posible, disfrutar mientras se hace.
¡Un abrazo!