Cada libro es una excitante invitación y también un principio anticipado de remordimiento, una promesa de sensaciones, palabras, sabores y mundos y una advertencia de que no se pueden leer todos los libros que uno quisiera.
Ventanas de Manhattan.
Antonio Muñoz Molina.
Para E. ¡Bienvenido!
Hoy quiero confesaros un secreto, pero para eso, tengo que empezar por explicaros una historia. Prometo que será corta, pero debéis tener paciencia, porque lo que os quiero contar ha tardado casi cuatro años en gestarse. No podía ser de otra manera, porque la amistad es como esos guisos que necesitan una cocción lenta y cuidadosa. Y, después de todo, esta es la historia de una amistad.
Corre el año 2010, julio está acabándose ya y en cuanto amanece empieza a hacer tanto calor fuera que no apetece salir a la calle hasta que el sol vuelve a ponerse. Yo no necesito hacerlo, porque desde enero de 2008 trabajo en un proyecto que puedo realizar desde casa. Desayuno en el comedor, me preparo un café y subo a tomármelo frente al ordenador; mientras, abro los correos y organizo el trabajo diario. Ese momento forma ya parte de mi rutina matinal y últimamente es muy especial, porque anuncié en mi blog que realizaría una autoentrevista con preguntas que enviasen los lectores y cada día abro el correo contenta, y también un poco asustada, porque me están llegando muchas preguntas y muy diversas, así que lo de la autoentrevista no me parece ya tan fácil como el día que lo anuncié.
Hoy también he recibido mails en el correo de contacto. Son cortos todos, excepto uno. Empiezo a leer y enseguida noto que esta vez es distinto. Se presenta, hace la pregunta reglamentaria… y empieza a hablar de literatura, de la magia con la que ciertas lecturas transmiten ganas de vivir a los lectores, de Cortázar y de unos jardines que no conozco. También de «El diario de Andrés Fava», que corro a comprar al día siguiente y que leo de corrido antes de contestarle siquiera.
Recibo otra carta donde me agradece la pronta respuesta, me habla de Janet Malcolm, de David Lodge y (sí, fue él) me presenta a Alice Munro. Resulta que es profesor universitario de redacción periodística y una de las asignaturas que imparte es «Reportajes y entrevistas». Me ofrece su ayuda.
Leo a Malcolm, leo a Lodge, leo a Munro. No salgo de mi asombro ¿cómo no los había descubierto antes? Por supuesto me ayuda con la entrevista. Yo le echo una mano con el diseño de su propio blog. Escribimos post juntos para la extinta Sociedad Literaria. Nos lo pasamos tan bien que nos animamos con un relato corto. Luego con otro, que no se acabe la diversión. En estos casi cuatro años no hemos dejado de compartir libros maravillosos, ni de escribir juntos.
Muchos de vosotros ya sabéis quién es ¿verdad? Bueno pues su identidad no era el secreto, el secreto es que ahora andamos escribiendo una novela.
Estamos en esa fase en la que ya no recordamos si la frase que corregimos la escribió uno u otro, si se me ocurrió a mí que tal personaje hiciese tal cosa o fue él quien lo metió en el atolladero del que no sabemos muy bien cómo sacarlo. Ahora la historia tiene una estructura clara, los personajes ya no pueden hacer cualquier cosa que se nos ocurra a nosotros, han adquirido carácter propio y nos exigen coherencia. Por eso creemos que ha llegado el momento de dar el paso de publicar regularmente parte de lo que escribimos entre los dos.
Para eso necesitamos un espacio, que ambos creemos que debe formar parte de El Club. Él se alojará en el desván y yo iré a visitarle de vez en cuando, para conversar, entre nosotros y con vosotros. De escritura y de escritores, de lectores y de algún libro que nos fascine a ambos, también de esos momentos en los que contemplas un cuadro y te recuerda una historia que conoces. De la adicción al olor de los libros recién impresos y de las librerías maravillosas que uno se encuentra en cualquier rincón inesperado. Tal vez hablemos de cuando Dafoe nos hizo vivir como náufragos y nos ayudó a encontrar nuestro propio camino de regreso. O de aquel otro día, en el que Caroll nos dejó hablar con el gato más sabio del mundo… No existe una hoja de ruta, pero supongo (suponemos) que todo girará alrededor de lo que nos apasiona a los dos: la literatura. Y la vida.
Todo esto lo digo, para avisaros de que, en breve, este club se convertirá en un lugar un poco más seguro.
Y todos vamos a salir ganando.
¡Feliz domingo, socios!
…hoy me suena a un sueño hecho realidad…es curioso que, sin ser protagonista, lo sienta como un sueño propio realizado.
Esto es lo que yo llamo felicidad, Francesca. Además de un secreto compartido:D.
Un abrazo.
Gracias, Begoña, es muy bonito lo que dices y no sabes cuánto me gusta saber que consideras este espacio y lo que en él ocurre, un poco tuyo también… ¡eso es lo que pasa en los clubs de verdad! 🙂
Un abrazo fuerte.
En parte, Francesca, alguna vez yo soñé algo parecido nada más aterrizar en las letras virtuales; en realidad, he acariciado ese sueño dos veces; no pudo ser en mi caso, pero saber que es un sueño realizable para aquellos blogs que son un poco nuestros, no deja de ser una luz encendida en nuestros sueños.
Abrazos.
¡Nunca renuncies a tus sueños! Además, una cosa es escribir, otra publicar y otra vender. En mi caso, la que más me importa es la primera, después la segunda y finalmente la última… como ves soy muy «ordenadita» 😉
Un abrazo.
Estoy entusiasmada …. muuuuuuucho
¡Feliz semana!
Lo sé, Juana, lo sé. Sabía que a ti, más que a nadie, te iba a dar una alegría 😉
¡Feliz semana!