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De paseo. FC (2012) The man I love. Etta James |
«Fue un día memorable, pues obró grandes cambios en mí. Pero ocurre así en cualquier vida. Imaginémonos que de ella arrancáramos un día especial y pensemos en lo distinto que podría haber sido su curso. Deténgase el lector y piense por un momento en la larga cadena de oro, de espinas o flores que, de no ser por la formación del primer eslabón en un día memorable, jamás le hubiese atado».
Grandes esperanzas, Charles Dickens
Nunca aprendí a ir en bicicleta. De pequeña me fue vetado todo aquello desde lo cual pudiese caerme y romperme algo (con lo cual se me privó del privilegio de ir escayolada al colegio). Pero siempre quise tener una bicicleta con cesta para llenarla de cuentos y muñecas e irme por ahí, a dar la vuelta al mundo. Aunque a mí donde me gusta estar es en casa. Pero los niños sueñan sin siquiera intuir lo que desearán en el futuro. Libres de verdad.
El caso es que vi esta bicicleta en una calle estrecha que moría en Picadilly, muy cerca de la tienda donde, un poco más tarde, me di de bruces con unos guantes con topos amarillos, que ahora están en un cajón esperando que en Barcelona haga frío. Vi la bicicleta y le hice una foto para tener un recuerdo de aquella otra que nunca fue, pero que podría haber sido. Echarle un poquito de imaginación al pasado tampoco viene mal.
Estoy hoy en una especie de resaca viajera. Ayer anduve revolviendo entre las fotografías para montar un álbum y he vuelto a hacer los recorridos de estos días. No me llevé cámara a Londres, bastaba apuntar con el móvil para captar un gesto, una esquina, una nube… Casi siempre movidos, borrosos, pero reales. No sé hacer fotografías. Suerte que no iba sola.
Londres da para mucho cuando vas con T. Da incluso para perder el miedo a volar.
La suerte está echada, pienso mientras suspiro y hojeo las revistas de a bordo. Me divierte pensar que, tanto a la ida como a la vuelta, hemos cambiado los asientos, “si esto se cae me enterrarán con tu familia” le digo, “tranquila, tendrás la lápida como los chorros del oro”. Nos reímos. ¿Cuánta gente yacerá en el panteón del amigo, el socio, el amante… o el vecino de asiento que le pidió sentarse junto a la ventanilla?… pocos, los aviones no se caen así como así…, entonces me reclino en el sillón y San Valium atiende mis rezos y hace que me duerma.
Llegué a Heathrow fresca como una rosa. Culpa de T.
…………
Todo tiene un principio y suele estar ligado a una decisión, que con toda seguridad, nos pareció banal en su momento. Tuve una compañera que estudió la carrera en la que la cola para matricularse era más corta. Otra se enteró hace poco de que sus dificultades para pronunciar la “r” de pequeña, hicieron que se fijase en ella el primo de una vecina con el que ahora tiene dos hijos. Y así todo. También están las decisiones que impiden que ese día memorable llegue: el día que renuncias a ir a ese cine, a la salida del cual te habías de tropezar con un viejo amigo que te haría una fabulosa oferta de trabajo o el que no te comiste aquella tortilla de setas que te hubiese conducido hasta la enfermera que ahora sería tu cuñada… En fin, ¿qué sabemos de las cosas que no pasan? así es la vida.
Días memorables que siguen y son seguidos por otros días memorables. Y nosotros sin enterarnos.
¡Feliz domingo, socios!
www.elclubdelosdomingos.com
Tengo la sensación de que las cosas pasan porque tienen que pasar y, las que no, es que no correspondian …. jajajaja
En fin, me he levantado pronto (para mis costumbres de domingo) y no estoy aún despejada ….
¡Feliz domingo a todos!
Totalmente de acuerdo. De hecho me han hecho más favor cosas que no han pasado que las que sí lo han hecho … grave ¿no? :-)))
Yo es que como Nancy, la protagonista de Muy lejos de Kensington, tengo siempre a mano mi amado insomnio, de forma que duermo poco y me despierto de buen humor… soy rara, lo sé…
Les ressaques viatgeres són part dels nostres viatges, oi? Són una ressaca que no ens molesta gens, que no requereix de cap tractament especial, només deixar-se portar pes les imatges i moments que aquelles fotos (de mòbil o càmera, més o menys mogudes) ens reboten al cervell.
Bon (segon) viatge, doncs. I records a T. (si és que T. és T. 😉
Sí Ferran, T. és T., però el Londres d’aquest any és el de Dickens, està per tto arreu i paga la pena fer una visita ni que sigui molt curta, per respirar l’ambient.
M’encanta com està quedant l’àlbum, si m’animo igual us l’ensenyo quan l’acabi 😉
Abraçada forta viatjant cap a Berlín!!!!
Que agradable es comparar el pasado 🙂
Pues sí, compararlo, retocarlo un poco y revivirlo a la nueva manera: paseándome con mi bici por las calles londinenses… nodigomás… 😉
Comparto ese sentimiento sobre las falsas apariencias de las decisiones banales y la intriga sobre las cosas que no fueron pero pudieron ser. Aún así, hayan sido o hayan podido ser, me gusta pensar en nuestra mitad venidera y creer que aún nos podemos ocupar en los días memorables que serán.
Feliz domingo, Francesca
Sí, Jose, hay que disfrutar de la mitad venidera… pero con el pasado podemos escribirnos cuentos a nosotros mismos y decirnos mentirijillas que lo endulcen si hace falta ¿no?, total ¿a quién hago daño creyendo que de pequeña tuve una bici? 😉
Y esto, que digo yo que tienes razón cuando dices «falsas apariencias»… ¿cómo sabemos si una decisión es banal?… hay que reflexionar sobre eso…
Feliz domingo, Jose, un abrazo.
Deliciosa la bicicleta, y el marco en el que se encuentra. Me he imaginado que salía la protagonista de El caso Winslow y la llenaba de libros y panfletos para ir a la Cámara.
Así como justo después de este breve diálogo (en italiano, pero se entiende).
Feliz domingo!
Recuerdo que vi esa película, pero había olvidado ese gran final… “¿de verdad cree eso, Srta. Winslow, sabe usted muy poco de los hombres…” ¡bravo! Gracias por traer aquí esa escena, me encanta… y por supuesto me veo llenando la cesta de libros y panfletos… ¡ya lo creo que me veo! 🙂
Un abrazo, Isabel.
jjj.. qué bueno. Cuentas tantas cosas que, en fin, te escribiría un largo comentario de los míos. Pero me interesa mucho esta línea de reflexión que abres, porque conecta con dos temas que a mí siempre me han generado una gran curiosidad. Uno es: ¿qué es tener buena o mala suerte? Quiero escribir un post sobre esto. Hay algún «día memorable» que puede marcar tu buena/mala suerte del futuro, pero lo curioso de esto es que lo que hoy parece haber sido una «buena/mala» suerte, resulta que visto a más largo plazo, con perspectiva y lectura posterior de acontecimientos derivados, fue lo contrario, una «mala/buena» suerte. Esta paradoja me fascina. El segundo tema que tiene que ver con lo que tú dices me salpica de cerca, y tiene que ver con la emigración. Cuando descubro «casos raros» de emigrantes (imagínate un cubano en Nueva Zelanda), se me despierta el espíritu de Sherlock Holmes por investigar en qué preciso momento se torció el rumbo para que esa persona haya terminado en las Antípodas. Y por lo visto, un porcentaje importante se explica por historias de amor inesperadas. Sin duda, lo del «día memorable» (o la hora, o el minuto, quién sabe) da para charlar con unos buenos pasteles de los tuyos 🙂
¡Tú extiéndete Amalio, no te cortes aquí anda, que me encantan esos largos comentarios tuyos!
Respecto a lo de la buena/mala suerte no lo acabas de saber nunca (bueno sí, cuando te mueres, pero esa valoración solo la puede hacer el biógrafo, si lo hay). Yo creo que hay dos tipos de emigración, la que va a un sitio y la que huye de otro. La primera muchas veces está unida al amor y la segunda suele “sellarse” también con el amor que hace que cruces el rubicón creando en el nuevo lugar una familia.
Al final parece que siempre están el amor y las ganas de vivir. Bueno, y al principio también…
¡Lo de la charla con pasteles hay que hacerlo! … no tengo ganas ni nada de memorizarme yo el libro ese que me han regalado, ya verás ya… 😉
Qué bonito, Francesca. Menos mal que tenemos la literatura: para vivir esos momentos memorables que nunca ocurrieron.
A nosotros no nos ocurrieron, pero a mí me gusta pensar que a alguien sí… aunque sea pequeñísima, toda historia tiene parte de realidad ¿no crees?.
Gracias por pasarte hoy. Un abrazo.
¿De verdad hace frio alguna vez en Barcelona?, estoy enamorada de tu ciudad y siempre que la visito incluso en invierno hace buen tiempo:)
Si, la vida te ofrece ópciones cada día, avanzo con la esperanza de que cada puerta me traerá algo bueno y maravilloso.
PD: Te acabo de dejar un comentario en el face si entras podrás ver fotos de mi tienda, de los libros, de mi pueblo y hasta de mi, me llamo Rosa 🙂
¡Hola Rosa! Tienes razón, en Barcelona no hace frío, pero yo aún sigo con la idea de que salgo a la calle trempranísimo como hacía antes y sigo comprándome guantes, bufandas y gorras… en fin… somos animales de costumbres…
Me voy corriendo a ver las fotografías que dices. Mientras me tomo un cafetito.
Un abrazo y que sepas que ya tenía yo ganas de conocer tu nombre 😉
Muy bonito. Las cosas pasan tan imperceptiblemente que a veces uno ni se da cuenta. Y otras, cuando se detiene a pensar en ello más profundamente quizá piensa en una suerte de destino o algo que mueve los hilos… El caso es que la consecución de los hechos es tan literario a veces que la frase «la realidad supera la ficción» muchas veces es tan cierta como que Barcelona es una de las ciudades más bonitas del mundo, o quizá porqué es la nuestra.
Bonito texto y me ha gustado la forma delicada de expresarte.
Un placer.
¡Hola! Sí, la verdad es que la vida a veces nos hace creer en que existe una suerte de plan secreto que ha de conducir nuestras vidas hacia un punto determinado, queramos o no… Al final, quizás en lo único en lo que incidamos nosotros sea en el «cómo» y en el «a qué precio»… aunque no me quejo en absoluto, lo digo muchas veces y es cierto: la vida decide mejor que yo.
Gracias por tus palabras. Un placer recibirte en este saloncito. Vuelve.