En las alturas. F.C. (2011)
A little girl, a little boy, a little moon. Diana Panton


Existe un tipo de personas que tienen algo que las distingue de los mortales corrientes; son personas que poseen ese instinto que solamente suele darse en los niños muy pequeños, el instinto de establecer un contacto inmediato y vital entre ellos y el resto del mundo.
La balada del café triste, Carson McCullers

Ayer, en las pausas que me dejaba un trabajo que tengo que entregar en pocos días, escribí un post. Sin motivo aparente, le pedí a un amigo que me diera su opinión… y me quedé intranquila. No le acababa de gustar y me lo dijo. Los amigos hacen eso: decirnos lo que, aún sabiéndolo, no nos atrevemos a decirnos a nosotros mismos.
El caso es que esta mañana me he despertado al amanecer pensando, entre sueños todavía, que debía revisar lo escrito y aquí estoy, a medio despertar, con un té caliente a mi derecha y la luz del ordenador como única iluminación de la casa. Está clareando y empiezo a notar demasiado calor en el despacho, desangelado como estaba hace solo un momento, cuando he entrado a releer lo escrito, antes de bajar a la cocina a llenar la tetera con los restos de earl grey que parecían estar esperándome, solitarios, al fondo de la lata. Acabo de escoger la canción que acompañará estas líneas y la escucho, mientras pienso en cómo contar de otra manera lo que quería deciros ayer… pero sucede que las emociones son caprichosas y lo que entonces era importante hoy parece no tener sentido, y me noto más perdida que nunca, sabiendo que habré de encontrar nuevas palabras para darle forma a una historia distinta.
Estos días estoy leyendo «El aliento del cielo», los cuentos completos de Carson McCullers y me doy cuenta de que, en el fondo de todos ellos, se esconde siempre la mirada indulgente que deposita la escritora sobre la naturaleza humana. Todo lo comprende y ante todo se admira. Desgrana los momentos minuciosamente, nos cuenta cada gesto y nos hace amar cada personaje, cada objeto, cada lugar… casi tanto como parece amarlos ella misma.
Sigo sin saber qué contar y recuerdo de repente que este desbarajuste, esta tardanza en escribir de hoy, este apremio por sentir y plasmar en palabras una emoción nueva, se debe al comentario de mi amigo y me percato de las raras elecciones que hacemos en la vida.
Libremente decidimos que alguien (sin siquiera saber el porqué esa persona y no otra) es merecedor de nuestra confianza. Bajamos las defensas hasta el punto de dejar que nos conozca. Empezamos a contarle nuestros secretos, le hacemos confidencias hasta convertirlo, poco a poco, en cómplice de nuestras pequeñas miserias cotidianas, dejamos que se asome a cuanto en nuestra intimidad hay de cierto…
Y es entonces y no antes, cuando aparece esa amistad, cargada de compromiso, que no es otra cosa que un pacto de lealtad. Y ese compromiso y ese pacto son los que hacen que el otro sepa que todo lo que diga, será empleado a su favor.

Ser amigo al fin y al cabo, no es más que eso: saber que siempre se les dará a nuestras palabras y a nuestros hechos la interpretación más benevolente.

…………
Los recuerdos infantiles poseen una extraña cualidad volandera, y zonas de oscuridad rodean los espacios de luz. Los recuerdos de infancia son como velas encendidas en una hectárea de oscuridad, e iluminan escenas inmóviles, separándolas de la negrura circundante.
El orfanato, Carson McCullers
Regresamos al lejano territorio de la infancia, encendemos una cerilla y quemamos la punta de una aguja con su llama, pinchamos la yema tierna de nuestros pulgares y mezclamos las sangres. Volvemos al presente y dejamos que el tiempo pase sin traicionar jamás la confianza del otro. Y eso es todo. No hay más. Lo sencillo es a veces lo más difícil.

Construimos amistades como quien construye catedrales, sin saber siquiera si tendremos tiempo de acabarlas, pero soñando con que crezcan hasta alcanzar la luna y las estrellas.

He acabado el té y me doy cuenta de que lleva ya un buen rato sonando, una y otra vez, la misma música… curiosa canción la que me ha acompañado en este bonito amanecer; a little girl, a little boy, a little moon… 

¡Feliz domingo, socios!
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