Pocas personas, muy pocas, tienen un tesoro, y si lo tienes debes aferrarte a él. No debes dejar que, por indolencia, te lo quiten.
Escapada, Alice Munro
Esta semana le han dado el Premio Nobel a Alice Munro y ese ha sido el empujón que yo necesitaba para salir de la madriguera en la que llevo encerrada casi dos meses y que no es otra que mi propia vida. Todo regreso conlleva una buena limpieza general y en eso ando, ventilando habitaciones cerradas durante mucho tiempo, cambiando de color las paredes, tropezándome con fotografías antiguas (que creía ya perdidas para siempre) y colocándoles bonitos marcos, que resalten su ajada ternura… He retomado algunas de mis viejas costumbres y les he añadido otras nuevas, con la intención de que me protejan contra la infelicidad. Tras la tempestad viene siempre la calma y estos últimos días yo empezaba a notar que se acercaba un tiempo alegre.
Y entonces van y le dan el Nobel a Alice Munro y eso por sí solo ya serviría para certificar que esta vez mi intuición ha funcionado y efectivamente, el nuevo año (nunca he logrado desprenderme de la sensación escolar de que el año empieza con el curso académico y no con las campanadas), será luminoso.
Desde que yo recuerdo me ha encantado la novela breve (no son relatos cortos lo que escribe Munro, me vais a perdonar, un cuento es otra cosa, que me gusta también, pero en él no cabe el universo sensorial que se encierra en todo lo que escribe ella), pero por alguna razón desconocida, la he buscado siempre en escritores americanos o irlandeses. Digo esto porque a Alice la conocí hace relativamente poco. Me la presentó Enrique, recomendándome un libro suyo, «Odio, amistad, noviazgo, amor, matrimonio», con el que me atrapó esta escritora que parece obsesionada en mejorar el mundo.
A mí se me hace relativamente fácil la idea de escribir sobre grandes cosas, porque al lector ya le sobrecoge el mero hecho de lo sucedido en la trama. Lo difícil es sacar a flote las emociones del día a día, las tragedias y los estremecimientos cotidianos, lo que creíamos secreto… eso es lo que Alice Munro consigue: nos sorprende mostrándonos que sabe lo que está ocurriendo y nos dice que no es grave, que no hay que preocuparse demasiado, que la vida es felicidad sí, pero también sufrimiento; que hay que aceptar las cosas como vienen y seguir hacia delante. Pero sobre todo, nos recuerda, que por muchas equivocaciones que hayamos cometido, llegará un día en el que tendremos la posibilidad de redimirnos y, mal que me pese, tengo que reconocer que leerla me devuelve la esperanza.
Queda lejos ya mi anual viaje a Londres (al que este año se ha añadido Bath, esa maravillosa ciudad donde todavía sientes que puedes tropezarte con un personaje de Austen, al girar cualquier esquina). Regresé a la vez que este otoño disfrazado de primavera, que parece no querer instalarse y lo más que nos ha dejado son un par de simulacros de lluvia, lo justo para que yo estrenase mi flamante paraguas londinense.
Mi reencuentro con el mundo de los sentidos fue total aquellos días y desconecté tanto, que he estado pensando en cercenar definitivamente algunos cables que me unen virtualmente a espacios, en los que el ruido y el humo hacen ya difícil que encuentre lo que considero importante.
El tiempo no existe, existen las vivencias con las que lo llenamos y aquí me tenéis, separando el grano de la paja y decidiendo qué eliminar para que haya en mi vida lugar para los proyectos del nuevo año, que no son más que viejos sueños que fueron saliendo a flote mientras paseaba entre impresionistas en la National Gallery, escogía agenda en Fortnum & Mason, saboreaba un helado de coco y capuccino en el Venchi de Covent Garden o revolvía entre los miles de libros de Hatchard’s (donde, por cierto, compré «The Beggar Maid. Stories of Flo & Rose» de Alice Munro).
Ya he tomado algunas decisiones. Una de ellas es que este Club permanecerá abierto. Como siempre. Más que nunca.
¡Feliz domingo, socios!
Me alegro que hayas decidido seguir por aquí.
Verás, creo que hay gente que «es» música (mi marido lo es) y hay gente que «es» escritura (Tú y Enrique lo sois) por eso estoy contenta de tu decisión XD
¡Feliz semana!
He descubierto que este Club es, para mí, mucho más que un lugar en las nubes, donde hablar de los libros y de la vida… es algo real y muy importante en mi día a día. Aquí hablo con vosotros, escribo y os leo. Sí, creo que tienes razón en que algunas personas somos escritura, porque conozco otras que son música… y otras, como tú, que parecéis vivir para animar a los demás en el difícil camino de cumplir sus sueños. Gracias, Juana.
No he leído nada de Alice Munro y por lo que describes me resulta muy apetecible, me apasionan esos pequeños grandes momentos que son la Vida misma. Además, encaja con mi nueva estructura de espacios y momentos.
¡Feliz semana Francesca!
Tienes que leer a Alice Munro, Isabel… ¡escribe para ti! Además, me da a mí que esa nueva estructura de espacios y momentos de la que hablas, tiene algo que ver con reflexiones vitales que seguramente compartimos.
Feliz semana y gracias por venir.
Hazme caso, no dejes de leer a Alice ¡te va a encantar! 🙂
Yo tampoco conozco a Alice, como a muchos otros escritores; sin embargo, cuando leo el clubdelosdomingos de Francesca me sucede lo mismo que a ti, me sumerjo en un mundo de sentidos que me hace ser consciente del mío propio. Me recuerda que alguna vez hace no mucho escribía así, con los sentidos del amor, y que quizá algún día vuelva a recuperar ese mundo que últimamente sólo se pierde en su propio sufrimiento.
Llevo días sin aparecer por aquí, no sabía que pensaste en cerrar esta infinita ventana al mundo sensorial, por suerte has cambiado de opinión.
Un abrazo, Francesca.
¡Hola Begoña! Alice te encantará, es alguien que escribe desde ese sitio mágico desde el que algunos leemos.
Gracias por lo que dices de este lugar. En realidad nunca estuvo en peligro, lo que pasa es que me estoy planteando rebajar el nivel de presencia en red para huir de todo lo que no me aporta demasiado. Con los años la vida se te llena de posibilidades y hay que replantearse las elecciones de vez en cuando.
Este Club forma parte de ese cajón de virtualidad que estoy «limpiando», pero se ha salvado rápidamente, porque aquí me encuentro bien y me recibo (como poco) tanto como doy. De otros sitios me iré… de hecho ya me estoy yendo… casi sin darme cuenta.
Me alegra que hayas regresado, pero no temas ausentarte de vez en cuando, es normal hacerlo y aquí siempre tendrás una butaca reservada, para leer a gusto.
Un abrazo.