“Me gustan los bares cuando acaban de abrir para la clientela de la tarde. Dentro el aire todavía está limpio, todo brilla, y el barman se mira por última vez en el espejo para comprobar que lleva la corbata en su sitio y el pelo bien alisado. Me gustan las botellas bien colocadas en la pared del fondo, las copas que brillan y las expectativas. Me gusta verle mezclar el primer cóctel, colocarlo sobre el posavasos y situar a su lado la servilletita de papel perfectamente doblada. También me gusta saborear despacio ese primer cóctel. La primera copa de la tarde sin prisas, en un bar tranquilo …”
El largo adiós. Raymond Chandler
Hacía tiempo que tenía pendiente escribir un post para que un amigo, que se resiste a leer obras de misterio, entendiese mis razones cuando defiendo que algunas pueden ser un clásico y que hay autores, como
Chandler, que son grandes. Una inesperada invitación, para moderar una mesa redonda sobre novela negra, ha sido la culpable de que hoy me decida por fin a hacerlo. Ayer pasé buena parte de la mañana deambulando a la búsqueda de obras de
Andreu Martín, el autor al que presentaré ese día, y rebuscando en mi ya no tan pequeña biblioteca, textos que son para mí una referencia y que acercaron escenas como esta a mi presente.
«El largo adiós» es uno de los mejores ejemplos de que, a la hora de hablar de la calidad de los autores, los géneros no cuentan. Releí sus tapas y recordé los motivos de mi acercamiento y comunión con esos perdedores decadentes y románticos. Al hojearla, mis dedos se detuvieron al azar en una página y mis ojos se fueron urgentes a releer el párrafo que os dejo aquí y que me obligó a detenerme contemplando a Marlowe, en ese bar todavía sin humo acumulado y sin rodeles de copas en las mesas. Chandler hace que veamos a un hombre a través de sus circunstancias y logra que nos atraiga hasta el punto de quererlo conocer, aunque para ello debamos permanecer en esa barra hasta que caiga la noche.
Y mientras eso pasaba, de repente he sabido que en esta agitada semana, donde los temas pendientes me han envuelto como una niebla densa, me hubiese ido bien algún momento de reflexión como el que Chandler le regala a Marlowe en este párrafo. Media hora en un sitio tranquilo, en esa soledad compartida con alguien que realiza su trabajo con parsimonia, sin fijarse en nosotros, sin molestar y sin dejar que le molesten. Treinta minutos apenas, pensando en lo que haré o dejaré de hacer, en lo que está sucediendo ya.
Sueño con tomar esa copa en solitaria compañía, reflexionando, e intentando reconocerme en la que hoy me sonríe desde la otra orilla. Encontrar el sitio no es tarea fácil, pero lo más difícil será saber cuál es esa hora bruja, en la que el tiempo y el espacio pueden detenerse, mientras el barman mezcla el primer cóctel… para mí.
Y mientras descubro esa hora, sin duda, secreta, os deseo, como siempre, que paséis un feliz domingo.
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Entre estanterías de libros cuidadosamente ordenados, ayer me tropecé con un antiguo compañero de aquella Universidad que pisé por primera vez a los 18 años. Hay gente que pertenece claramente a tu pasado, aunque habite tu presente. Los dejas atrás mentalmente, incluso cuando todavía su silueta aparece, visible, en tu horizonte. De él me quedará el saludo tímido, el “¡cuánto tiempo…!”, pero antes, mucho antes, habíamos sido un café atestado a media tarde, una mano sujetando la ofrenda del paquete de cigarrillos compartido, una esquina bajo la lluvia, un “perdona, llego tarde”… y muchas cosas más que, al final, son nada.
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La fotografía es una pequeña trampa. En «El largo adiós» fue Elliot Gould quien dio vida a Philip Marlowe, pero para mí, ese detective amante de la poesía y el ajedrez, siempre será Bogard…
www.elclubdelosdomingos.com
Vaya. Me pongo melancólico al leerte… Ea.
@Gerineldo. Sí, hoy ha quedado la entrada pelín melancólica… la verdad es que Ella también ayuda. Pero hace un sol luminoso y eso compensa ¿no? Feliz día, Gerineldo. Nos leemos…
Sería incapaz de vivir sin momentos de quietud, de «parar el mundo», de estar atento, de observar sin pensar …. me gusta la soledad buscada, esa en la que miro imágenes, leo historias y sueño despierta ….
Mientras leia tu entrada hoy, he pensado ¡madre mia lo que me queda por leer! …. y por disfrutar con ello jajajaja
¡Buen domingo!
Buenos días Francesca!
Es curioso que las mismas cosas evoquen cosas tan diferentes en distintas personas, Andreu Martin me ha transportado al colegio, entonces, realmente todos los detectives se llamaban Flanagan (y Hercules Poirot) para mi. Hoy seguramente hubiera dejado que Jeronimo Tristante les pusiera nombre…
Y quizá me hago mayor, pero para mi media hora de paz sería necesario que el barman se personase en mi casa.
Otra cosica, pasar de leer los libros de tres en tres a la tranquilidad total es seguro imposible, Francesca… poc a poc!!
«…y muchas cosas más que, al final, son nada.»
Fueron mucho. Son todavia y siempre serán. Matizado, oculto, escondido, aplacado.
Necesariamente, por la realidad, el hoy, que sigue y debe seguir.
@Juana. ¡Hola! Yo pienso muchas veces lo mismo ¡lo que me queda por leer… y lo que no me dará tiempo de leer nunca!, pero a Chandler le tienes que dar una oportunidad, Philip Marlowe es un personaje que merece ser leído por ti.
Esta mañana me he regalado esos momentos y ahora seguiré un poco, esto es solo una pausa, mientras paladeo el café… quietud y tranquilidad en un domingo cualquiera… y lo de soñar despierta… pues sí, de eso también ha habido algo… Un abrazo, Juana y hasta pronto 😉
@Karmele ¡Buenas tardes socia! Esta mañana he solucionado el «problema» de leer 3 libros a la vez (aunque en realidad no es así, el pobre Grossman espera pacientemente a que acabe a tu amado Mandanipour) y he terminado de un tirón el libro de Martín… ¡es fantástico!… taaaaaan truculento… justo el tipo de novela negra que a mí me gusta. En general nunca bajo de los Pirineos escogiendo autores de novela negra, no porque los de por aquí no sean buenos, si no porque reconozco que me gusta la novela muy, muy, oscura (ya sabes, si me pongo, me pongo, que ponerse para nada es tontería), pero este hombre me ha sorprendido… hasta el punto de que he buscado una excusa para pasarme la mañana descansando, tumbada en un sillón y acabándome la novela del tirón… la recomiendo aquí para una tarde de esas tontas o una mañana luminosa, es igual…
Lo de tener al barman en casa no estaría mal, no renuncio, pero a lo peor resulta que entonces le daba demasiado al frasco ¿no?… yo soy de poco alcohol, pero las mezclas son taaaaan interesantes siempre 😉
Un abrazo Karmele, nos vemos por la Literaria, que en cuanto salga de este club, me vuelvo un rato al sillón con Mandanipour, hoy empezaré el trabajo un poco más tarde…
@Rafa. Ufff… ¿qué decirte?… ¡te has quedado con lo más importante que me ha pasado esta semana!, ese pensar que todo es nada… tienes razón, el haber sido también cuenta. Los recuerdos importan y forman parte de la vida y lo que fue mucho, es todavía y siempre será.
¡Gracias por venir hoy, Rafa… y por decir eso, que parece tan poco, pero que es tanto!
Un abrazo.
Francesca , como siempre un placer tu lectura,,me transportas, sí, a momentos de soledad deseada, en cualquier lugar, no importa el escenario ..y a instantes fugaces de recuerdos pasados,que aunque intensos se fueron desdibujando con el tiempo.
Ah y gracias por tus lecturas recomendadas..me detendré en Chandler en cuanto tenga más tiempo y se reduzca mi lista de lecturas pendientes
Petons y feliç tarda de diumenge
Carme
@carmen. ¡Qué ilusión verte por aquí! Aunque sé que lees el Club, que dejes un comentario siempre es un placer. Es verdad, los recuerdos se desdibujan, pero como dice Rafa, forman también parte de la vida… ¡no todo es presente!… y eso a veces lo olvidamos… Chandler te encantará, estoy segura. Yo también tengo ya una lista de pendientes bastante larga, pero así es mejor, significa que todavía me queda mucho por disfrutar leyendo… ¡Petons i gràcies per passar-te per aquí avui! 🙂
Hola, Francesca: hoy te he dejado como lectura de sobremesa, la mañana la he pasado adelantando la lectura de «una historia de amor iraní» que con esa letrilla que tiene me cansa bastante, y tengo que dosificar su lectura.
Me gusta la forma de estructurar tus posts, un tema y varios subtemas, relacionados o no directamente con el título.
Sobre la infinidad de lecturas y el poco tiempo qué decir que no sepamos todos!!, y muy acertada tu reflexión final sobre todas esas cosas «que no son nada». Cuando todo eso pasa y alguien nos interesa, son recuerdos, vivencias que nos acompañan, de lo contrario, como tú dices, «no son nada».
Echo de menos tus comentarios en la sociedadliteraria, un abrazo:-)
@fvernalte. Gracias Francisca, siempre empiezo hablando de algo y una cosa me lleva a otra que, generalmente, no tiene nada que ver… me temo que se debe más a una estructura mental que a una voluntad de vertebrar el texto 🙂
Yo también echo de menos mis comentarios… en realidad hoy he estado leyendo a Mandanipour para poder opinar algo, que Karmele me tiene intimidada, con todo lo que sabe… 😉
Un abrazo y hasta ahora mismo… voy pa' la Literaria ya…
Aquesta setmana també he pensat en ell, si, en en Humphrey Bogart, potser perquè he continuat parlant d’”Aspirina para dos” en el meu bloc de teatre i del seu personatge protagonista l’Allan Fix, personatge de psicoanàlisi, com tots els de Woody Allen. L’Allan Fix s’imagina a ell mateix com un seductor a l’estil d’en Bogart en el seu paper de Rick Blaine a la pel·lícula Casablanca. I com que la memòria em traeix, no debades han passat vint-i-set anys, podria ésser que també es trobés influït per aquest tal Philip Marlowe, que m’imagino com el Flànagan que diu la Karmele, res a veure amb el meu estimadíssim Hercules Poirot. En Philip Marlowe vindria a ésser aquell personatge que s’està esperant sota de la tètrica llum d’un fanal amb la solapa de la gavardina totalment apujada, el barret ben abaixat tapant-li la cara que només deixa entreveure una cigarreta i el fum que es desprèn de la seva boca. Ah, això és important, també ha de caure una fina pluja! Bon diumenge, Francesca.
@Isabel. Caram, Isabel, l'has clavat!… sí, sí, el Marlowe és així i ha de ploure… però al carrer, a ell l'has de trobar acodat a la barra del bar, prenent… una cosa forta… no sé què bebia en Marlowe, ho miraré, probablement «wisky doble»… Bon diumenge, Isabel, ara hi vaig a mirar el teu bloc, a veure que dius del Fix! 🙂
Sabes perfectamente que para mí, el género, tampoco determina la calidad de la Literatura [de hecho no creo que sea definitorio para nadie con criterio al respecto…]. Al igual que tu, siento nostalgia por los gestos de estos personajes como si alguna vez hubieran sido los míos, en un tiempo de mi juventud donde me creí singular y haber llegado a ser el hombre cuya sombra [o un poco más] realmente alcancé mucho más tarde…
Me ha gustado la escena de tu compañero, la he visto y he sentido aquello de “pertenece claramente a tu pasado, aunque habite tu presente”
Hay un autor que podría tomar-se unas copas con Chandler, se llama William McIlvanney. Su personaje se llama Laidlaw. Lo conoces? Imprescindible…
@cumClavis. ¡Buenas noches, Manel! La escena que describe Chandler es impagable, puedes ver a ese barman, en pleno ritual de inicio de la noche y sentir la sensación de paz que invade al primer cliente… cuando lo releí pensé que era imposible describir mejor un momento absolutamente único…
Hace tiempo que solicité «El grande» de McIlvanney en la «Negra y Criminal», pero estaba agotado, aunque me juraron que tendrían en cuenta mi petición y si llegaba a sus manos un ejemplar de segunda mano, me lo harían saber… lo que pasa es que no lo he perseguido más. No eres la primera persona que me habla de ese autor y sin embargo no he conseguido encontrar un solo libro suyo… mientras que veo cada cosa publicada por ahí que es como para echarse a llorar… o a temblar de miedo, pero del otro, del de verdad 🙂
¡Gracias por pasarse por esta su casa, caballero!
Holaaaa, Francesca:
Pues oye, a mí no me gustan nada los bares cuando acaban de abrir. No se, me dan tristeza, pereza… o quizas la sensación de que soy un alcoholico que esta desesperado por ponerse en faena. Soy de los que le gusta llegar tarde, cuando el ambiente está movido… y como ahora no se puede fumar, pues oye, mucho mas…
Me has dejado pensando con esta frase: «Hay gente que pertenece claramente a tu pasado, aunque habite tu presente. Los dejas atrás mentalmente»
besos 🙂
@Amalio A. Rey. ¡Hola Amalio! Si quieres que te diga la verdad, yo soy poco de bares, pero leí el fragmento y me imaginé la escena, viendo trabajar a alguien de una manera metódica, en silencio, con la parsimonia del que no tiene prisa y quiere hacer las cosas bien hechas… ¡y me encantó! ¡a mí me gusta eso! Y que conste que siempre me río de lo que os gusta a los hombres mirar las obras de la calle… Fue en eso en lo que pensé cuando escribí este post, en el barman, que luego, cuando el local está lleno parece que se disuelve en el ambiente… ¡qué bueno, volver a verte por aquí!… te sigo al siguiente post… 😉