Peggy Bacon in mid-air backflip. Ted Hood
Hold Me, Thrill Me, Kiss Me. Muriel Smith



Antes de perdón, está libre la silla,
antes de el color de tus ojos, antes de qué quieres tomar,
antes de soy Rico y me llamo Dita, antes del roce
de una mano en un hombro,
eso pasó a través de nosotros
como una puerta entreabierta durante el sueño.

Amos Oz

Con Amos Oz mantengo una relación especial. Es uno de los escritores que mejor me entienden. Y digo bien, él me entiende a mí sin conocerme, mientras que yo no sé si comprendo lo que pretende decirme con sus textos, o simplemente los arrastro hasta mi territorio y los utilizo para alimentar mi espíritu. Pero es que cuando leemos lo hacemos desde nosotros, aprehendemos lo escrito por otro y lo incorporamos a nuestro latido y, a veces, encaja… de la misma forma que, sin razón aparente, hay autores con los que no logramos sintonizar y nos provocan un rechazo casi físico.
Me pasa también con algunas personas, que tienen discursos intelectualmente cercanos y, sin embargo, algo falla, noto que oírlas me incomoda o que palidezco al verlas aproximarse. Y he dicho antes que creo que es algo físico, porque mi reacción parece provocada por una especie de radar animal que me advierte del peligro. Aunque el riesgo que corro sea, la mayoría de las veces, únicamente el del aburrimiento (que no es poco, ni frívolo, últimamente me tengo prohibido perder el tiempo ¡es el material del que está hecha la vida!).
Mi amigo el escritor que se resiste a escribir, me ha enviado por fin las referencias de los libros que le pedí, pero se niega a decirme el nombre de una novela, que podría salvarme del hastío si, después de todo, atacase. Por eso ayer, mientras esperaba el título de esos textos salvadores, le di un repaso a  mi biblioteca en busca de algún autor que acudiese a mi llamada y lo hizo Oz, con una de esas poesías con las que salpica su libro «El mismo mar» y en la que parece comprenderme, porque él sabe como yo, que algo pasa siempre a través de las personas. Algo que hace que, en el mismo instante de conocernos, algunos elegidos, ya seamos viejos amigos.
Y estoy pensando en una consulta médica en un centro de salud almeriense, donde paso algunas tardes, entre risas y penas, que de todo hay en la viña del Señor; en una tienda desde la que a veces me saludan para transformar ese triste tedio en el que están sumergidos los negocios en estos tiempos, en historias familiares que contar; también en un despacho que imagino claro, de algún oscuro departamento universitario, en un parque infantil, en un cortijo y en un rincón oculto tras una pared de libros…. que hay un amigo que me escribe desde lugares distintos y distantes, pero siempre con la misma cercanía. Estoy pensando en una casa en el barrio de Gracia, donde alguien a quien quiero estudia sin parar, para saber más, de un tema del que ya sabe más que nadie y en otra, donde mi joven experta-inexperta amiga celebra sus éxitos profesionales y espera el amor. Pero, sobre todo, estoy pensando en una silla ovoidal y colorada, donde me espera T. cada miércoles, mientras hojea el periódico y selecciona la película que veremos, tras saborear la comida que nos sirve nuestro camarero preferido. 
Hoy es un día en el que tengo que pensar en esas personas que se han plantado ante mí, me recuerdan y me buscan, porque quieren de alguna forma estar conmigo y que yo lo sepa, que no dude, que no me tambalee… Necesito acallar un olvido que duele a veces y que estará ahí, siempre, conviviendo con otros que no lo sustituyen, pero que lo compensan. Porque el amor puede hacernos flotar entre nubes, pero es la amistad la que acaba, siempre, salvándonos la vida.
………..
Y mientras, la primavera me da alegrías laborales, que también son personales, porque al final todo es lo mismo, con proyectos en los que he depositado muchas ilusiones y que por fin han visto o verán pronto la luz.
The Project se presentará en sociedad el próximo jueves y antes siquiera de nacer, ya es mucho más que una red de profesionales, es un lugar común para colegas y amigos.
Mientras tanto, la semana que hoy acaba, nació la eHealth Ninja Company, sin mucho alboroto, pero cargada de entusiasmo. Gente con ideas y muchas ganas de hacer cosas que ayuden a otras personas. Va a ser un manantial de energía positiva este proyecto, lo sé ¡en realidad ya lo es!
Árboles de conocimiento, como EncoDiab, ese entorno virtual para diabéticos tipo 1, que ve la luz en forma de entrevistas y talleres, con pacientes que me están ayudando a mí más que yo a ellos, porque el mundo es más cálido cuando se ve desde otros ojos y porque saber que tu trabajo puede beneficiar la vida de alguien, le da sentido a lo que haces. Ese es el mejor antídoto para el cansancio y el hastío.
Y estoy contenta, dando vigorosas y alegres volteretas, rodeada por buena gente y sintiendo que la vida, también, por fin, pasa a través de nosotros.
¡Feliz domingo, socios!
Oz, A. «El mismo mar. Ediciones Siruela. Madrid, 2006. ISBN 978-84-7844-959-0
www.elclubdelosdomingos.com